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Las historias de ex futbolistas que cambiaron la cancha por los hospitales y cómo viven este dramático momento
Walter Epíscopo
wepiscopo@eldia.com
Cuando empezaron a jugar al fútbol en infantiles solo querían ir detrás de la pelota. Con el correr de los años soñaban con llegar a Primera, tal vez la Selección, o por qué no, ser vendidos para jugar en el exterior. Por esas cosas de la vida y el fútbol, todo fue cambiando y los sueños también. Fernando García, Alejandro Rojas y Santiago Gamba, cada uno por su lado hoy están “jugando” otro partido, muy lejos de históricos refranes futboleros como “esta definición es de vida o muerte”, hoy en día con el coronavirus realmente está en juego la vida o la muerte.
Lejos de las canchas de fútbol, hoy García, Gamba y Rojas tienen puesta cada uno desde su lugar, la camiseta de la salud y enfrentan día a día a la pandemia saliendo de sus hogares. Hay muchos ejemplos de futbolistas que eligieron el camino de la salud. Los doctores Raúl Madero y Carlos Bilardo en sus épocas en Estudiantes; los casos de los ex arqueros de la década del ´80, Roberto Peidró y Alejandro Lanari; más acá en el tiempo el defensor Juan Manuel Herbella; o desde el ascenso, el delantero Sebastián Neuspiller. En nuestra Ciudad, también el histórico goleador de Villa San Carlos y actualmente uno de los técnicos de la Reserva de Gimnasia, Leandro Martini, que es odontólogo. Tan solo son algunos ejemplos.
“Estamos laburando con un nivel de presión terrible ”, expresó Fernando García, quien trabaja en el Español
No son días fáciles y en cada hospital hay cierta tensión, pero la guardia está preparada para enfrentar lo que venga. Así lo cuentan tres protagonistas que desde diferentes sectores de la salud le ponen el pecho en cada jornada laboral.
Fernando García es categoría ´77. Jugaba de segundo marcador central. Hizo todas las inferiores en Gimnasia. Cuando le faltaba poco para la posibilidad de firmar contrato, le sacaron un sobrehueso que tenía arriba de la rodilla, se contaminó con un virus hospitalario y luego se quebró caminando. “Ahí se terminó mi carrera deportiva”, dice el Pájaro, que recuerda, “tuve la suerte que en ese momento estaban en el Club Mario Griguol y Pelusa Bedogni, que nos inculcaban estudiar. En ese momento hice la rehabilitación con el Beto Márcico cuando se había roto el Tendón de Aquiles. Lo recuerdo como un tipo con una calidad humana maravillosa, que me aconsejó mucho y me ayudó a sobrellevar todo lo que era la lesión que tuve. Yo era un pibe de 17 ó 18 años que se levantaba pensando en fútbol, se acostaba pensando en fútbol, dormía y soñaba con fútbol, y de repente se te corta la carrera. Por eso agradezco a Dios haber tenido en el camino a toda esa clase de gente al lado que te inculcaba que estudies. Así estudié instrumentación quirúrgica, después radiología y también me puse a estudiar kinesiología aunque no la pude terminar. Pero siempre ligado a la salud, tal vez por lo que me tocó vivir por las lesiones me fui para ese lado”, dice.
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Fernando hoy está en el Hospital Español. “Estamos laburando con un nivel de presión terrible. Por ahí hay gente que no toma conciencia de lo que está pasando, pero uno que está en el ambiente hospitalario veo todo lo qué pasa. Estoy en la parte de seguridad del Hospital, soy la primer línea, recibo a todo el que entra. El que está con un posible caso de coronavirus o el que entra con un dolor en el estómago. Estamos bastante expuestos y por eso el nivel de presión con el que trabajamos es muy grande, y tratando de prepararnos para lo que se viene. Todos nos estamos preparando, somos 600 empleados y pensá que detrás de esos 600 empleados a su vez hay una familia. Por eso extremamos las medidas porque se puede llegar a complicar la vida de cada uno y sus familias. A eso voy cuando digo sobre la presión que sentimos”.
