Severo informe sobre los riesgos que implica en el país la basura electrónica
| 27 de Enero de 2017 | 01:15

El último informe de la Universidad de las Naciones Unidas, indicativo de que la Argentino no sólo origina cada vez más desechos electrónicos, sino que es el tercer país de la región latinoamericana, detrás de Brasil y México, en generar ese tipo de basura, replantea un desafío que la sociedad debe enfrentar y que las distintas jurisdicciones del Estado no han podido todavía resolver, en una situación que, por cierto, se suma a los interrogantes que aún penden sobre el manejo de la basura convencional. Tal como se señaló, el problema no es nuevo pero inquieta ante cada nueva medición. El informe de Naciones Unidas fue elaborado conjuntamente con la Asociación de empresas de la industria móvil GSMA, cuyos datos indican que para 2018 se generarán en el planeta unas 50 millones de toneladas de basura electrónica compuesta, entre otras cosas, por celulares y equipos eléctricos que abarcan desde electrodomésticos hasta grandes monitores de TV.
En 2010, para tener una real dimensión del problema, se generaron 33,8 millones de toneladas de basura electrónica. Apenas cinco años después, la cifra subió 8 millones de toneladas más. En términos de kilos por habitante, la media de basura electrónica generada aumentó casi un kg. en ese periodo, pasando de 5 a 5,9 kg. El año que viene, entonces, época en la que se prevé una población mundial de 7.400 millones de personas, cada habitante del planeta generará una media de 6,7 kg. de basura electrónica.
El reciclado de desechos electrónicos, la recarga “inteligente” de la batería y la reutilización de los celulares en desuso como control remoto de aplicaciones son algunas de las recomendaciones que pueden seguir las personas para convertirse en usuarios responsables de sus dispositivos tecnológicos y así contribuir con el cuidado del medio ambiente, según señala el informe de la ONU..
Una de las sugerencias principales es realizar una recarga “inteligente”, lo que implica utilizar el teléfono móvil de acuerdo con las recomendaciones de uso para alargar su vida útil (cargarlo, por ejemplo, cuando a la batería ya no le queda nada y no antes, porque de ese modo la batería se deteriora más rápido).
Los especialistas vienen advirtiendo que, de ser dispuestos en un basural sin tratamiento previo, los metales pesados, sustancias halogenadas, clorofluorocarburos, bifenilos policlorados y policloruro de vinilo, entre otros elementos que suelen contener los artefactos electrónicos, migran hacia las napas de agua y la atmósfera. Y que el resultado es catastrófico.
Se estima también que el 75 por ciento de los aparatos electrónicos viejos está guardado porque no se sabe qué hacer con ellos, advirtiéndose que son residuos que contaminan suelos, cuerpos de aguas, ecosistemas y, desde luego, al ser humano. Desde las lamparitas de bajo consumo con mercurio hasta las baterías de celulares con cadmio o los monitores con plomo y fósforo, la basura electrónica es un verdadero problema del siglo XXI.
Existen diversas iniciativas impulsadas por expertos y por organismos dedicados al conocimiento informático, que apuntan a minimizar y hasta eliminar los riesgos que conlleva la falta de tratamiento de los desechos electrónicos. Está claro que las autoridades responsables de este problema en cada jurisdicción deben hallar fórmulas y políticas definidas para lograr el mejor manejo de uno de los residuos más contaminantes y peligrosos para la salud humana y la vida del planeta.
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