Comercios a un año de la cuarentena: reconversión, incertidumbre y deudas

Pasaron más de un semestre cerrados en la mayoría de los casos y el regreso a la actividad fue paulatino. Algunos cambiaron de rubro y otros se reacomodaron a las circunstancias como pudieron para sobrevivir

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Hoy se cumple un año desde que se impuso el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), una decisión que llegó con la pandemia de coronavirus y cambió la vida de casi todos los rubros de la actividad económica. El comercio fue uno de los más golpeados. EL DIA obtuvo testimonios dramáticos, llenos de preocupación, en distintos rubros de la actividad, que exponen de manera directa cómo atravesaron el inédito y extenso plazo de falta de actividad, ingresos y caídas abruptas de perspectivas, planes, ilusiones. Algunos pudieron resistir para reabrir en el último tramo del año, otros lograron reconvertirse con enorme esfuerzo pero sumando deudas y compromisos financieros, también están los que pudieron reacomodar estructuras para recibir a sus clientes y permanecer en la lucha diaria con el objetivo de recuperar terreno.

Uno de los casos más llamativos fue el de Oscar, que tenía una casa de fiestas (infantiles, despedidas, casamientos, entre otros) y decidió reconvertir el espacio en una cervecería.

Numerosos comerciantes tuvieron que renegociar los contratos de alquiler

 

“Tuve que transformar el salón de fiestas en bar, cervecería o restaurante. Hace 45 días, pude arrancar otra vez, con nueva inversión. Estamos endeudados, con una situación muy difícil. Es complicado de verdad lo que vivimos. Tuvimos un año sin ingreso ni esperanzas, ni saber hacia donde vas. La vida cambió abruptamente”, dijo Oscar, en su local de 11 entre 56 y 57, donde hace casi una década comenzó con su actividad como salón de cumpleaños infantiles y luego fue sumando rubros, hasta que la segunda quincena de marzo de 2020 le cambió los planes por completo.

“Trato de ser optimista. En mi caso pude hacer algo, otros cerraron, pero con esto no sabes si seguís acumulando deuda, es un rubro nuevo, damos un servicio bárbaro, pero cuesta insertarse. Ahora vuelve el frío y nos volvemos a preguntar. ¿Ahora qué?, ¿que pasará con el consumo de cerveza?, ¿que ocurrirá desde lo sanitario?”.

“Nuestro local está en el Centro, a dos cuadras de plaza Moreno. Miramos hacia todos los costados y pensamos en qué nos transformamos. Hace 45 días comenzamos con esta cervecería. Cuesta insertarse, pero queremos pelearla trabajando. Somos optimistas, aunque estamos muy endeudados”.

Oscar,
dueño de un salón de fiestas que se reconvirtió en cervecería

La casa de fiestas tenía 55 reservas de celebraciones para 2020. No pudo devolver las señas que le habían dejado los clientes. Entonces pensó en refuncionalizar el espacio para ir cumpliendo con esas obligaciones. “El 90 por ciento entendió la situación, y nuestro objetivo es cumplir con la obligación acordada, de algún modo celebrar, pero con las pautas que marcan los protocolos, el aforo permitido y el nuevo contexto mundial que se vive”.

El rubro gastronómico fue uno de los más golpeados. Martín, gerente de una cervecería histórica en la Ciudad, en la esquina de 5 y 54, describió un panorama marcado por la angustia y la solidaridad: “armamos un grupo con los compañeros de trabajo. El que más tenía pudo ayudar a los de menores recursos. Los dueños de la cervecería hicieron un esfuerzo enorme, nos entregaron mercadería, y a su vez invirtieron para remodelar el local. Pero la angustia de los siete u ocho meses que este enorme comercio estuvo cerrado no te la quita nadie. Por suerte la gente, cuando pudimos reabrir, respondió y nos entregó, hasta ahora, cuatro meses muy buenos. Además tuvimos como aliado al clima, que nos dio jornadas bárbaras, que alentaron la salida. Trabajamos mucho con las mesas en las veredas, y dentro del local tenemos un aforo del 30 por ciento. Estamos lejos de lo normal, pero estamos en carrera y pensando en el futuro. Por ejemplo, calefaccionar las veredas para el tiempo fresco que se viene. Rezamos para que nada vuelva atrás, y no retroceder ni un solo paso”.

Santiago trabaja en un bar que funciona en 44 entre 17 y 18. Indicó que “2020 fue un año difícil, complicado, largo. De golpe cerramos, los primeros meses, más allá de la cuestión económica, nos ganó a todos la incertidumbre, sin fecha de reapertura. Después de más de 7 meses y empezamos a volver lo hicimos con delivery, que representó muy poco trabajo”.

“El último día que abrimos normal fue el 16 de marzo, hasta el fin de semana anterior había sido normal, luego empezó a bajar la cantidad de gente que asistía. Más tarde se cerró. Recién este año se movió un poco más la cantidad de gente que vino al local”, agregó.

Y describió un crudo panorama: “veníamos de siete meses cerrados, se juntó mucha deuda de servicio, impuesto y aportes; luego una recuperación muy paulatina, por momentos los ingresos no cubrían los egresos, y aún no llegamos a la normalidad, pero lo bueno es que va girando la rueda otra vez”.

