Un embargo de 60 años, sin luz al final del túnel

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Carlos Batista

A sus 60 años, el embargo de Estados Unidos hacia Cuba se ha vuelto endémico, una realidad a la que sus habitantes se han acostumbrado, sin esperanzas de que se levante o flexibilice en un futuro cercano. La puesta en vigor del embargo, el 7 de febrero de 1962, fue parte de una espiral de confrontación que alcanzó su clímax en la crisis de los Misiles, de octubre de ese mismo año, poniendo al mundo al borde de la guerra nuclear. El embargo “surgió como un instrumento de esa guerra (...) como una herramienta estratégico-militar”, dijo a la AFP el politólogo Rafael Hernández. Pero nunca obtuvo ninguna concesión de La Habana, empeñada en ser comunista “en las narices del imperio”, como decía Fidel.

Aunque los tiempos han cambiado, una conversación telefónica reciente entre los presidentes de Cuba, Miguel Díaz-Canel, y su homólogo ruso, Vladimir Putin, en la que abordaron la “cooperación estratégica” entre los dos países, recordó al mundo la época de la guerra fría. La Habana también cuenta con el apoyo de aliados, como China, Vietnam y un número creciente de gobiernos de izquierda en América Latina.

Actualmente siguen siendo “los intereses geopolíticos” de Estados Unidos los que determinan el endurecimiento o la relajación de este cerco, explica Rafael Hernández, que señala que Barack Obama es el que ha impulsado la mayor flexibilización. Sin embargo, nadie apretó tanto como Donald Trump. Pese a las promesas de campaña su sucesor, Joe Biden, no ha suavizado en nada el bloqueo.

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