Para entrar en calor

“Start Me Up”, el sencillo incluido en el álbum “Tattoo You” de 1981, fue el preludio de un memorable concierto de dos horas y media en el Estadio Nacional de Santiago de Chile con el que los Rolling Stones hicieron el miércoles bueno el proverbio latino “Las piedras que ruedan no cogen musgo”.

“It’s only rock and roll”, “Let’s Spend the Night Together” y Tumbling Dice” sirvieron de nostálgica introducción, seguido de la rareza “She’s a Rainbow”, compuesta en 1967 y tocada en vivo por última vez en 1998, a pedido del público.

De la mano de “Wild Horses” y “Paint It, Black”, la banda se adentró de nuevo en el túnel del tiempo, hasta que llego “Honky Tonk Women” y Jagger aprovechó para presentar a la formación, incluyendo a Darryl Jones, el bajista que les acompaña desde 1993, y Sasha Allen, la nueva corista.

El pirata Richards tomó luego las riendas del concierto con “You Got the Silver” y “Wild Horses”, dos temas a los que Ron Wood puso acento country con un “slide” de guitarra interpretado horizontalmente.

Con Jagger nuevamente al timón, el show comenzó a agarrar vuelo con “Midnight Rambler”, “Miss You”, la sublime interpretación de Sasha Allen en “Gimme Shelter” y “Jumpin’ Jack Flash”.

Y en una noche en la que todo podía ocurrir, después de 21 años de ausencia en Chile, Jagger apareció con una capa negra forrada de plumas rojas para encarnar al mismísimo Príncipe de las Tinieblas en “Sympathy for the Devil”, el tema compuesto en 1968 inspirándose en Baudelaire y que acabó convirtiéndose en el himno satánico del rock.

“Can`t always get” y “Satisfaction” cerraron el primer periplo de la gira latinoamericana, que tendrá el domingo, en el Estadio Unico, la primera entrega de las tres previstas de su segunda parada.

Darryl Jones
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Wild Horses

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