Macri pega un volantazo económico aunque no ensancha su espalda política

Con algo de demora, el Gobierno reconoció que el país atraviesa una “emergencia” económica. Así justificó la imposición de retenciones generalizadas a la exportación, que el presidente Mauricio Macri resistió durante dos años, pero a las que su administración tiene que recurrir ahora de urgencia porque los números no cierran. Mientras que en el plano político, la reestructuración del Gabinete no sumó figuras de peso y se limitó a un achique de ministerios.

Hay otros dos elementos con los que el Gobierno parece haber claudicado en su lineamiento económico original, tras el fracaso del “gradualismo” y la necesidad de acudir al FMI. Uno de ellos es la ampliación de los planes sociales –sobre los que siempre dijo que lo ideal sería reemplazarlos por programas de trabajo- y otro es la extensión de Precios Cuidados, que implica un grado de intervención que no condice con el libre juego del mercado.

Eso sí: el mensaje presidencial inauguró una nueva épica de sacrificio ciudadano ante la crisis, alejada del discurso optimista que impusieron Marcos Peña y Durán Barba. Pero algo se mantiene en pie: el anti-kirchnerismo político: “Los argentinos nos eligieron porque somos distintos de un pasado que rechazan”, advirtió el Presidente en un mensaje de 25 minutos, grabado dos veces en el Salón Blanco de la Casa Rosada, por lo que la emisión se demoró más de una hora.

En ese interín, según pudo constatar EL DIA, circularon versiones de todo tipo sobre la composición del Gabinete. Fueron los ecos de lo que había sucedido el fin de semana en la quinta de Olivos, donde Macri y sus funcionarios –además de figuras del PRO como María Eugenia Vidal- discutieron las medidas anunciadas ayer pero también negociaron por el Gabinete. De hecho, Dujovne estuvo a punto de salir del Gobierno, reemplazado por Carlos Melconian.

En la conferencia de prensa que ofreció en el Palacio de Hacienda tras el mensaje de Macri, Dujovne dijo que no se le “pasó por la cabeza abandonar al Presidente”, pero lo cierto es que en las semanas previas llegó a renunciar en dos oportunidades. Por eso el mandatario consultó a Melconian, quien sin embargo puso condiciones “incumplibles” para conseguir plenos poderes frente a Peña y al titular del Banco Central, Luis Caputo.

Así las cosas, Dujovne fue ratificado pero ahora su cargo ya no es ministro de Hacienda sino de Economía, a la usanza tradicional, lo que indicaría que tendrá más capacidad de maniobra que hasta ahora. Ayer no pasó inadvertido que Gustavo Lopetegui, quien ya no es vicejefe de Gabinete sino asesor presidencial, estuvo pegado toda la jornada a Dujovne. Pero también hay quienes piensan que el ministro quedó algo desgastado.

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El que brilló por su ausencia en la Rosada fue Mario Quintana. El hombre que acumuló un poder notable en los últimos dos años, ya no forma parte de la administración, pese al infructuoso respaldo de Elisa Carrió. En su lugar fue designado Andrés Ibarra, quien fuera ministro de Modernización y acompaña a Macri desde siempre. Ahora se encargará del manejo presupuestario del Gobierno, mientras que Peña se enfocará en las cuestiones políticas.

Ahí residen justamente los reparos que ponen tanto sectores del oficialismo como de la oposición a la forma de conducirse del macrismo. El peronismo no kirchnerista –léase algunos gobernadores, Pichetto y Massa- sigue aguardando que el Gobierno proponga un acuerdo político para avanzar con el Presupuesto 2019, que le brinde un paraguas a la fría discusión técnica, pero Peña no es propenso a facilitarlo. También los radicales reclaman ese entendimiento.

Los devaneos que el fin de semana hubo en torno a la figura de Ernesto Sanz, uno de los socios fundadores de Cambiemos junto al propio Macri y a Carrió, muestran que la UCR pide más espacio en el Gabinete –de hecho reclamó el Ministerio del Interior- y le condiciona al Presidente el acceso a figuras de mayor volumen político, como Alfonso Prat Gay y Martín Lousteau, sondeados sin éxito para la Cancillería y Educación.

A Macri no le alcanza con el respaldo incondicional de Carrió, que amaga con provocar conflictos internos pero lo hace a modo de veto para otros dirigentes del arco oficialista.

Aún así, el PRO insiste con su receta basada en la “nueva política”. La ganadora visible de la reestructuración del Gabinete fue Carolina Stanley, la ministra de Desarrollo Social que también tendrá a su cargo desde ahora la cartera de Salud y –por si eso fuera poco- la Seguridad social, que tiene su base en la ANSeS. También sorprendió que un recién llegado como Dante Sica avanzara sobre las áreas de Trabajo y Agroindustria.

El libreto original del PRO también apareció en el discurso de Macri, que ensayó una afirmación de Cambiemos por vía de la contraposición con Cristina Kirchner, quien a la misma hora de los anuncios gubernamentales ingresaba a los tribunales. Pero en medio de la “emergencia”, que en rigor es una crisis, el Gobierno aplicará retenciones, tal como se hizo “en forma transitoria” desde 2002 y durante todo el kirchnerismo.