Un alivio en medio de la tormenta

LA PRESIDENTA EN EL ACTO DEL DÍA DE LA BANDERA, DONDE ANUNCIÓ QUE BUSCARÁN NEGOCIAR CON LOS FONDOS BUITRE EN ESTADOS UNIDOS

Por MARIANO SPEZZAPRIA

Twitter: @mnspezzapria

Tres gobernadores provinciales, entre ellos el entrerriano Sergio Urribarri, pegaron el faltazo días atrás a un homenaje al patriota uruguayo José Gervasio Artigas en el vecino país. Se ausentaron, pese a que habían sido invitados especialmente para la ocasión, porque no quisieron contrariar a la Casa Rosada en medio de un nuevo pico de tensión por el conflicto de la pastera UPM-Botnia.

La ausencia de los gobernadores del litoral argentino fue un destrato para el presidente oriental José “Pepe” Mujica, quien en las postrimerías de su mandato aún no logra comprender la lógica de confrontación de la gestión kirchnerista, incluso en su propio epílogo. A tal punto que, hace pocos meses, se ofreció a realizar una gestión para que se instale una pastera de este lado del río Uruguay.

Como toda respuesta, Mujica obtuvo un largo silencio de la Presidenta, que finalmente volvió a enviar al canciller Héctor Timerman a protestar ante la Corte de La Haya por la pastera original. La actitud de la jefa de Estado reactivó a la asamblea ambiental de Gualeguaychú, que este domingo volverá a cortar el puente internacional General San Martín, en la frontera con Fray Bentos.

Mientras que del lado argentino queda la protesta, en territorio uruguayo ya se están haciendo los aprontes para recibir una nueva inversión en la industria papelera

Así, mientras que del lado argentino queda la protesta, en territorio uruguayo ya se están haciendo los aprontes para recibir una nueva inversión en la industria papelera, que se traducirá en el ingreso al país de cientos de millones de dólares y en la creación de puestos de trabajo. Ahora, habrá que ver dónde se instala la segunda pastera, porque podría aumentar la dimensión del conflicto.

Pero queda claro que, en este terreno, la Argentina tiene el freno de mano puesto. Y que el Gobierno inició en forma tardía una política de fomento de las inversiones extranjeras, al sellar acuerdos con la multinacional española Repsol -tras la nacionalización de YPF- y el Club de París. Encima, el litigio perdido con los “fondos buitres” en Nueva York puso en jaque esa estrategia oficial.

Para el Gobierno, la situación tiene un sabor amargo porque en los últimos años se ocupó de la deuda externa -con los canjes de 2005 y 2010-, afrontando pagos por los pasivos que otras administraciones habían generado. Pero también es cierto que la gestión gubernamental entró en piloto automático y eso provocó un relajamiento al que hoy muchos equiparan a la impericia.

Sobre todo, aquellos que se preguntan cómo se permitió que un fondo de inversión que sólo controla el 1% de los bonos que no entraron a esos canjes pueda poner en peligro toda la arquitectura financiera del país. Y entonces se multiplican las dudas sobre la idoneidad de los equipos económicos, desde la gestión de Hernán Lorenzino a la actual de Axel Kicillof.

Tal vez por eso la aparición en la primera línea del presidente del Banco Central, Juan Carlos Fábrega, trajo alivio a los sectores políticos que tienen posibilidades de ganar las elecciones el año próximo. Los mismos que comienzan a reclamar a Cristina Kirchner que no defina en soledad la controversia con los “fondos buitres”, porque el pleito excede los límites de su mandato.

En esa situación se encuentran definidamente Sergio Massa, Daniel Scioli y Mauricio Macri. Ninguno de los tres se mostró excesivamente crítico con el Gobierno luego del fallo de la Corte Suprema de los Estados Unidos, pero esa estrategia comenzó a tambalear cuando la Presidenta hizo ese discurso por cadena nacional que provocó más desconcierto e incertidumbre que otra cosa.

Sobre todo Scioli, que no sólo está más pegado a la suerte que pueda correr Cristina Kirchner por su condición de oficialista, sino también porque la Provincia necesita tomar deuda en el exterior para financiarse y la declaración de un default hubiera sepultado esa posibilidad. Pero, en rigor, la rectificación de la Presidenta el último viernes en Rosario los dejó más tranquilos a todos.

La mandataria dijo desde el Monumento a la Bandera que se buscará una solución para el 100% de los tenedores de bonos de la deuda argentina y se manifestó dispuesta a iniciar un proceso de negociación bajo el paraguas del juez Thomas Griesa y aunque reclamó al magistrado de Nueva York que genere “condiciones justas” para un eventual entendimiento, evitó patear el tablero.

No es poco para un Gobierno que, además del litigio con el fondo NML, está acosado por las peripecias judiciales del vicepresidente Amado Boudou, quien esta semana partirá de gira hacia América central -donde entre otros países visitará Cuba- en procura de alejarse al menos en forma física de la causa Ciccone, en la cual tendrá que declarar su amigo José María Núñez Carmona. Además del litigio con el fondo NML, el Gobierno está acosado por las peripecias judiciales del Vicepresidente

Además del litigio con el fondo NML, el Gobierno está acosado por la peripecias judiciales del Vicepresidente

La estrategia del Vice apuntaría, justamente, a que las responsabilidades del caso se corten en Núñez Carmona, presentándolo ante la Justicia como alguien que -aún siendo su amigo personal- actuó por cuenta propia, bajo su desconocimiento. Pero el juez federal Ariel Lijo está dando muestras de que lleva la investigación con la solidez de alguien que está seguro de lo que hace.

Los que conocen al magistrado desde hace muchos años lo definen como una persona aplomada, que tuvo la mejor nota de su camada cuando concursó para ser juez federal y que se crió en Sarandí, al sur del Gran Buenos Aires, por lo cual tiene la “calle” suficiente como para afrontar las presiones del caso. Justamente, el atributo que algunos en el kirchnerismo ponen en duda sobre Boudou.

En este escenario, el ataque a balazos a la casa de un joven concejal socialista de Hurlingham -que había llamado la atención sobre manejos de funcionarios del entorno de Boudou en un programa periodístico- no debe ser naturalizado como algo que suele ocurrir en el Conurbano. Por el contrario, hay que ponerlo sobre la mesa para que la violencia quede expuesta y sea repudiada.

Así las cosas, la idea nada original del oficialismo de aprovechar el envión popular que despierta entre los argentinos un mundial de fútbol se topa con los escollos que ponen en su camino los “fondos buitres” y el “affaire Ciccone”. Si se mira bien, ambos episodios surgen de tropiezos del propio Gobierno, que debe tender a encauzar la transición en términos políticos y económicos.

A esta altura de las circunstancias, ya no se piden ni son necesarias grandes epopeyas, sino que el buque llegue a puerto sin averías que puedan provocar zozobra. Todo lo demás, quedará para el juicio de la historia.