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Detectives: cómo es el mundo donde no hay intrigas

Las historias de ficción los muestran como héroes y no es tan distinto en la vida real, cuando se los contrata para resolver casos determinantes para los clientes

Detectives: cómo es el mundo donde no hay intrigas
20 de Febrero de 2022 | 08:47
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Sobretodo con la solapa levantada, lentes oscuros, sombrero y una lupa. Los detectives privados aparecieron así en las primeras imágenes que tenemos de ellos gracias a la literatura que desde mediados del siglo XIX, los inmortalizó como analistas que resolvían casos de gran complejidad que la policía y la Justicia no podían solucionar.

Con tan solo -que no es poco- la capacidad de deducción y de análisis y lograban dar luz a los misterios más profundos. Claros ejemplos de aquellos personajes fueron Auguste Dupin y Sherlock Holmes, obras de Edgar Allan Poe y Arthur Conan Doyle, que cautivaron a varias generaciones con el género detectivesco.

Pero esas historias no surgieron de la nada. El anclaje en la vida real tuvo su mayor referente en François-Eugene Vidocq, que pasó de famoso criminal a jefe policial, hasta que en 1827 se convirtiera en el primer fundador de una agencia de detectives privados.

Estos trabajadores estuvieron de moda cuando la tecnología aún no les facilitaba dispositivos e Internet no estaba en la mente de nadie. En Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos, las agencias de detectives privados llenaban el vacío que dejaba la policía, muchas veces descentralizada, corrupta y con poco presupuesto.

“El 80 por ciento de las consultas se relacionan con la infidelidad de pareja”

 

Sus trabajos más habituales eran la seguridad privada, las disputas matrimoniales o se infiltraban entre los obreros, en un momento en el que se sucedían las reivindicaciones sindicales para conseguir mejoras en las condiciones laborales.

En Estados Unidos, las agencias de detectives de Allan Pinkerton y William J. Burns, grandes rivales que expandieron sus respectivos negocios con sucursales por medio mundo, se convirtieron casi en un quinto poder.

Ex policías, soldados y a veces también criminales se sumaron a esta profesión que poco a poco iba sumando herramientas para su desarrollo como el reconocimiento a través de las huellas dactilares y las cámaras fotográficas.

Aunque ahora los micrófonos y los seguimientos satelitales pueden facilitar las tareas de investigación y casi cualquier persona puede tener acceso a ello, los detectives privados siguen trabajando. Sin sobretodo ni pipa, claro.

“El detective privado es una persona común y corriente más del barrio, un vecino más de la cuadra. No sale de gorra ni traje de gabardina. Lo que menos desea el investigador privado es llamar la atención del entorno. Por el contrario, a la hora de realizar una investigación lo primordial es pasar totalmente desapercibido”, cuenta Fernando, especialista en esta profesión que dio ese nombre para mantener su identidad y conservar el anonimato que requiere su buen desempeño.

“Durante un seguimiento por infidelidad, aquella chica jovencita con un carrito de bebé esperando en la parada del colectivo, en apariencia una simple mamá, podría ser parte del equipo de detectives, vigilando al infiel a la salida de su trabajo. Una pareja tomando una cerveza en la barra frente al supuesto infiel, pueden estar esperando el momento adecuado para pescarlo infraganti dentro de un bar y obtener evidencias que lo comprometan. Un verdadero espía te pasa por el costado y no lo ves. Visto desde la perspectiva del investigado, es realmente temerario”, describe el experto que pertenece al staff de L.D.P. Detectives Argentina -www.losdetectivesprivados.com-, y con esos ejemplos adelanta que la sospecha de l engaño amoroso es uno de los trabajos que más se les encarga.

“El 80 por ciento de las consultas se relacionan con la infidelidad de pareja. Le siguen los paraderos y las investigaciones laborales. La mayoría de las consultas arranca con la frase `quiero seguir a mi pareja´, tanto hombres como mujeres. En estos casos se trata de explicarle al cliente que una investigación privada requiere tiempo, paciencia y dinero. Y que los seguimientos y la investigación deben tener una clara justificación. Un detective privado no es un arma de persecución, es un profesional dedicado a obtener pruebas de un hecho o situación que afecta y perjudica al cliente”, cuenta Fernando.

