Cristina con la meta firme de conservar el poder

Por MARIANO SPEZZAPRIA

“El proceso debe ser profundizado y continuar. Los que piden un cambio, que le expliquen a todos los argentinos qué cambio quieren”. Con esa frase, Cristina Kirchner sintetizó el espíritu de su último discurso como presidenta en conmemoración del 25 de mayo. Lo hizo ante una plaza colmada de militantes oficialistas, que empiezan a pedirle definiciones sobre la sucesión.

En ese contexto, el mensaje de la Presidenta tuvo un destinatario doble: por un lado, hacia el interior del propio oficialismo, ratificó su vocación de que el Frente para la Victoria continúe gobernando el país más allá del 10 de diciembre, cuando concluirá su segundo mandato. Para afuera, en tanto, la jefa de Estado buscó interpelar a las fuerzas de oposición –habló de “los que quieren regresar al pasado de los ´90”- y les advirtió que “nadie vota para atrás”.

Mientras Cristina hablaba ante la Plaza de Mayo, la televisación oficial enfocó en varias oportunidades a Daniel Scioli, en un plano que lo fundía con el cuerpo de la Presidenta. Unos metros más atrás se ubicaron otras figuras del Gobierno, entre ellos el ministro Florencio Randazzo, rival del Gobernador en la interna del FpV. También se pudo ver a los mandatarios Juan Manuel Urtubey (Salta) y Jorge Capitanich (Chaco), ambos vencedores en sus distritos.

El combo kirchnerista también incluyó al vicepresidente Amado Boudou, entremezclado con Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y actores y cantantes que apoyan al Gobierno. En ese escenario, la Presidenta llamó la atención sobre los hechos de violencia registrados en la ciudad bonaerense de Monte Hermoso. “Estemos atentos, porque tal vez intenten enojar a la gente, asustarla”, pidió la mandataria. Aunque no hizo referencia alguna a la inseguridad.

Por el contrario, enumeró diversas medidas de gestión desde 2003 a la fecha y le exigió a los argentinos que “piensen cómo estaban antes” del momento en que Néstor Kirchner llegó a la Casa Rosada. Así, definió la línea que seguirá la campaña proselitista del kirchnerismo hacia las primarias del 9 de agosto, que de acuerdo a su visión se basará más en “el proyecto” que en las cualidades personales de los candidatos, por más taquilleros que éstos puedan ser.

“LA REELECCION”

Por eso los militantes cantaron “para el proyecto, la reelección”, pese a que en el fondo les gustaría que la candidata fuera la propia Presidenta, sin importarles el impedimento constitucional. “Veo que me miran a los ojos, inquisidores, como preguntándome qué va a pasar. Y yo les respondo que va a pasar lo que ustedes quieran que pase”, dramatizó Cristina Kirchner.

Aunque en rigor, todo lo que viene haciendo el Gobierno en los últimos días está dirigido a potenciar la imagen presidencial. Los festejos de la semana de mayo tuvieron, en ese sentido, una reminiscencia de los del Bicentenario. La misma lógica siguió el traslado del sable corvo de San Martín. Ayer, Cristina no perdió la oportunidad de cuestionar a “la historiografía liberal” para reivindicar, en cambio, a Juan Manuel de Rosas, a quien San Martín legó su sable.

Tampoco se privó de mostrar su enojo por las críticas que recibió al bautizar como “Néstor Kirchner” al centro cultural que inauguró días atrás en el edificio que fue la sede central del Correo Argentino, ubicado en diagonal a la Casa Rosada. “Si quieren, hagan uno y pónganle el nombre que quieran”, enfatizó la mandataria. También cuestionó a la clase media, al emparentarla con “sectores que no entienden que son parte de esta transformación”.

MENSAJE A LOS GREMIOS

En medio de su diatriba, la Presidenta dedicó un párrafo a los sindicalistas. “Espero que a partir del 10 de diciembre pongan la misma fuerza y enjundia. Si no lo hacen, yo le voy a decir a los trabajadores que cambien de dirigentes”, advirtió. Y pareció iniciar una autocrítica cuando sostuvo que en el peronismo hubo “víctimas y victimarios” en materia de derechos humanos. Aunque se trató de la vieja factura que pasa la izquierda hacia la derecha del movimiento.

“No tengo nada de que avergonzarme. No tengo ninguna cuenta en el exterior que me puedan encontrar”, dijo Cristina respecto de las acusaciones de corrupción que le hicieron durante sus dos mandatos. “Quiero agradecerles estos años”, se despidió la Presidenta. La TV enfocó entonces a Máximo Kirchner. Pero después de más de una década, desde el 10 de diciembre no habrá un Kirchner en la Casa Rosada. La Presidenta se encuentra entonces en plena tarea de conservar, al menos, una cuota del poder que amasó en los últimos años.

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