¿Juicio a los jueces o a una visión del Derecho?

Por lo que se puede observar repentinamente, un fallo judicial se convirtió en un disparador del debate social. Y a priori se dejan visualizar dos partes en el conflicto: Todos por un lado y los dos jueces por el otro.

¿Cuál es el problema o núcleo del debate?

1) ¿Una doctrina, una forma de interpretación y aplicación del Derecho Penal?

2) ¿La persona e intelecto de un Juez y/o profesor de Derecho?

Estas preguntas deben responderse primero, ya que cada una merecerá un análisis y modo de proceder muy diferente por parte de todos. Y según las respuestas podremos descubrir si el juicio de valor corresponde hacerlo sobre ellos o sobre otros.

Como cuestión previa, debo alertar a la conciencia del lector que parecen haber quedado a kilómetros de distancia de la problemática en cuestión tanto la víctima como la persona que cometió el aberrante crimen.

PREGUNTAS

Respecto a si el primer cuestionamiento se dirige a una doctrina o visión del Derecho Penal, deberíamos preguntarnos al menos tres cosas: 1) la razón por la cual ante este conflicto los admiradores del Dr. Zaffaroni perecen estar ausentes; 2) si entre aquellos que muestran indignación y participan activamente del escarnio sobre los dos magistrados hay personas que adhieren a la visión Zafaroniana; 3) por qué razón un fallo sostenido sobre una misma visión del Derecho genera indignación y hasta furia si lo dicta uno; y admiración y aplausos cuando lo dicta otro.

Ahora debemos pasar a la cuestión orientada a determinar si el problema es la persona que es juez y/o profesor universitario.

Sal Llargués y Piombo han sido sorteados -por sus propios actos- para saciar la sed de sangre de los Dioses. Son hoy la Ifigenia de la mediocridad e hipocresía que reinan como valores supremos en la determinación política. Se prepara muy velozmente una hoguera que resultaba muy pequeña para la personalidad de Zaffaroni, pero resulta muy a medida para colegas con la misma visión del Derecho Penal, pero sin “padrinos” que los defiendan.

Todos aquellos que sostuvieron a Zaffaroni, jurídica y políticamente, aún en el affaire donde sus propiedades eran alquiladas para el ejercicio de la explotación sexual, están en primera fila para acercar la llama que encienda la hoguera.

Lo que resulta claro es que el conflicto sigue en escalada sin techo. La exacerbación es fácil ya que no existe “derecho de defensa” para los acusados ni persona alguna que alce la voz a favor de ellos. Esto es peligroso. Existió hace más de 30 años una etapa donde el señalar y acusar a alguien era fácil, más aún si nadie estaba dispuesto a decir lo contrario.

Hoy vivimos bajo un “Estado de derecho” donde la razón impone procedimientos que “garantizan los Derechos”. Muy distinto a asegurar impunidad. Para remover de sus cargos a un Juez o profesor universitario por concurso, existe un procedimiento legal a cumplir. Ni los gritos o la fuerza pueden cambiar esto. Tal vez el “simulacro” ha borrado de la memoria que así se comienza a dibujar una sociedad bajo formatos autoritarios. Toda una paradoja para el mal llamado “garantismo”, que es en nuestro país una doctrina de la “impunidad”. Se ven obligados a arrojar a la hoguera para aplacar la ira de los Dioses a dos de sus representantes, muy particularmente el juez Sal Llargués (sus fallos lo confirman).

Así, la razón se ira extraviando sin saber dónde, cuándo y por qué comenzó toda esta historia. Todos gritan por el sacrificio necesario de Sal Llargués y Piombo, mientras que un niño cuya vida fue sentenciada al sufrimiento irá quedando en el olvido y de espalda a quienes festejarán frente a las cenizas de dos jueces.

Tengo, como persona y profesor universitario, muy claras mis elecciones. En principio sé dónde y cuándo volcar la pasión y cuáles son los momentos donde hay que hacer primar la razón. Intento todos los días regular ese difícil equilibrio. Esto se aprende con la experiencia y la honestidad del pensamiento.

El mal llamado “garantismo” se ha convertido en nuestro país en una doctrina de la “impunidad”

Hay en muchos indignación y para otros tantos una oportunidad de especulación. En situaciones límites como la actual se ve el carácter y dignidad de las personas. Hay que estar atento a cómo actúa cada uno. Cada alumno, cada profesor, cada autoridad. Todos seremos responsables sobre lo que decimos y hacemos. Si decidimos respetar el Estado de Derecho y las garantías constitucionales, o dejar que corra el agua conforme la corriente.

EL “SACRIFICIO”

Puedo escribir esto por la sencilla razón de que no pertenezco a quienes han alimentado la impunidad en el Derecho y potenciado la anomia social que desintegra a la democracia poco a poco. No habrá un aporte para la sociedad y principalmente una respuesta a las muchas víctimas de violencia y abusos (de todo tipo) si la idea que triunfa es la del “sacrificio” para aplacar la furia de los Dioses, para luego seguir sosteniendo una visión del Derecho que el crimen organizado y la corrupción festejan cada día en la Argentina.

(*) Abogado. Profesor de Economía Política. Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales UNLP