“El staff femenino es importantísimo ya que tienen más habilidad para pasar desapercibidas”

 

Claro que todo tiene sus límites y el trabajo del detective también. “Existe un gran porcentaje de hombres y mujeres también que solicitan `seguir a mi ex´. La respuesta es siempre la misma: no. En tiempos como los actuales, `seguir al ex para ver en qué anda´ no es tarea de un investigador. Quien solicita algo así podría ser un hombre denunciado por violencia de género con una perimetral vigente que está tratando de acosar a su ex pareja. Como detectives privados, debemos tener mucho cuidado de quien nos contrata”, destaca.

ENTRENAMIENTO Y CAPACITACIÓN

Si bien no se trata de una carrera profesional, hay varias academias de detectives donde de forman a las personas interesadas en realizar este tipo de trabajos.

“Por lo general somos miembros de alguna fuerza o servicio en retiro. Las personas que nos dedicamos a esto como único medio de vida venimos de años de experiencia en el sector público. Otros, surgen de algún curso de detective privado sin ningún tipo de preparación más que las ganas de jugar a los `espías´. La realidad es que no existe la carrera de detective privado como tal, con un aval universitario como sucede en otros países como España. De hecho, hay varias provincias del país donde ni siquiera está regulado ni mencionado el trabajo del detective privado como tal, dejando a la profesión en un vacío legal”, explica Fernando.

Las academias de detectives ofrecen enseñanza en informática, grafología, científica, documentología, artilugios de estafas y hasta psicología forense. Les explican a sus alumnos cómo deben moverse, observar e investigar tanto a personas como causas o papelerío.

Pero no sólo alcanza con eso. La tecnología también es indispensable en muchos casos.

Si las redes sociales llegaron para contactar gente y se podría pensar que cualquiera puede investigar allí, Fernando dice que “las personas siguen siendo tan descuidadas como siempre a la hora de configurar opciones de privacidad de sus redes sociales. Sin saberlo, dejan expuestos sus datos de manera pública. Una simple foto pública puede tener 15 likes y entre ellos estar la persona que buscamos. Al estar todo publicado libremente al alcance de cualquiera, como investigadores no cometemos ningún ilícito al revisar las redes”.

Colocan cámaras ocultas, hacen instalaciones de micrófonos espías, venden e instalan softwares de monitoreo en celulares y notebooks, colocan rastreadores GPS para vehículos de manera encubierta. Esconden micrófonos y cámaras en objetos que simulan ser algo que no son: lapiceras, agendas, lámparas, celulares, calculadoras, botones o tiernos osos de peluche sirven para ocultar sofisticados equipos de espionaje. Estas herramientas son utilizadas por los detectives como una forma, lícita o no, de obtener la información que les compete.

“Por lo general, somos miembros de alguna fuerza policial o servicio en retiro”

 

Contrariamente a lo que podría pensarse, la tecnología empleada a la hora de sacar a la luz lo que se busca, pueden conseguirse con facilidad en el país. “Todos los teléfonos son vulnerables, excepto que estén bajo una red de encriptado punto a punto, es decir que ambos aparatos a utilizar posean el dispositivo que haga segura la comunicación. No obstante, los peores son los celulares, porque para tocar una línea terrestre hace falta parte física”, aseguran los expertos.

Muchos creen que el espionaje industrial ocurre sólo en las películas o que queda en manos del Estado. Pero no son pocas las personas que solicitan distintos dispositivos para saber qué pasa cuando ellas no están. “Puede ser que el dueño de una empresa tenga que reunirse con la competencia. En el saco de su traje ubicará un aparato con apariencia de calculadora, por ejemplo - sólo la apariencia porque en su interior esconde un micrófono -, así mismo en el bolsillo de su pantalón llevará un pequeño transmisor. Llega al encuentro, saluda, cuelga su saco en una silla y pide permiso para ir al baño. En su ausencia, los gerentes discutirán los temas a tratar, en qué cederán y en qué no, una valiosa información que el empresario escuchará desde el baño. Cuando regrese a la reunión sabrá qué quieren, quién es el más débil y por ende con quién debe hablar”, explican los especialistas en investigaciones.