OTROS RUBROS

Joan, tiene una fotocopiadora en 44 entre 4 y 5 y la falta de actividad en las dependencias públicas y facultades puso al local contra las cuerdas. “Es mi tercer año al frente de este comercio. Pude acceder a un préstamo del gobierno el año pasado. El local lo alquilo, el fondo de comercio es mío. Hubo buena predisposición por parte del propietario del inmueble y con la ayuda del préstamo logré sostenerme. Cerré un par de meses, hasta que comenzamos con la venta online y el delivery.

“Estamos entre los rubros más castigados por la pandemia y el ASPO. Tratamos de retomar la actividad con la venta online y el delivery. Un préstamo del gobierno nacional y la buena disponibilidad del dueño del local nos permitió sobrevivir en uno de los peores años de la historia”.

Joan,
dueño de un comercio donde hacen fotocopias

“Es un rubro muy golpeado porque casi todo lo que ofrecemos ahora está online y nosotros dependemos del papel. Es fuerte pero no imposible”, añadió el joven comerciante.

Gabriela Arnejo, coordinadora de un gimnasio en 3 entre 48 y 49. Recordó a 2020 como un “año pésimo”. Estuvieron ocho meses cerrados, y ahora abrieron con un aforo del 30 por ciento. “Un porcentaje muy bajo, que no alcanza a nivelar nada”.

“Pensábamos que era algo similar a la gripe A, pero el tiempo pasaba y todo seguía cerrado”

 

“Al principio la gente tenía miedo, pero al ver las medidas de seguridad que se implementaron, la marcación de espacios, separación de las máquinas, y otras medidas comenzaron a animarse a utilizar el espacio. Tuvimos que modificar cosas, no se pueden usar vestuarios. La pileta tiene un nuevo funcionamiento, se capacitó a profesores”, agregó Arnejo.

La coordinadora del centro de alto rendimiento dijo también que el arranque “tuvo más costos. La pandemia y las restricciones casi mataron al mundo del fitness”.

“Aún estamos con un aforo muy chico, del 30 por ciento, que no alcanza para afrontar los gastos operativos del local. Los dueños del comercio hicieron malabares y milagros para sostener los sueldos y los puestos laborales. La gente está menos temerosa que el año pasado, pero los problemas siguen”.

Gabriela Arnejo,
coordinadora de un gimnasio céntrico

En ese local, como ocurrió en otros comercios de ese y otros rubros hubo un elemento que fue utilizado como puente para una comunicación lo más directa posible con los clientes: las redes sociales y plataformas para seguir en el caso del fitness con los entrenamientos, por ejemplo.

Nayla es empleada de un comercio de indumentaria. “Pasamos momentos muy difíciles porque estuvo cerrado mucho tiempo. Recién a mediados de agosto reabrió, pero la gente no se podía probar la ropa y muchos desistían de las compras. A mediados de noviembre, principios de diciembre, empezaron a habilitar probadores, y las clientas venían de a poco.

“Nos salvó Instagram y otras redes sociales para la venta online. Ahora se vende bien los fines de semana y ayuda también las promociones de los bancos por los descuentos”, concluyó.

“Fue un año para el olvido. Retomamos en agosto la actividad, pero sin que la gente se pueda probar la ropa. Eso hizo desistir a las clientas y casi que no se llevaban nada. Recién entre noviembre y diciembre, con el uso de probadores, comenzamos a tener cierto repunte”.

Nayla,
empleada de un local de venta de ropa

Las asociaciones de comerciantes se movieron intensamente durante 2020, buscando apoyos para el sector. Las boletas de los servicios públicos (gas, luz, agua) siguieron llegando a los dueños de los comercios, al igual que los impuestos municipales y provinciales. Las deudas crecieron aceleradamente.

En numerosos casos, los comerciantes tuvieron que renegociar contratos de alquiler. Algunos adhirieron al decreto de necesidad y urgencia 320/2020 que congeló precios, y evitó desalojos, como así también permitía no pagar el alquiler por un tiempo. Otros no pudieron afrontar ni siquiera ese panorama y bajaron definitivamente las persianas, lo que generó mucha preocupación en el sector.

“Pasamos 7 meses para el olvido, con muchísima incertidumbre por el futuro”

 

Cada rubro tuvo sus particularidades y fue retomando las actividades en distintos momentos de 2020. Incluso algunos recién pudieron hacerlo este año.

El intendente platense, Julio Garro, destacó ayer “a los comerciantes y emprendedores que nunca bajaron los brazos e hicieron hasta lo imposible para mantener los puestos de trabajo”.

PROTOCOLO

El regreso de la actividad comercial llegó con un protocolo sanitario, en el que se puso énfasis en algunos ejes comunes: distancia interpersonal; limpieza y desinfección de superficies; divulgación de buenos hábitos de higiene; lavado de manos con agua y jabón; provisión y utilización del alcohol en gel cuando se manipulen cosas a causa o en ocasión del trabajo; y el uso obligatorio de tapabocas.

En la mayoría de los locales se pusieron carteles en los que se menciona la prohibición de ingreso al lugar sin el tapaboca, nariz y mentón.

Aunque al principio del regreso a la venta presencial en casi todos los comercios un empleado tomaba la temperatura de los clientes, en los últimos meses ese hábito aflojó bastante y ya son pocos los comercios que adoptan ese paso previo al ingreso de una persona al local.

 

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