Sensibilidad oficial, a flor de piel

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La Plata forma parte del triángulo de municipios del “interior” en los que el oficialismo se esperanza en sostener buena parte de la elección bonaerense. Es uno de los vértices, junto a Mar del Plata y Bahía Blanca, donde Cambiemos apuesta fuerte a repetir el resultado de los comicios de 2015 para mitigar el previsible y aparente inevitable resbalón que sufrirá en los distritos del sur del Conurbano.

Para el PRO y sus aliados, la evaluación de la gestión que hagan los vecinos será clave, más allá de la nacionalización de la campaña que sobrevendrá casi con naturalidad.

La Plata es el tercer distrito de la Provincia en cantidad de habitantes. Aparece en el podio tras la insuperable La Matanza y Mar del Plata. Cuenta con casi 580 mil electores y es un bocado apetecible no sólo por tratarse de la capital de la Provincia sino, como se dijo, por su peso electoral.

En 2015, para la categoría de Intendente, Cambiemos obtuvo el 41,6% de los votos. A conseguir un guarismo lo más parecido posible apuesta ahora el oficialismo.

En la Provincia siguen con atención la evolución de la gestión de Julio Garro. “Le costó arrancar, pero ahora se está encaminando”, dicen los actores centrales del gabinete de María Eugenia Vidal.

Creen que, como se dijo, los Intendentes tendrán mucho que aportar para los objetivos trazados en la Provincia que, centralmente, apuntan todos los cañones a evitar una derrota frente a Cristina Kirchner.

Por eso, varios altos funcionarios estallaron en las últimas horas para quejarse por la actitud del municipio durante el supermiércoles en el que el Banco Provincia aplica el plan de descuentos de hasta el 50% en las compras que se realicen en los grandes centros comerciales.

Miles de vecinos se agolparon frente al salón de ventas de un mayorista platense. Y dejaron sus autos donde pudieron en medio de un descontrol producto de la ausencia del estado municipal que obvió realizar un operativo de tránsito para ordenar un caos previsible.

Pero lo que más molestó fue la actitud posterior y a destiempo del poder de policía municipal: los inspectores fueron a la rotonda de 25 y 520 e hicieron un festival de multas por mal estacionamiento.

Cuentan que el teléfono del Intendente no paró de sonar. Varios funcionarios de Vidal iban levantando presión a medida que las redes sociales daban cuenta de las quejas de los vecinos que pugnaban por ahorrarse unos pesos. “Por un lado los beneficiamos con 1.500 pesos y por el otro se los sacamos con las multas. No puede ser”, bramaban en algunos despachos.

La Comuna, que obvió el previsible control previo a la apertura de ese concurrido centro comercial, terminó cediendo ante la presión de la Provincia y dejó sin efecto todas las contravenciones.

El episodio contribuye a demostrar la sensibilidad que existe en el oficialismo frente a una elección bonaerense de final incierto.

El kirchnerismo está convencido de que lo sucedido en los supermercados demuestra que el Gobierno no puede permanecer insensible ante el aumento de precios de los productos básicos de la canasta familiar y consideran que lo ocurrido refleja la “desesperación de la gente” por el costo de los alimentos. Ese será para ellos un tema central de la campaña.

 

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