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Despertarse a la madrugada y no poder conciliar el sueño, una dificultad que especialistas consideran “en aumento”. Claves para un descanso mejor
El 2020 dejó muchas cosas negativas a partir de la pandemia, incluidos los encierros obligados por la cuarentena, y en este 2021 la mala noticia es que el coronavirus sigue allí afuera, amenazante, generando preocupaciones que, en muchos casos, tienen como consecuencia un trastorno en aumento, el de dormir mal, cuadros en los que muchos pacientes describen despertarse a cualquier hora de la madrugada, sentirse ahogados y tener que levantarse, y desde allí luchar a contramano frente a las horas durante el resto del día. También, los que registran sueños “distintos” a los de antes.
Especialistas en la materia refieren que la acumulación de estímulos de la mente, la falta de contacto social, de descarga motriz o actividades perdidas de la vida anterior a la pandemia, afectan el descanso y se canalizan por el insomnio y un reposo muy liviano, donde se está “muy cerca de la vida consciente y los sueños son más vívidos”.
“Todo el exceso de estímulos que absorbe nuestra mente, a causa del hecho traumático de la pandemia, se canaliza por el insomnio y el sueño muy liviano, donde estamos muy cerca de la vida consciente”, explica la médica psicoanalista Claudia Borensztein, de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA).
Borensztein puntualiza que “muchas veces nuestro sueño es muy liviano porque nuestra mente está trabajando excesivamente para digerir los estímulos permanentes de pantallas e información constante, y está muy cerca de la conciencia, es como un sueño de alerta. En estos casos, realizar ejercicio físico diariamente ayuda mucho, porque se logra descansar mejor, pero tampoco hay que exigirse demasiado, hay que hacer lo que se pueda y hay que perdonarse por no hacer todo”.
Las alteraciones del ciclo de sueño afectan al sistema inmunológico, y por lo tanto hacen que aumenten las posibilidades, también, de enfermarse.
El biólogo e investigador del Conicet Diego Golombek, afirma que “si no dormimos bien, o dormimos poco o a deshoras, las consecuencias son múltiples. La gente comenta anecdóticamente que duerme mal, que duerme a cualquier hora o que sueña raro, pero un adecuado ciclo de sueño-vigilia es fundamental para la salud y la calidad de vida”.
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“Cuando una persona se va a dormir más tarde sistemáticamente, acompañada de pantallas (televisión o celulares) y se despierta más tarde, se deja de exponer a las horas de luz de la mañana, que son las más importantes para poner en hora el reloj biológico, y allí comienza el desfasaje”.
Especialista en Cronobiología, una disciplina que estudia los ritmos biológicos de los seres vivos, Golombek señala que “el ritmo circadiano es el ciclo natural de cambios físicos, mentales y de comportamiento que experimenta el cuerpo en un ciclo de 24 horas. Se ven afectados principalmente por la luz y la oscuridad, pueden afectar el sueño, la temperatura del cuerpo, las hormonas, el apetito y otras funciones del cuerpo. Cuando este ciclo se rompe, y especialmente cuando esta alteración es crónica, sabemos que tiene consecuencias en el metabolismo y en el sistema inmune del organismo”.
“El ciclo de sueño-vigilia – explica por su parte Pablo López, de la Fundación INECO- involucra tanto nuestras rutinas del día como las de la noche, razón por la cual los cambios en cualquiera de ellas afectan al sueño. Este ciclo es regulado por la presencia de luz, así como también por la alimentación y el ejercicio físico. Pero el contexto de pandemia se asocia con un aumento de
la ansiedad y cambios del estado de ánimo, que también impactan en el sueño, que cumple un rol central en la regulación emocional, por lo que las dificultades para dormir afectan el funcionamiento emocional del día siguiente”.
Respecto a la fisiología del sueño, el psiquiatra Harry Campos Cervera, de la Fundación Favaloro, describe que “el sueño es una forma de mantener activos los aprendizajes motores cuando los músculos están paralizados en la etapa REM, pero cuando nos movemos menos, el sueño mantiene activo elementos motores de nuestro cuerpo”.
Con respecto a los temores que genera el coronavirus y su incidencia en el sueño, el médico Esteban Liberczuk destaca que “lo más importante es salir de la sensación de parálisis, de shock y de todo lo que está generando externamente esta situación de pandemia. El sueño es nuestro refugio, porque nuestro sistema inmune y energético necesita poner algo de lo propio en esa situación, es una forma de inventar una realidad y darle un sentido a esta situación De lo contrario aparecen el pánico y la parálisis, y nuestro sistema inmune está relacionado con esto, porque la parálisis disminuye los linfocitos”.
“El sueño es un proceso fisiológico vital a través del cual el organismo logra su restauración, homeostasis, termorregulación y conservación de la energía, y durante el sueño profundo se consolidan la memoria y el aprendizaje y se fortalece y repara el sistema inmune, entre otras funciones. Pero con el paso de los años disminuye la duración del sueño nocturno, que tiende a ser más fragmentado. Mientras que un niño de uno a tres años necesita dormir entre 10 y 12 horas por día, un adulto mayor puede estar bien con sólo seis”, apunta la doctora Cecilia Calvo, especialista en Medicina Familiar, quien entre las estrategias para mejorar el descanso destacó “adquirir una rutina, como acostarse y levantarse a la misma hora; evitar dormir siesta o tomarla antes de las 15 y por no más de media hora, acondicionar la habitación para evitar estímulos que puedan alterar el sueño, y evitar fumar, comer abundantemente y beber mucha agua y cafeína en las últimas horas del día”.
“El ciclo de sueño-vigilia involucra tanto nuestras rutinas del día como las de la noche”
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