El dolor de una familia que exige justicia y no descarta movilizarse a tribunales

Todo cabía en el gesto compungido de la familia Vega y sus allegados. La bronca, la impotencia, la falta de respuestas y el dolor irreparable lo dominaban todo ayer en 31 entre 423 y 424, donde vivía Alejo.

Marcelo (20) conocía al dedillo lo que le había pasado a su hermano, a partir del relato de sus amigos. El se encargó de subrayar que aunque a él no le habían robado nada en aquella reunión del viernes, sí se animó a salirle al cruce al que creían que era el ladrón.

“Le fue a pedir que devolviera los celulares, de buena fe. Pero no se los dio y encima lo amenazaron, le pegaron y lo mataron”, resumió el mayor de los Vega, en diálogo con EL DIA.

Hasta la Policía estaba al tanto de la circunstancia de ese robo, y ratificó que las sospechas de los jóvenes eran las que habían soltado otros testigos.

DOLOR

Todo el círculo íntimo de Alejo debió atravesar por una secuencia de terror. Después de enterarse del entredicho y del traslado de urgencia al hospital de Gonnet, se desmoronaron al enterarse de la muerte del chico.

La tarde gris de ayer no hizo más que acentuar el clima apesadumbrado que se respiraba en el domicilio de calle 31. En sus motos o a pie, todos quisieron acercarse a darle un abrazo a los Vega.

Esa situación fue la antesala del sepelio de Alejo, que estaba pautado para la noche de ayer. En estos casos, los trámites de rigor como son la autopsia y el reconocimiento policial hicieron que todo fuera más tortuoso.

Sus amigos ahora se tendrán que acostumbrar (si es que eso sea posible) a que hoy su banco en la escuela esté vacío, o que falte para el próximo picado que vayan a jugar.

UNA MARCHA EN LA MIRA

Mientras esperan con atención cada movimiento judicial contra el menor de 14 años que quedó aprehendido por el crimen, ya hay quienes especulan con algún reclamo en las calles “para que esto no quede impune”.

“Si lo dejan libre vamos a ir a pedir justicia”, anunció Marcelo cuando aún no había podido velar a su hermano.

La Justicia dispuso que el acusado quede privado de su libertad (ver aparte), pero esa situación no había sido informada a la familia Vega, al menos hasta última hora de la tarde de ayer.

De hecho, el comentario más repetido en su casa era que “estuvo preso dos horas y lo largaron”. Ante la posibilidad de que ya estuviera libre y a pocas cuadras de su domicilio, al dolor y la bronca por el asesinato también se le agregaba el pánico a posibles represalias violentas.

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