¿Salud o dinero?, el dilema de cuarentenas
Edición Impresa | 14 de Abril de 2020 | 03:57

Aritz Parra
Columnista de AP
Mientras la pandemia del coronavirus deja a millones de personas sin empleo y devasta economías en todo el mundo, los gobiernos afrontan el dilema entre mantener a la gente a salvo de un virus muy contagioso y asegurarse de que sigan teniendo forma de ganarse la vida. Los trabajadores de sectores no esenciales volvieron a su trabajo en España, uno de los países más afectados por el coronavirus, mientras las autoridades en Corea del Sur adviertieron de que los peleados avances en la lucha contra el COVID-19 podrían perderse si se suavizan las restricciones.
Las decisiones se complican aún más porque cada país tiene su propia curva de contagio. Territorios como Gran Bretaña, Japón y partes de Estados Unidos siguen registrando cada vez más muertes e infecciones, mientras que Francia y Nueva York confían en estar estabilizando sus considerables cifras de muertes con más cuarentena, y países afectados como Italia y España registran descensos en los datos de nuevos fallecimientos y contagios.
En un intento por reanudar la producción industrial, el gobierno de Pedro Sánchez permitió el regreso de los trabajadores a algunos puestos en fábricas y construcción. Los comercios y servicios minoristas permanecen cerrados y se instó a los oficinistas a seguir trabajando desde casa. Las autoridades españolas indicaron que mantendrían al menos dos semanas la prohibición de salir de casa salvo para comprar comida y medicamentos, dentro del estado de emergencia en el país. “(España) está más expuesta a la crisis, ya que depende más de servicios como el turismo, muy afectados por la pandemia. Ese hecho diferencial, muy probablemente, implicará una recesión más profunda’’, dijo al periódico La Vanguardia el vicepresidente del Banco Central Europeo, Luis de Guindos.
Sin embargo, algunos políticos y expertos en salud afirma que suavizar las restricciones es prematuro en un país que ha sufrido más de 17 mil muertes y reportado casi 170 mil infecciones.
Por su parte, el primer ministro de Pakistán, Imran Khan, apeló a los países más ricos del mundo y a las instituciones financieras internacionales pidiendo alivio de la deuda de los países pobres, donde las cuarentenas obligatorias están arramplando con economías ya maltrechas y causando un hambre generalizada entre los pobres. Khan suavizó la semana pasada las restricciones en su país para permitir que la industria de la construcción, donde trabaja la gran mayoría de jornaleros del país, volviera a trabajar.
En Corea del Sur, el primer ministro, Chung Sye-kyun, dijo que las autoridades estudiaban nuevas recomendaciones que permitieran “ciertos niveles de actividad económica y social’’, al tiempo que se mantenían las distancias para frenar la expansión del virus.
El nuevo epicentro de la pandemia es ahora Estados Unidos, donde han muerto más de 20.000 personas, la cifra más alta del mundo. En torno a la mitad estaban en el área metropolitana de Nueva York, aunque las hospitalizaciones han bajado en ese Estado y otros indicadores sugieren que el confinamiento y el distanciamiento social están funcionando.
En todo el mundo se han reportado más de 1,8 millones de casos, y más de 114.000 personas han muerto, según la Universidad Johns Hopkins. Pero las cifras están por debajo de la dimensión real de la pandemia debido a la falta de análisis, un conteo desigual de los fallecidos y a que algunos gobiernos lo minimizan de forma deliberada.
“Las decisiones se complican aún más, porque cada país tiene su propia curva de contagio”
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