En un asalto a una jubilada de 87 años, ella les ofreció pastelitos y ellos le acariciaron el pelo

Fue en 11 entre 498 y 499, de Gonnet. Los delincuentes le exigían dólares y oro, pero se fueron con 10 mil pesos, alhajas y un teléfono celular

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El asalto bajo la modalidad entradera que en las últimas horas padeció una jubilada de 87 años en su vivienda de Gonnet, tuvo matices para todos los gustos. Y bastará repasar la crónica de este nuevo caso de inseguridad en la zona norte platense para confirmarlo.

La historia del atraco comenzó a escribirse a las 21.30 del último martes, en el feriado del 25 de Mayo, cuando Alicia Noemí Noya (87) decidió sacar a la vereda unas bolsas con residuos.

Para su mala suerte, esos instantes coincidieron con el paso por la esquina de 11 y 499 de dos jóvenes delincuentes que circulaban en moto.

Al verla, no dejaron pasar la oportunidad. Enseguida la abordaron, la amenazaron de muerte y le ordenaron que ingresara en la casa. Ellos se le sumaron, incluso, con la moto.

“TODAS NOS DICEN LO MISMO”

Sobre cómo continuó el pésimo momento que afrontó la víctima, en la tarde de ayer, su hija Patricia Borgognoni (59), quien estaba en esa vivienda junto a su marido, les contó a EL DIA los pormenores del episodio.

“Mamá nos contó que a las 9 y media de la noche (del martes) sacó unas bolsas con basura a la calle, pese a que siempre le aconsejamos en la familia que sólo lo haga de día”, señaló.

Pero la jubilada, en los segundos posteriores a que saliera con esas bolsas, no advirtió peligro alguno.

“Nos dijo que miró para ambos lados y que no había nadie, pero enseguida se le apareció de golpe una moto con dos jóvenes que llegaban desde 11 y 499 e inmediatamente se subieron a la vereda de la casa de mamá”, aportó Patricia.

La víctima comentó que los delincuentes “estaban encapuchados, tenían gorras con viseras y guantes. Sólo se les veía los ojos, de color oscuro”, describió Alicia ante sus familiares y los investigadores policiales.

Uno de los desconocidos, indicó Patricia, “se bajó de la moto y le cruzó un brazo por el cuello, le pidió que no gritara y que se metiera adentro con ellos”.

Ya en el interior de la finca la llevaron a su habitación, le ordenaron que se sentara en una silla y comenzaron a pedirle que les diera “dólares y cosas de oro”, al mismo tiempo revisaban placares, cajones y todo lo que tenían a su alcance.

“Mamá les dijo que no tenía plata, que de lo contrario no permitiría que le dejaran semejante desorden en los tres dormitorios de la casa”, recordó la hija de la damnificada.

Pero los ladrones le contestaron “todas nos dicen lo mismos”, en alusión a víctimas de los robos, convencidos de que debía haber más efectivo que los 10.000 pesos que encontraron.

Patricia reveló que, para engrosar el botín, los ladrones también sustrajeron “una alianza, algún arito, el celular y un rosario” de su madre.

“LE ALCANZARON AGUA”

La mujer, asimismo, informó que “a mamá estos ladrones -que tenían un arma de fuego- la tuvieron unos minutos sentada y luego la llevaron a recorrer con ellos las otras dos habitaciones”.

“Estuvieron media hora acá”, respondió Patricia cuando se le consultó cuánto duró la traumática experiencia para su madre.

Y sumó que, en ese lapso, “mamá les pidió dos o tres veces que le alcanzaran un vaso con agua, porque por los nervios y el miedo se le secaba la boca. Por suerte aceptaron”, rescató la mujer. Quizás a modo de agradecimiento por ese gesto, o por la amabilidad que algunas personas no pierden ni en los peores momentos, Alicia les ofreció a los ladrones los pastelitos que tenía por la fecha patria. Y estos pibes, que tendrían entre 20 y 25 años, los rechazaron. Antes de huir, “a la pasada le hicieron una caricia en el pelo”.

Todavía están prófugos.

 

 

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