La Ciudad, un ámbito acelerado y con más situaciones de presión

La tensión y la ansiedad propia de diciembre también se palpita en la calle. En el ámbito político es un mes considerado crítico, en el que habitualmente se han potenciado los reclamos sociales. Y desde la crisis de 2001 es un período al que los gobiernos han prestado especial atención, tomando distintas medidas para tratar de evitar que los reclamos lleguen a la calle.

El miércoles último bien podría considerarse típico de los últimos diciembres. Mientras en Buenos Aires la muerte de un operario del subte motivó una medida de fuerza que paralizó el servicio, protesta que coincidió con otros cortes de calles - lo que generó que el transporte de la ciudad colapsara y el tránsito fuera caótico, alterando el humor de miles de personas que debieron hacer colas interminables para tomar un colectivo - también en La Plata se vivía una jornada especial, con varios piquetes cortando arterias en distintos puntos de la Ciudad, temperaturas superiores a los 30 grados y ánimos alterados.

Por su alta concentración de dependencias públicas, La Plata es una ciudad en la que los piquetes son habituales. Y si esa situación genera trastornos durante todo el año, es en el mes de diciembre cuando se hace más notoria.

Para el antropólogo Héctor Lahitte, detrás de la conflictividad de los diciembres aparecen dos elementos principales.

“Por un lado tenemos el malestar por la promesa incumplida, que se manifiesta en la calle. Por el otro, una forma del pensamiento mágico que espera obtener respuesta al reclamo que se hizo todo el año en el último mes”.

Una vez más, la impaciencia por la llegada del último día del año opera como un acelerador de los tiempos, “como si todo fuera terminarse el 31 de diciembre”, dice Lahitte.

Protestas, mal humor, altas tempraturas y la organización de fiestas y vacaciones contrarreloj marcan el clima de los diciembres

Para Lahitte, “en todo caso, el estrés y el mal humor que se incrementan en diciembre por distintos factores actúan potenciando una agresividad que está presente en la sociedad todo el año”.

Según el antropólogo, hay un ethos cultural vinculado al fin de año - ese que impone el final de un ciclo en el trabajo, la organización de las fiestas, de las vacaciones - que repercute afectivamente sobre cada persona de distintas maneras. Para algunos es una fuente de frustración y eso determina que también el mal humor se incremente en diciembre.