Según explican en L.D.P., los detectives privados se encargan de obtener pruebas que permitan llegar a una conclusión confiable sobre la investigación que se les encargó. Para ello, realizan vigilancia de varios días, a veces semanas, para analizar conductas y obtener pruebas o filmaciones.

Si el cliente quiere, los detectives pueden generar casi todo tipo de pruebas en las investigaciones

Para poder realizar estos seguimientos, muchas veces los detectives colocan pequeños rastreadores GPS en el vehículo donde se moviliza el investigado, para así poder hacer una vigilancia sin riesgos de ser detectados.

También se realizan investigaciones telefónicas y a través de un software especial, el cliente puede utilizarlo para instalarlo, por ejemplo, en un celular de su propiedad que utilizan sus hijos, y obtener así un control sobre las actividades que ellos mantienen en redes sociales como WhatsApp, Facebook e Instagram.

“Los seguimientos y la investigación deben tener una clara justificación del cliente”

 

Buscar personas desaparecidas por propia voluntad es otra de las tareas detectivescas: “familiares y viejas amistades, deudores y morosos que dejan de atender teléfonos y se mudan sin dejar rastros pueden ser localizados”, cuentan y agregan que en el ámbito laboral muchas veces son contratados para saber si el empleado está trabajando para otro empleador cuando en realidad se encuentra de licencia y afirma no estar apto para el mismo tipo de tareas o dijo estar enfermo y se comprueba que no es así.

Por si faltara algo, en algunas agencias realizan asesoramiento con abogados y casi que garantizan la resolución de los casos. En sus descripciones ninguno baja del 90 por ciento de efectividad.

La película de Netflix “Enola Holmes”, con Millie Bobby Brown, pone a una mujer como protagonista de una historia de detectives, presentándola como la hermana menor de Sherlock y Mycroft Holmes, pero hay un problema, Enola no es una figura que aparezca en las películas anteriores o en los libros de Arthur Conan Doyle.

Y como no está en la ficción, tampoco abunda la mujer detective en la vida real. “Hay pocas detectives mujeres con larga data en el medio o al mando de una agencia de investigación. Por suerte son cada más las `investigadoras´ que forman parte del equipo y que el día de mañana trabajarán por su propia cuenta de seguro. El staff femenino es importantísimo hoy por hoy, ya que son las que más habilidad tienen para pasar desapercibidas y conseguir de una u otra forma la información que necesitamos. Lo ideal es trabajar en equipo siempre”, destaca el especialista consultado. Para las curiosas, esta es una gran oportunidad.

En lo que sí hay más participación femenina es en las consultas. Según los detectives, las mujeres son audaces, quieren ir hasta al final y son corajudas. “Quieren la verdad. ‘Me pasás a buscar porque quiero verlo’, te dicen”, relatan a modo de ejemplo y el contrapunto sería que “a los hombres les cuesta creer que algo está sucediendo a sus espaldas”.

Los detectives privados deben pasar lo más desapercibidos posibles

COSTOS Y LÍMITES

Que el servicio sea privado no significa que los detectives hagan cualquier cosa. Al menos eso dicen. “Hay un compromiso moral y ético, no se toman los trabajos por tomarlos. Cuando uno intuye que la resolución de un caso puede desencadenar ilícitos o agresiones, es mejor no tomar esa tarea. Se debe averiguar por qué se necesita la investigación”, subrayan.

Y en esas preguntas preliminares también entra el costo del trabajo, porque los precios de un investigador privado dependen de cada caso en particular. Para obtener un presupuesto hay que saber la situación, el lugar donde se llevará a cabo la investigación, cuán peligrosa es la exposición del detective y el tiempo que puede demandar. “Se cobra por lo que se ve, pero igualmente no se le pide un dineral a alguien que se nota que tiene un nivel de vida bajo. Igualmente no nos contacta gente sin dinero, todo lo contrario”, revelan y agregan que mayormente se abona el 50 por ciento del costo para arrancar y el resto cuando se termina el trabajo.

 

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