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“Padres helicópteros”, ¿sucesores de los viejos padres autoritarios?

La paternidad en la literatura. El contraste de jóvenes actuales que hoy ayudan a criar a sus hijos, con el estilo distante y dominador de los antiguos progenitores. Los desvíos en esta evolución

“Padres helicópteros”, ¿sucesores de los viejos padres autoritarios?

MARCELO ORTALE
Por MARCELO ORTALE

20 de Junio de 2021 | 08:11
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Llevados y traídos por los oleajes cambiantes de los tiempos, muchos de los padres jóvenes aprendieron en esta época algunos secretos domésticos y asumieron con entusiasmo obligaciones de la vida familiar, cambiando así, drásticamente, el estilo de sus progenitores.

Los nuevos padres se pusieron más a mano de la rutina doméstica, se hicieron más serviciales, se volvieron más cercanos a sus hijos. Dejaron de lado la figura arquetípica del padre distante, autoritario, rígido, poco sensible. Aunque, conviene anticiparlo, no todo es oro lo que reluce en la nueva paternidad. Escritores y sociólogos hablan de los “padres helicópteros” que sobrevuelan aturdidores sobre las cabezas de sus hijos indefensos.

Este fenómeno tiene mucho de novedoso, en el sentido de que la literatura actual, que se sepa, todavía no encuentra en los nuevos padres modelos para escribir. O, mejor dicho, tal vez no acierta con la forma de convertirlos en firmes protagonistas de una ficción. Hay por cierto una narrativa copiosa, ajustada a esta época de antihéroes, de seres ideales para distopías que hoy marcan la moda. En cambio, comparados a ellos los padres de las generaciones anteriores eran habitualmente crueles, dominadores, protagonistas hazañosos, impunes a todo trance e impenitentes infieles con sus esposas. Más allá de tan oscilantes características, lograron alcanzar repercusiones literarias que aún perduran.

Paul Auster

Ya en la Antigüedad un ejemplo de padre épico fue el que ofreció Eneas, personaje de la mitología grecorromana, héroe de la guerra de Troya que, ante la caída de la ciudad, logró escapar llevando alzado a su padre Anquises. Así, Eneas llegó a la región del Lazio (centro de Italia) en donde se convirtió en rey y progenitor del pueblo romano.

Más de dos mil años después, un poeta de La Plata, Horacio Castillo, escribiría un poema digno de memoria titulado “Anquises sobre los hombros”, revelador también de la imponencia emblemática que tuvo aquel tipo de figura paterna para los escritores. Dice así: “Todos llevamos, como Eneas, / a nuestro padre sobre los hombros./ Débiles aún, su peso nos impide la marcha,/ pero luego se vuelve cada vez más liviano,/ hasta que un día deja de sentirse/ y advertimos que ha muerto./ Entonces lo abandonamos para siempre/ en un recodo del camino/ y trepamos a los hombros de nuestro hijo”.

Franz Kafka

Padres tremendos, como el de Franz Kafka, a quien el escritor le dedicó una desgarradora “Carta al padre”, en la que le reclamó por la rígida educación que le impartió y, antes que eso, intentó desesperadamente una aprobación paterna que nunca llegó. “Hace poco me preguntaste por qué digo que te tengo miedo. Como de costumbre, no supe darte una respuesta, en parte precisamente por el miedo que te tengo, en parte porque para explicar los motivos de ese miedo necesito muchos pormenores que no puedo tener medianamente presentes cuando hablo”.

La novelista y periodista venezolana, Karina Sáinz Borgo, residente en España desde 2006, escribió un artículo titulado “Ocho libros sobre el padre en la literatura contemporánea”, en donde señala que “la figura del padre atraviesa la literatura desde su origen. El rey Príamo, roto de dolor, que se presenta ante Aquiles pidiéndole de vuelta el cadáver de su hijo Héctor para darle al fin sepultura. El ‘papá Goriot’ de Balzac, ese hombre apartado y rechazado por sus hijas. El fantasmagórico rey Hamlet que ronda la orfandad del joven príncipe de Dinamarca en la tragedia de Shakespeare”.

Sigue diciendo Sáinz Borgo: “el padre: esa larga y extraña sombra que marcó la vida y la obra de autores como Dickens o Kafka y mucho más cercanos en el tiempo, como a Philip Roth, Richard Ford, Mario Vargas Llosa, Héctor Abad Faciolince o Marcos Giralt Torrente, quienes han acometido libros memorialísticos”, para concluir ese texto con una conclusión acaso inolvidable: “Nadie sale ileso de un padre vivo, mucho menos de uno que se ha marchado”.

Desde luego que hay padres a la vieja usanza redimidos en la literatura. No hace mucho, el español Vicente Aleixandre, recibió el Premio Nobel de Literatura en 1977. Autor de una vasta obra, escribió un poema titulado “Padre mío”, considerado como uno de los más bellos homenajes literarios.

