Covid persistente: cómo evitar que el cuerpo se agote

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No todo funciona igual que antes. Puede que uno vaya al supermercado o termine de pasar la aspiradora en casa y quede rendido. Quienes sufren de los síntomas del coronavirus prolongado lo notan todos los días.

Sentir que después de tener Covid-19 las cosas ya no salen con la misma facilidad puede resultar tremendamente frustrante y plantea un gran interrogante: ¿Cómo organizo mi vida cotidiana con tan poca energía?

No todos los agotamientos son iguales, comenta la profesora Carmen Scheibenbogen, que dirige el Centro de Fatiga del hospital Charité de Berlín y trabaja principalmente en la encefalomielitis miálgica o el síndrome de fatiga crónica.

Una de las características de esta compleja enfermedad radica en que “incluso una exigencia mínima durante el día puede llevar a que la fatiga y los dolores empeoren a largo plazo. Si el paciente intenta mantener su ritmo habitual de vida, los síntomas pueden ir de mal en peor”, dice Scheibenbogen. Es un fenómeno que se conoce como malestar post-esfuerzo (PEM), que también se da en pacientes con covid persistente.

Por lo general el agotamiento de estos pacientes no viene solo. “Si sobreexigen el organismo, también pueden sentir síntomas como falta de aire, dolores musculares y taquicardia”, dice la médica Martina Lukas.

Es decir que mientras que cuando alguien siente un agotamiento “normal” hará bien en moverse y hacer deportes, para quien sufre de PEM esa estrategia puede ser fatal. El esfuerzo puede llegar a derivar en un colapso, advierte Scheibenbogen, y a que directamente todo sea imposible.

Todo esto demuestra que no habría nada más equivocado que hacer de tripas corazón y seguir adelante como si la fatiga no existiera. Para los pacientes con covid prolongado es mucho mejor desarrollar una estrategia de “pacing”, un término que se deriva del inglés “pace”, ritmo. Porque se refiere a cómo controlar el ritmo del día cuando la exigencia supera un límite.

“Pacing significa saber administrar la energía y los recursos de los que uno dispone, y saber reconocer cuáles son los límites personales”, dice Martina Lucas, que también trabaja en el área ambulatoria de covid prolongado de su clínica.

Si bien la estrategia de “pacing” es absolutamente individual, todos los pacientes parten de la misma pregunta: ¿cuánta energía tengo? No es un interrogante muy fácil de responder, porque el término “energía” puede resultar muy abstracto a muchos.

Ante esta situación, existe un truco: “Uno puede imaginar que tiene todos los días una bolsa llena de perlas de energía”, dice Lukas. “Cada actividad cuesta una de esas perlas, y hay que contar todas las actividades, incluso ordenar la vajilla lavada, salir a pasear con el perro o preparar el almuerzo.”

Es importante ser consciente de que no sólo las tareas “productivas” del trabajo o de la casa requieren de energía. Mirar televisión o leer, que son tareas cognitivas, también pueden significar un esfuerzo, es decir que también habría que contemplar ese tipo de actividades a la hora de armar una estrategia de “pacing”.

 

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