“Sandro de América”: radiografía de un suceso que le dio fuego a la ficción nacional
Edición Impresa | 29 de Marzo de 2018 | 04:14

“Sandro de América: la serie” llegó a su fin, y se despidió de la televisión a lo grande: como el programa de mayor audiencia del año. La temporada, es cierto, recién comienza, pero la ficción superó, por ejemplo, el promedio de los grandes éxitos televisivos del año pasado en materia de ficción, incluyendo “Las Estrellas”, la tira hit del 2017. Durante sus trece emisiones en tres semanas, promedió 14.7 puntos de rating, con un pico de 16.9 puntos, el 13 de marzo: una marca brillante si se tiene en cuenta que la miniserie trabajó en un horario donde los televisores se empiezan a apagar, pasadas las 22.30.
El final desde el Gran Rex también fue un éxito en materia de rating: la previa promedió 13.9 puntos y el post, a la medianoche, 12.4 puntos, mientras que el episodio alcanzó un promedio altísimo de 15.4 puntos.
Mientras la crítica debate sobre la calidad de una serie de dispar calidad y varios golpes de guión, el público no dudó y convirtió un proyecto de riesgo, por la inversión que suponía, en éxito absoluto. Un éxito que enciende el panorama de las ficciones nacionales reafirmando que el público todavía ve la televisión de aire y que todavía pueden producirse historias con riesgo, calidad y gran inversión sin morir en el intento.
Pero, ¿como se construyó este éxito? A continuación, las claves del primer fenómeno televisivo del año.
Apuesta por una gran producción
En estos tiempos de crisis de la ficción local, el formato miniserie se vuelve cada vez más extendido entre las productoras locales, por tratarse de una forma menos costosa y a la vez que permite un mayor despliegue de producción. Así, la productora The Magic Eye pudo apostar por un equipo de lujo encabezado por el cineasta Israel Adrián Caetano y con un importante elenco donde antes que las “figuritas” (Calu, Lali, La China, Macedo, Soffritti) se destacaron los “grandes” (Antonio Grimau, Luis Machín, Marina Bellati, Jorge Suárez); y también pudo la productora invertir su presupuesto en una convincente y lograda reconstrucción de la época que golpeó fuerte en la nostalgia de la audiencia, dando así un lustre poco habitual en la producción local, crucial para una audiencia acostumbrada a las ficciones internacionales.
Miniserie diaria
El formato miniserie, además, es mucho más fácil de exportar, por lo cual reviste menor riesgo económico en tiempos de vacas flacas, aunque tiene una contra: al verse una vez por semana, el interés de la audiencia, ansiosa y acostumbrada por Netflix al atracón, suele disiparse tras un par de episodios. El canal de las pelotitas apostó a emitir la serie de corrido, todos los días, para evitar esa pérdida de interés y sostener el fuego del amor del público.
Atracción 2.0
Y para echar gasolina a ese fuego, Telefé se encargó de “mover” la serie en las redes sociales, no solo promoviendo el producto, sino también promocionando las apariciones “especiales” y generando polémicas y discusiones que atrajeron a nuevos espectadores. Así, hasta las críticas a Marco Antonio Caponi (uno de los tres Sandros y, a pesar de las críticas, el más convincentes) le vinieron bien para levantar el encendido. Y para generar el efecto rebote en las redes, contó con el apoyo de “influencers” del peso de Lali Espósito y “La China” Suárez, que cumplieron su rol en la serie y también fuera de ella.
Sandro inmortal
Aunque sin dudas la explicación principal del fenómeno es Sandro, el protagonista que sigue generando pasiones fuertes en Argentina: la expectativa sobre la miniserie arrastró al público a no prestar atención a una narración subrayada y algo atolondrada, apurada por contar tanto (una vida entera) que terminaba revelando aspectos claves de Sandro en conversaciones “casuales” y forzadas, que salteó épocas y procesos resolviendo conflictos en una escena, que intentó elevarse con una voz en off didáctica y “profunda”. Hacia el final de la serie, superados los nudos de la historia y los cameos “para la tribuna” (Susana gritando “sos divino” y más latiguillos del hoy fue el punto de más efusiva y torpe seducción de la audiencia “popular” de la serie), la serie alcanzó a tomar cierto vuelo solidificándose como una buena propuesta televisiva pero, estuvo siempre claro, el corazón del show era la presencia de Sandro y su música.
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