García tiene a Delfina de 10 años y a Mariano de 2 años y medio, y el miedo a contagiarse obviamente está, más allá de extremar las precauciones. “Es un protocolo que tengo cuando salgo de mi casa, y se hace muy difícil... El nene llora y se hace complicado (Fernando hace una pausa, se le entrecorta la voz pero sigue) Todos tenemos un protocolo personal y también en el Hospital. Hoy uno valora mucho lo que hacía de compartir un mate. Mi señora también trabaja en el Hospital así que el nivel de tensión y la carga es muy grande. En el Hospital decimos, ´vamos a la trinchera´ cuando llegamos. Y es despedirte de tu hijo y no saber si podrás volver o no, porque si me llego a contagiar me tengo que quedar en cuarentena y no se cuándo lo volveré a ver y es chiquito. Pero bueno, hay que hacerlo y no me quejo, no cambiaría por nada mi trabajo y me gusta trabajar en salud”, afirma.
Se muestra apasionado y también emocionado por algunas situaciones. “Siento que en estos momentos hay una comunión muy grande entre los trabajadores, donde no hay sectores. Estamos tratando de ayudar al otro en lo que se pueda, dando apoyo. Todos son importantes, desde los médicos, que nos explican todo a los que por ahí no tenemos los conocimientos necesarios, hasta los mucamos que se meten en un contenedor o un ascensor posiblemente contaminado, a limpiarlo. Es entender que no estamos solos en esto y que nos apoyamos entre todos. Vamos a seguir poniéndole el pecho a esto, y estoy seguro que entre todos vamos a salir adelante”.
En las temporadas ´98-´99 Cambaceres se consagró bi campeón al haber ganado los dos torneos del año y de esta manera logró el ascenso directo a la Primera “B”. Su arquero era Alejandro Rojas, que por ese entonces la venía peleando soñando con pegar el salto a alguna categoría mayor, pero una lesión cortó al tiempo sus objetivos. “Soy categoría ´75. Arranqué en infantiles en Estudiantes, estuve un año y pico y por ejemplo fui compañero de la Bruja Verón. Después las divisiones inferiores, lo que es juveniles lo hice en Gimnasia y con edad de Quinta pasé a Defensores de Cambaceres donde llegué a jugar en Primera hasta el 2001. Tenía osteocondritis en la rodilla izquierda, tuve tres operaciones, es una lesión complicada y más para un arquero con el tema de las caídas y todos los trabajos específicos. Se me hacía muy doloroso y hasta me costaba terminar los entrenamientos. Así que terminé esa temporada y me retiré”, cuenta Ale.
Vendrían trabajos en comercios, en Escuelas de Arqueros privadas y hasta en las inferiores del Lobo, pero un día llegó una oportunidad fuera de todo eso. “Se dio la posibilidad de entrar en el Hospital de Romero y no lo pensé. Estuve trabajando en la parte de la cocina, y hoy en día estoy en un sector administrativo donde me siento muy bien”, cuenta Rojas, que hasta hace poco estuvo trabajando como entrenador de arqueros en Chacarita con el primer equipo, como parte del cuerpo técnico del entrenador José María Bianco. “Como trabajo por la tarde en el Hospital, eso me posibilita por ahí estar en fútbol a la mañana y fue una muy linda experiencia con el Chaucha y Germán Noce que es su ayudante de campo y me llevaron a Chaca”, cuenta.
Alejandro no está solo y el ir todos los días al hospital sabe que en el marco de una pandemia como la que estamos pasando, es un riesgo muy grande. “Con mi señora tenemos dos hijas, María Sofía de 13 años y Lourdes Victoria de 3. Cuando vuelvo a casa cumplo con todo un protocolo. Me saco toda la ropa afuera y voy directamente a la ducha y recién después de que me pegué un baño saludo a todos. Al principio la chiquita no lo entendía pero ahora se va acostumbrando. En el trabajo también estamos con muchísimos recaudos, intensificamos la higiene, usamos barbijos”.
Estando dentro de un hospital sabe que esto recién comienza, “y sí, como se dice, se espera lo más fuerte en algunas semanas, así que estamos preparándonos todos para hacer frente a lo que venga. Por ahora lo llevamos bien, pero estamos a la expectativa de lo que pueda venir”.
Santiago Gamba mide cada palabra y cuenta cada detalle con precisión. Es kinesiólogo, trabaja en rehabilitación de pacientes crónicos en el Hospital de El Dique de Ensenada (ex Naval), además hace guardias en el Hospital General de Agudos “Dr. Cosme Argerich” en Capital Federal y da clases en la Universidad Nacional “Arturo Jauretche”, en Florencio Varela. “También hice la carrera de Osteopatía, que es medicina manual. Hoy la actividad si bien es hospitalaria, gira en torno a la kinesiología y a la osteopatía tanto en el ambiente público como en el privado. Soy una de las personas que no está en absoluta cuarentena porque estamos medio como acuartelados en todos los hospitales, atentos a como se vaya a desarrollar la pandemia acáen la Argentina. En mi caso, por ahora más a la expectativa de lo que pueda pasar que haciendo algo. Está todo preparado y organizado como para recibir a los pacientes, estamos expectantes por como se pueden llegar a desarrollar las cosas”, cuenta.