Se reproducen aquí los primeros versos de aquella elegía: “Lejos estás, padre mío, allá en tu reino de las sombras./ Mira a tu hijo, oscuro en esta tiniebla huérfana,/ lejos de la benévola luz de tus ojos continuos./ Allí nací, crecí; de aquella luz pura/ tomé vida, y aquel fulgor sereno/ se embebió en esta forma, que todavía despide,/ como un eco apagado, tu luz resplandeciente”.

En un artículo publicado en Infobae –“Hijas que escriben sobre sus padres, un capítulo perdido en la literatura”- el escritor Mauricio Koch sostiene que “la figura del padre atraviesa la historia de la literatura desde su origen. Es central en la Biblia, en los clásicos griegos, en la obra de Shakespeare. Más acá en el tiempo, son tantos los libros que se han escrito sobre las tensiones y los vaivenes de esa relación que ya ese corpus conforma un subgénero con nombre propio: literatura del padre”.

Ofrece después una extensa nómina de autores varones que escribieron sobre sus padres y expresa, extrañado: “Lo que tarde o temprano nos llama la atención es que podríamos seguir con la lista y la lectura de notas o recomendaciones y no aparecen, o lo hacen en forma muy excepcional, libros escritos por mujeres”. Después el mismo Koch relativizará esta conclusión, asegurará que las mujeres escritoras hablaron de los padres, aún cuando el interrogante queda abierto desde el mismo título de su artículo.

“PADRES HELICÓPTEROS”

Sobre los tipos de padres actuales –a quienes ya se ha elogiado en los primeros párrafos- muchos críticos, sin embargo, advierten que hay versiones desequilibradas e inquietantes. A inicios de los 70 el piscoterapeuta israelí Haim Ginott escribió el libro “Padres y Adolescentes”, de donde surgió el hoy consagrado término de “padres helicópteros”.

En lugar del padre joven y mesurado, que se pone hombro con hombro con su mujer, el “padre helicóptero” está en las antípodas del viejo modelo de padre y es el que, básicamente, dirige permanentemente a sus hijos, descree del poder autonómico de sus hijos, discute con la madre sobre la mejor manera de bañarlos o vestirlos, se abalanza temeroso sobre ellos ante cualquier caída o lastimadura. Es “helicóptero” porque sobrevuela y zumba sobre sus hijos, los considera incapaces para elegir, les selecciona los amigos y las actividades que debe realizar. Se habla también de “padres intensivos”.

Primo hermano del “padre helicóptero” –pero ubicado en la vereda de enfrente- está el joven padre permisivo, el que quiere ser hermano de sus hijos, a quienes les da canilla libre para que actúen a entera libertad. Los psicoterapeutas dicen que los “permisivos” suelen ser hijo de padres autoritarios y que, lo que hacen, es mal equilibrar la balanza. Ellos sufrieron el despotismo, pero ellos también harán sufrir de libertinaje a sus hijos.

Si bien con estos modelos la literatura todavía no ha pintado grandes retratos, allí están, disponibles, para escritores con ganas. Los helicópteros y permisivos también son padres y merecen un lugar en el mundo literario. En medio de la monótona tiniebla, en este universo en donde tantos buscan ser uniformes y parecerse a otros, bienaventurados sean los distintos.

“La figura del padre es central en la Biblia, en clásicos griegos y en la obra de Shakespeare”

 

La paternidad como asunto también refleja la imperfección humana. Paul Auster se enteró una mañana de enero de 1979 que su padre había muerto. Se quebró y se sentó a escribir “La invención de la soledad”, un texto que fue el big bang de una magnífica obra literaria. Un crítico sostuvo que allí se vio por primera vez cómo un hijo huérfano resintió la partida de un padre al que nunca había sentido cerca suyo.

Borges, algunas veces impiadoso como lo fue, dijo: “La paternidad y los espejos son abominables porque multiplican el número de los hombres”.

Sin embargo, desde los abismos más profundos, desde la crueldad y el horror de tantas vidas rotas por el autoritarismo y el desamor, surgen ejemplos conmovedores. En 1934 una mujer francesa, Violette Noziere, mató a su padre. El caso conmovió a toda Francia y muchos de los escritores y artistas vieron en ella a una heroína enfrentada a un ser violento y despótico. La mujer había matado al padre porque le prohibía casarse con un joven al que amaba. Tanto Paul Elouard como André Breton, Rene Char, Salvador Dalí, Magritte y Giacometti salieron a pedir por ella, el reclamo se hizo colectivo y, poco después, Violette fue indultada por el presidente Lebron.

Elouard escribió un poema en el que Violette Noziere se convierte en narradora: “Un día ya no habrá padres/ En los jardines de la juventud/ Habrá desconocidos/ Todos los desconocidos/ Los hombres para quienes / una siempre resultará nueva”. ¿Será feliz ese día?

 

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