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Revista Domingo |LOS AFECTOS, EN VIDEOCONFERENCIAS

Tendencia: padres e hijos separados y los contactos virtuales en tiempos de cuarentena

El aislamiento social encuentra a muchas familias con distancias que deben sortearse con la ayuda de la tecnología

Tendencia: padres e hijos separados y los contactos virtuales en tiempos de cuarentena

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12 de Abril de 2020 | 07:59
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Está claro que, en tiempos de cuarentena, todo se hace más difícil. Y que las distancias lo incluyen casi todo. Entre ello, a los propios hijos, especialmente en el caso de padres separados a los que el aislamiento sorprendió en casa de uno o de otro, y en la que muchas veces el contacto se ve limitado a la ayuda de la tecnología. Es así que entre malabares para combinar trabajo con tareas de cuidado o, a la distancia, intentando colaborar y mantener virtualmente el contacto lo más estrecho posible, madres y padres separados deben transitar el aislamiento lejos de sus hijos o con traslados mínimos, acordes a las excepciones dispuestas en tiempos de cuarentena para mitigar la propagación del coronavirus.

“La casa está muy silenciosa y como generalmente era yo la que pasaba más tiempo con él, lo extraño mucho, pero decidimos que se quedara con el padre porque era lo más seguro”, cuenta Eva, una mujer cuyo trabajo se encuentra exceptuado del “aislamiento social, preventivo y obligatorio”.

Separada del padre de su hijo de 9 desde hace 6 años, Eva intenta colaborar con la rutina a la distancia a través de las herramientas que ofrece la tecnología: “Cuando no está ocupado jugando en línea y me da bola, hacemos videollamadas, lo ayudo con la tarea, leemos textos que proponen en el colegio, que le está dando mucha tarea, y trato de ayudar con lo que puedo desde casa”, dice, para agregar que “tenemos contacto todos los días y las preguntas suelen ser siempre las mismas: ¿cómo estás? ¿Cómo te sentís? ¿Qué comiste? ¿Estás aburrido? Y siempre estoy pendiente de decirle que no se acueste tarde, que se levante más temprano y no pierda la rutina, pero es imposible porque ya se perdió”.

“Son días en los que tenemos que tratar de extremar las medidas para cuidarnos todos”

 

Según las disposiciones del Gobierno nacional, y partiendo de la premisa de que los niños se encuentran incluidos en el aislamiento social, preventivo y obligatorio, existen tres excepciones previstas para sacarlos a la calle: el regreso a la casa que es su centro de vida, razones laborales, y por enfermedad de quien está a cargo del cuidado del niño. En esos casos, quien se encargue del traslado deberá llevar una declaración jurada y el DNI del menor de edad.

“Nosotros tenemos que trabajar los dos, así que nuestra hija pasa mitad de la semana en cada casa, va del auto a la puerta y de la puerta al auto, pero no tenemos otra opción porque tiene 4 años y no puede quedarse sola”, describe Guido, un reportero gráfico freelance.

“Es muy intenso -relata- no es lo mismo compartir las tareas con alguien que estar solo; y si bien bajó mucho el trabajo tengo que hacer las cuatro comidas, limpiar, bañarla, jugar, prestarle atención, tratar de que no mire tele todo el día”.

Otro caso es el de Diego, quien es arquitecto y desde que se decretó el aislamiento el 19 de marzo pasado no ve a ninguno de sus tres hijos. “Decidimos que se quedaran con la madre porque es donde pasan la mayor cantidad de tiempo y es donde tienen todas sus cosas, pero la verdad es que se hace difícil”, sostiene.

“Hablamos todos los días por teléfono -señala- a veces arreglamos videoconferencias familiares, ellos están bien, hacen la tarea, están en línea con sus amigos y si bien tienen ganas de venir a casa, no es el momento todavía. La realidad es que el vacío afectivo se siente, pero la tecnología ayuda y el hecho de estar acostumbrados a la dinámica de ser una familia de padres separados nos tiene a todos un poco más acostumbrados a transitar la distancia”.

