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Masones
Héctor Aguer opina: “No he leído aún el libro de Mariano Hamilton ´Masones argentinos´; pronto ocupará un lugar en mi biblioteca sobre el tema. Sólo deseo ahora contradecir una afirmación del comentario bibliográfico publicado el domingo 15. Se dice allí que la mala fama de la masonería es responsabilidad de la Iglesia porque ´desde su origen le declaró una guerra sin cuartel´. Lógicamente, la Iglesia la condenó porque desde sus inicios en 1717, la masonería moderna fue la gran enemiga del catolicismo. Bajo cobertura de beneficencia difunde su iluminismo laicista y la irreligión. Obedece a la proclama de Voltaire: ´¡Aplastemos al infame!´, y procura infiltrarse en los organismos del Estado y en todas las instituciones para imponer sus dogmas, sin que se note su presencia. Es una sociedad secreta; en los diversos ritos los miembros de los grados inferiores, entre los que se encuentran personas ilustres, ignoran lo que le planea en los superiores. A esta altura de la historia hay todavía, muchos católicos, que no ´comemos vidrio´.”

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