El deterioro fiscal, causa de estanflación

Afirman que en la gestión K, pese a la presión tributaria, el déficit fiscal fue en constante aumento

De acuerdo a un creciente informe de la consultora Economía & Regiones, fundada por el actual ministro del Interior, Rogelio Frigerio nieto, los 12 años de la administración K produjeron un deterioro fiscal equivalente a aproximadamente puntos del PBI, ya que se recibió un superávit fiscal inicial en torno a 4% y se dejó un déficit de entre 6% y 7% (según como se mida y con qué PBI) del producto bruto interno en 2015. Aunque teniendo en cuenta que la presión tributaria aumentó 12.7 puntos porcentuales entre 2003 (23.9%) y 2015 (36.6%), el deterioro fiscal del kirchnerismo se acerca a 25 puntos del PBI.

De hecho, el ratio gasto público total1/PBI subió 23.3 puntos del PBI, pasando de 20.6% (2003) a 43.9% (2015)

DESBORDE FISCAL

El desborde fiscal es la principal explicación detrás de la actual estanflación.

Hay un límite a partir del cual el exceso de gasto público, presión tributaria y déficit fiscal ahogan al sector privado, atentando contra la acumulación de capital, inversión, productividad, producción, generación de empleo y, en consecuencia, el crecimiento económico.

Los elevados déficits fiscales acumulados atentan contra la competitividad del sector privado, porque sus tres canales de financiamiento (impuestos, deuda e inflación) afectan negativamente la inversión, producción, generación de empleo y crecimiento.

Los impuestos afectan en forma directa y negativa la rentabilidad de las empresas, atentando contra la inversión y el crecimiento.

Paralelamente, la deuda pública genera un incremento de tasas para el sector privado, dejándolo con menos financiamiento (y más caro) para su inversión.

Por otra parte, la inflación también desincentiva la inversión, el empleo y el crecimiento porque dificulta el cálculo de precios relativos, retornos y rentabilidades.

En el gráfico se aprecia que la acumulación creciente de desequilibrios fiscales globales financiados con alta presión tributaria, impuesto inflacionario y/o deuda matan al crecimiento hundiendo la economía en una estanflación de oferta agregada.

La estanflación actual tiene dos patas: inflación y estancamiento/recesión. Los números son elocuentes.

En estos últimos cinco años del período 2012/2016 la inflación promediaría 31% anual, mientras que la variación promedio del PBI (0,3%) y del PBI per cápita (0,7%) tenderían a 0% anual.

En este contexto, el actual gobierno será exitoso si logra revertir la estanflación bajando la inflación y devolviéndonos al sendero del crecimiento.

La inflación se baja con políticamonetaria contractiva; y el Banco Central lo está haciendo. En consecuencia, pensamos que la inflaciónbajará.

Las chances de volver a crecer dependen de que cambie la política fiscal, bajando el gasto público, la presión tributaria y el déficit fiscal para desahogar al sector privado e incentivar la inversión abriendo las puertas al empleo y crecimiento.

No obstante, la dinámica mes por mes muestra un escenario fiscal más complicado. En los primeros cuatro meses del año se había ejecutado un ajuste fiscal que (de seguir vigente los 12 meses del año) permitía cumplir la meta 2016 pagando la reparación histórica a los jubilados. Sin embargo, en mayo y junio de 2016 el ajuste fiscal quedó en el olvido, y tanto el gasto como el déficit comenzaron a aumentar. Para peor, se espera que esta dinámica continúe los próximos meses porque el congelamiento de los ajustes tarifarios y el inicio de la obra pública van “en contra” del ajuste fiscal. En consecuencia, el cumplimiento genuino de la meta fiscal 2016 podría entrar en zona de riesgo. No obstante,- siempre de acuerdo al informe de Economía & Regiones de la mano de los libramientos impagos y pateando pagos hacia el 2017 se terminará cumpliendo la meta fiscal de este año. Lo cual agrava el problema para más adelante.

El escenario fiscal se complica aún más en 2017 y 2018. Según nuestras proyecciones, el reconocimiento a los jubilados podría llegar a tener un impacto fiscal equivalente a 1,1% (2017) y 1,5% (2018) del PBI durante los próximos años, comprometiendo el cumplimiento de las metas de reducción del déficit fiscal primario a 3,3% (2017) y 1,8% (2018).

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