“No estoy en absoluta cuarentena porque estamos como acuartelados en todos los hospitales” (Gamba)
Hoy, alejado totalmente del ambiente futbolístico, comienza a contar lo que parece que fue otra vida, antes de su carrera médica. “Hice infantiles y juveniles en Gimnasia, estuve desde los 5 años hasta los 20 más o menos. Jugaba de defensor, generalmente de marcador de punta izquierdo”, dice, y pregunta, “¿querés saber cómo llegué a Gimnasia? Fue por una publicación del diario EL DIA que la ve un tío mío a fines del año ´81. Yo me la pasaba jugando a la pelota, le rompía la paciencia a todos con la pelotita todo el día. Así que fui a infantiles que se estaba formando la categoría ´75, me ficharon y en el ´82 arranqué a jugar y estuve hasta fines del ´94. Ahí llegó el momento al finalizar Cuarta División donde firmás contrato o te vas, algunos firmaron pero la mayoría nos tuvimos que ir”. La medicina aún no se cruzaba en su vida por que el fútbol le daría algo más: “En el ´96 medio de casualidad se dio todo. Hugo Frontini era el técnico de Villa San Carlos y un primo suyo vivía frente al taller de mi padre que es carpintero. Le avisó y terminé yendo a una prueba, y con una sola práctica de fútbol Hugo me fichó. Jugué 2 años, en esa época jugábamos en la ´D´, estaba todo muy mal. Era todo a pulmón. Pero te digo algo, las amistades que hoy en día tengo, son las que me quedaron en la Villa, se forjaron ahí, de Gimnasia ni me quedaron contactoscasi. Soy hincha de Gimnasia por una cuestión familiar y porque lo llevo en la sangre, pero también de San Carlos porque lo adquirí. San Carlos es de esos clubes especiales, su gente te contagia, la gente que está en Berisso alrededor del Club te contagia su fervor”, dice Santi.
La pelota dejaría de rodar, y si bien se mantiene en buena forma física, la medicina ocuparía ahora su tiempo. “En el ´98 dejo de jugar en San Carlos y me pongo a estudiar kinesiología. Yo siempre había tenido intenciones de dedicarme a la salud pero no sabía bien en qué meterme. Algo me gustaba de kinesiología desde cuando jugaba en las inferiores en Gimnasia que estaba Carlos Budzisch, pero después conocí a Jorge Murúa (actual kinesiólogo del plantel profesional de Gimnasia) y me ambientó más en lo que era el trabajo de la kinesiología. En 2005 me recibí y trabajé unos meses con Jorge. Después me metí en el ámbito hospitalario que era lo que me gustaba”, cuenta.
Como para cualquier facultativo, hoy cada momento es de riesgo. “No tengo miedo, solo tomo precauciones y cuidados”, confiesa Gamba, que añade, “desde que se decretó el aislamiento obligatorio dejé de ver a toda la familia. Tengo 2 hijos, Franco de 12 y Sol de 5 años, ellos están con su madre y hablo por videollamada casi todas las noches. No me veo con amistades, tampoco con mis padres que son personas mayores, aunque estoy a disposición por si necesitan que les haga alguna compra. No tengo miedo, sino que me cuido en todo lo que puedo y mantengo los cuidados normales de siempre”.
Más allá de ir al hospital y a las guardias, como quedó dicho, Santiago da clases, y su materia es Anatomía. Esto también ha cambiado en la rutina de su vida. “Con toda esta situación que estamos viviendo se cortó la actividad presencial en la Universidad, pero estamos incorporando lo que es la educación virtual. Desde el lunes 13 de abril pasado y hasta mediados de julio, estaremos con educación virtual, para lo que nos tuvimos que preparar también este último tiempo”.
Fernando García, hoy trabaja en el Hospital Español / EL DÍA
Alejandro Rojas, ex arquero del Cambaceres bicampeón / EL DÍA
Santiago Gamba, otro ex jugador que trabaja en salud / EL DÍA
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