¿Dónde va el dinero del petróleo?

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BAGDAD

Olas de protestas estremecen Bagdad y las provincias del sur de Irak y los manifestantes piden la caída de un establishment político que según ellos no los representa.

La agitación es alimentada por una economía en la que fluye el dinero del petróleo pero que no genera empleos ni mejoras en la vida de los jóvenes, que son quienes están detrás de las protestas. Dicen que están hartos de la corrupción del gobierno y de la paupérrima calidad de los servicios básicos.

Al menos 320 personas han muerto y miles han resultado heridas desde que comenzaron las protestas el 1ro de octubre. “No tenemos trabajo y somos pobres, pero todos los días vemos los resplandores de los campos petrolíferos’’, dijo Huda, un activista de Basora, la provincia que produce el grueso de las exportaciones de crudo de Irak. “¿Adónde van los millones?’’, preguntó.

El petróleo representa hasta el 90 por ciento de los ingresos del Estado. El presupuesto nacional de este año de 79.000 millones de dólares se basó en un pronóstico de exportaciones de casi cuatro millones de barriles diarios a un precio de U$S 56 el barril. La economía iraquí mejoró en 2019 a raíz de un aumento en la producción de petróleo. La población, no obstante, no ve nada de esa bonanza. El desempleo es del 11 por ciento y un 22 por ciento de la población vive en la pobreza, según el Banco Mundial. Uno de cada tres iraquíes jóvenes no tiene trabajo.

La repartición del poder que se acordó en Irak permite a las elites políticas gobernar a partir de consensos y de acuerdos informales, restando peso al parlamento y alienando a buena parte de la población. Se estableció un sistema de cuotas en el que los recursos son compartidos por los líderes políticos, cada uno de los cuales procura agrandar su red clientelar y ganar apoyo. Con ese fin, los líderes ofrecen empleos estatales y se aseguran la lealtad de la gente.

Esta táctica ha agrandado el sector público y drenado el presupuesto nacional, dejando poco dinero para invertir en proyectos de infraestructura y sociales. En el presupuesto de 2019, el sector público representó casi el 40% de los gastos.

Es difícil rastrear el uso que se le da al dinero ya que hay poca transparencia en Irak.

Los líderes iraquíes se han mostrado renuentes a reformar el sistema, que según expertos no se puede sostener porque los recursos son limitados y hay una excesiva dependencia del volátil mercado del petróleo.

 

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