Justificada inquietud por la caza furtiva y otros problemas en el ECAS

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La detención de un grupo de personas que se dedicaba a la caza furtiva de animales en la Estación de Cría de Animales Silvestres (ECAS) y que buscaban en esos momentos fugar del predio llevando en camionetas algunos ejemplares agonizantes, puso en evidencia una situación inexplicable y que suscita preocupación, ya que se supone que el predio, ubicado en el área del parque Pereyra Iraola, existe para cumplir una trascendental función en materia de preservación y protección de la fauna.

Según se informó en la edición de ayer, un equipo de guardaparques detectó cazadores en la zona, que cargaban animales agonizantes en una camioneta. Los intrusos aceleraron el vehículo e intentaron fugarse pero rápidamente fueron alcanzados por el personal, que contó con apoyo de la Policía. Pudo saberse después que los intrusos en el ECAS habían concretado una suerte de cacería utilizando armas de fuego y logrado herir a algunas vizcachas.

Cabe señalar que la ECAS, dependiente del ministerio de Desarrollo Agrario bonaerense, fue creada el 25 de julio de 1971 para que cumpliera –tal como durante muchos años lo hizo- una función de preservación de la diversidad biológica, convirtiéndose en un predio que atrajo la presencia de miles de visitantes que, sin bajar de sus autos, podían contemplar animales sueltos. Corresponde aquí agregar que, debido a su valor, fue declarada por la Unesco como “Reserva de la Biósfera” junto al Parque Pereyra Iraola en 2008.

Entre las numerosas tareas de difusión y apoyo de la fauna silvestre, una de ellas, justamente, era la de recibir animales secuestrados del tráfico ilegal de especies –actividad que junto a la caza furtiva constituye uno de los flagelos más perseguidos por diversas leyes nacionales y provinciales- realizarles las eventuales curaciones que necesitaran, readaptándolos en el predio y luego devolviéndolos a su lugar de origen.

La estación decayó luego y en 2012 fue reabierta, detallándose en estas columnas que el predio ofrecía entonces dos sectores de atracción para las visitas. Uno de los circuitos, permitía ver en estado de libertad burros, ciervos colorados, axis y dama, carpinchos, gansos, antílopes y búfalos, entre otras especies que por su falta de peligrosidad circulaban sin inconvenientes entre los automóviles. El otro, ya más similar a un zoo, mostraba a los ejemplares que no podían estar sueltos y allí había, en jaulas especialmente acondicionadas, yacarés, gatos monteses, loros, tucanes, chanchos salvajes y la estrella de la colección, un puma que se ganó el cariño del personal por su actitud mansa.

En los últimos años, sin embargo, fue ostensible la decadencia de la estación, exhibiéndose pocos animales –algunos de ellos enjaulados- y observándose un preocupante estado general de abandono de todo el lugar. Asimismo, según algunas denuncias periodísticas, fueron apareciendo animales muertos por cazadores furtivos nocturnos o por ataques perpetrados por jaurías de perros.

Se habla de un predio que se sumó a las potencialidades turísticas, culturales y científica de la Región y que cumplía con esos roles, colaborando también en forma activa con la formación académica de estudiantes y de especialistas. En esa inteligencia es que debe ponderarse con mucha preocupación lo que está ocurriendo ahora, con la estación expuesta a la caza furtiva y a otras muestras de devastación. Es de esperar que las autoridades del área reaccionen y le devuelvan al ECAS el enorme valor que supo mantener durante mucho tiempo.

 

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