Patricia es traductora pública, hace “home office” desde hace años y es madre de Romina, de 21 años, y Pablo de 16, y apunta que “con mi ex marido no teníamos un acuerdo formal, los chicos iban arreglando con nosotros según la semana y si bien al principio se habían quedado los dos conmigo, al día dos mandé al adolescente con el padre. Es difícil, mi oficina es mi casa y al trabajo full time tenía que sumar los quehaceres domésticos, cocinar, perseguirlos a los dos para que ordenen, ayuden, estudien, hagan la tarea y no se peleen, así que al segundo día nos dividimos con el padre uno y uno”. Patricia señala que a nivel económico el acuerdo que tenían no se modificó y que a la ausencia intentan reemplazarla por “contactos telefónicos cotidianos, y a veces videollamadas”.

“La verdad es que confío bastante en cómo lo cuida, no 100 por ciento como si estuviese conmigo -aclara- pero estoy tranquila y eso hace que lleve mejor este momento en que no estamos juntos”.

LAS RELACIONES Y LAS NORMAS

Sabrina es una abogada que atraviesa por la misma situación que miles de argentinos, y desde su condición aclara que “el deber alimentario no debe suspenderse, y de hecho el padre o madre que no se quede al cuidado del hijo, dentro de lo posible debería reforzar la cuota alimentaria, pues los días en que los chicos no lo visiten generarán un impacto sobre el presupuesto de quien se quede con ellos, que debe intentar ser morigerado para no privarlos de su derecho alimentario”.

En este marco, las recomendaciones oficiales apuntan a fomentar los lazos tecnológicos.

“En virtud de la situación de excepcionalidad, y respecto de sus progenitores, se trataría de un supuesto de cuidado personal unilateral, debiendo el progenitor conviviente llevar adelante todo lo que esté a su alcance para que los/las hijos/as mantengan una fluida comunicación con el progenitor no conviviente, y en este contexto excepcional, tal fluidez implicaría profundizar los medios tecnológicos”.

La clave -dicen por otra parte los expertos- es no estar buscando salvoconductos para evadir las reglas. “Lo importante es tener una mirada que no esté ajena al decreto en el que se dispuso el aislamiento social para hacer frente a la emergencia. Esto es, si aún se está dentro de una excepción, no andar yendo y viniendo, subiendo a un transporte público. Son días en los que tenemos que tratar de extremar las medidas para cuidarnos todos”.

Sofía Harari, abogada especialista en familia e integrante del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género -ELA-, advierte que, para una cuarentena general como la que se vive, hay que tener en cuenta si el cuidado de los chicos está bajo un régimen compartido o unilateral, como el tradicional régimen de visitas en el que el menor vive con uno de los padres y dos o tres veces por semana ve al otro.

“En el caso del régimen unilateral -explica- el menor se queda en la casa del padre conviviente hasta que termine la cuarentena, lógicamente porque es donde vive, donde están sus cosas. En el caso de cuidado compartido, por ejemplo, se puede prever que el menor se quede una semana con el padre y la otra con el otro, pero hay que reducir al mínimo los traslados”.

“No hay una única forma de resolverlo y como no existe una normativa al respecto y los tribunales permanecen cerrados salvo casos urgentes, la rutina durante la cuarentena responderá a arreglos privados entre los padres en los que tiene que primar el sentido común y la responsabilidad hacia la comunidad -agrega- tanto para grandes como para chicos los traslados deben evitarse lo más posible.

EL ASPECTO SANITARIO

En este contexto de cuarentena, y más allá de los acuerdos a los que lleguen los padres, hay que estar atentos a la salud de los chicos y también de los padres, y la prevención es fundamental.

En este sentido, el pediatra Luciano Vizcay asegura que en estos casos debe primar el sentido común, donde es fundamental evaluar las probabilidades de riesgo.

“Si sabemos que uno de los dos padres está en cuarentena porque vino del exterior -refiere- por supuesto que no tiene que estar en contacto con el chico. Si uno de los padres tiene algún contacto con un paciente que es positivo, tampoco. Si ninguno de ellos tiene riesgo y no están muy lejos uno de otro, se podría desplazar el niño a la otra casa en un automóvil, por supuesto, no en un transporte público, y siempre reduciendo al mínimo los traslados. De todas maneras, si bien sabemos que el automóvil de alguna manera aísla, siempre hay que tomar las medidas de higiene al entrar a la casa, lavándose las manos con agua y jabón, algo fundamental que tenemos que incorporar a nivel cultural”.

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