Relatos de un pueblo que se hunde en "Aquel verano sin hogar"

Santiago Reale, cineasta radicado en La Plata, presentó en el Festival de Mar del Plata su segundo trabajo, donde los jóvenes caminan por un cementerio inundado mientras se escuchan mitos y leyendas de su ciudad natal

Santiago Reale regresa en “Aquel verano sin hogar”, el corto que el cineasta mostró esta semana en el marco de la Competencia Argentina de Cortos del Festival de Mar del Plata, a Laguna Alsina, el pueblo donde creció y donde rodó su primer trabajo, “Esta es mi selva” (puede verse en Cine.Ar, gratis). Regresan también algunos jóvenes protagonistas de aquel filme. Y vuelve también ese paisaje a la vez documental, retrato de las ruinas inundadas que rodean al pueblo de dos mil habitantes, y posapocalíptico.

Pero ahora, las desventuras de aquellos muchachos de pueblo por esos escenarios destruidos y abandonados son acompañados por una voz en off, que relata leyendas de la región, intentando construir un registro posible sobre un pueblo que está desapareciendo bajo el agua.

Reale dice que su idea era entrecruzar relatos ficcionales con historias del pueblo en el que creció, ese lugar de dos mil habitantes de la provincia de Buenos Aires, donde vivió hasta los 12 años, antes de partir hacia Mar del Plata y luego a la Ciudad, para realizar sus estudios.

Ese lugar donde, dice, las inundaciones son un problemas desde hace décadas: su trabajo tiene “algo”, reconoce, del retrato del olvido, “de un estado de abandono histórico”, de esos pueblos que quedaron a la deriva cuando el tren dejó de visitarlos.

Ese espacio en el que creció y al que lleva su cámara hace años para filmar la trilogía que será su tesis (“Aquel verano sin hogar” es la primera parte de ese trabajo). Pero Reale no estaba allí cuando las aguas alcanzaron el cementerio del pueblo, un evento inédito que había ocurrido ya en Epecuén, hoy un espacio turístico donde se muestra la desolación: cuando su familia le avisó de la inundación, “me fui con la camara, llamé a los chicos y filmamos”, cuenta Reale, que reunió al equipo y a los protagonistas de su anterior proyecto para filmar hipnóticas escenas de adolescentes chapoteando en un cementerio con agua hasta los tobillos, rodadas en súper 8.

El analógico da una textura particular y oscura a esos paisajes desolados, además de encajar con ese puente que tiende el filme con la oralidad y el pasado, hermanado con la voz en off.

Y permitió a Reale “experimentar con diferentes formatos: con el digital uno puede hacer lo que quiera, pero el fílmico mantiene cierta mística. Y se ha estandarizó mucho el HD, a mí también me aburre un poco eso”, explica quien encuadra su trabajo, de esta manera, en la creciente tendencia de la usina platense a volver al fílmico.

De hecho, cuenta el cineasta, “en Portugal ya conocían a La Plata como un lugar donde se está trabajando mucho con el super 8. Se están empezando a reconocer ciertos espacios que la vienen luchando”.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE