Los libros, como puentes

En sus dos últimas ediciones, la 38ª y la 39ª, la Feria tuvo lemas que, de alguna manera, definen su propio objetivo, el de servir de puente, a través de la literatura, entre distintas generaciones. El del año pasado fue, justamente, “Los libros como puentes”; y el anterior, “Un futuro con libros”.

Los puentes, se sabe unen riberas, ciudades, países. Pueden ser un simple tablón echado sobre unas rocas o una construcción que pone en juego la ingeniería más sofisticada. Duran siglos o se deshacen con la primera lluvia, pero siempre sirven para transportar a las personas de un lado al otro.

Y a lo largo de la historia, los libros han demostrado que también son puentes fabulosos: entre abuelos y nietos, entre personas con distintas formaciones, entre ciudadanos de países distantes, entre lectores de la Edad Media y lectores del presente.

Pero también es cierto que un futuro con libros no es cualquier futuro. No importa, a esta altura, si hablamos del libro de papel o del libro electrónico; ambos convivirán por mucho tiempo. Lo que resulta indiscutible, es que los libros poseen una formidable capacidad para enseñar y aprender, para abrirnos las puertas a los singulares disfrutes del saber y de la imaginación.

“Por eso -se señalaba desde la Fundación El Libro, organizadora de cada edición de la Feria- la Feria Internacional del Libro es, desde siempre, su sostenida promotora, que expresa un deseo y un compromiso que, al dirigirse a los libros, incluye también a quienes le dan vida: los lectores”.

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