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Economía Dominical |ANÁLISIS

Como la inflación se “come” los billetes, una vieja historia de la economía argentina

La pérdida de poder adquisitivo en los procesos inflacionarios de nuestra economía fue de la mano con cambios en la moneda

Como la inflación se “come” los billetes, una vieja historia de la economía argentina
24 de Julio de 2022 | 05:02
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La consultora Focus Market elaboró un informe que puso bajo la lupa la aceleración de la pérdida del poder adquisitivo de los billetes argentinos de mayor denominación a lo largo de la historia. La escalada inflacionaria estaría haciendo perder cada vez más rápido la capacidad de compra del dinero emitido por el Banco Central. Los precios comienzan a subir tanto de un día para otro que da la sensación de que los billetes ya “no valen nada”.

En un recorrido histórico de la moneda local puede observarse que las emisiones no solo fueron perdiendo ceros, sino que se reemplazó el signo monetario varias veces como falsa medida para atacar cuestiones inflacionarias.

En el primer puesto de los billetes de mayor denominación se encuentra el de 1.000.000 de pesos Ley 18.188, el de mayor denominación en la historia argentina desde el punto de vista nominal, el 25 de noviembre de 1981. Al poco tiempo de entrar en circulación fue perdiendo valor, pues la situación económica fue tan crítica que las cantidades usuales de dinero no entraban en las máquinas de contar billetes de esa época. En 48 meses un billete de $1.000.000 Ley 18.188 pasó a valer menos de $1.500 en términos reales. Es por ello que se dio inicio al fin del curso legal -cuando no se pudo usar en comercios, pero sí canjear en el BCRA- en julio de 1985 y su desmonetización total -cuando no es más canjeable en el BCRA- fue en octubre de 1985, a pocos meses del lanzamiento del Plan Austral. En apenas 48 meses -según la cantidad de bienes y servicios que se podían adquirir cuando entró en circulación- perdió prácticamente el 100% de su valor.

“En los últimos 40 años hemos destruido cuatro signos monetarios y erosionamos en meses en el poder adquisitivo del ingreso de los argentinos. En forma cíclica nuestros políticos señalaron en sus campañas las debilidades del anterior por haber ejercido el poder destructivo de los desequilibrios de las cuentas públicas sobre los bolsillos de los argentinos. Todos, absolutamente todos, tanto oficialismo como oposición en forma de alternancia, se han recostado sobre el deterioro constante pero nadie ha podido ponerle fin a la destrucción del valor de nuestra moneda”, contó a Infobae Damián Di Pace, director de Focus Market.

En el segundo lugar, luego del fin del Peso Ley 18.188, se reemplazó por una nueva moneda que buscó estabilizar las altas variaciones de precios y facilitar las transacciones diarias. Se dio paso al Peso Argentino ($a). El billete de mayor denominación fue el de 10.000 pesos argentinos, que tuvo su fecha de emisión en abril de 1985, para que luego de 39 meses -en julio de 1988- tras una inflación promedio de 650%, perdiera también el 100% de su valor real original.

“Estamos en la actualidad ante un proceso de aceleración de la variación de precios y pérdida del poder adquisitivo del peso argentino muy fuerte. El Gobierno tiene problemas para seguir financiando su déficit fiscal colocando deuda en el mercado local, con el mercado de deuda internacional cerrado y con suba de tasas. Un leve revés del mercado ante este escenario puede incrementar la emisión monetaria, con mayor circulación de pesos en el mercado e impacto sobre la variación de precios, caída de su demanda, aceleración de su circulación e incremento de la pérdida del poder adquisitivo de nuestra moneda”, destacó Di Pace.

PLAN AUSTRAL

El Plan Austral (1985) llegó con una plan económico, que al final de la historia no pudo cumplir su objetivo de estabilización de los precios. Fue en 1985 cuando hubo otro cambio de moneda, el popularmente conocido como Austral durante el gobierno de Raúl Alfonsín. Llegó con un plan económico, que al final de la historia no pudo cumplir su objetivo de estabilización de los precios, por lo cual se volvieron a registrar altas tasas de inflación. En ese entonces el billete de mayor denominación fue el de 500.000 australes, que tuvo su primera emisión en noviembre de 1990 y con una fecha de desmonetización en enero de 1993, es decir que en 27 meses el austral perdió la totalidad de su valor.

“La pérdida de valor de la moneda y más específicamente del billete de mayor denominación del país solo es una muestra del deterioro que genera la inflación en todos los elementos de la economía. Al derrumbe de más del 90% del poder adquisitivo de este billete se suma que el gobierno, ante la escalada de precios, solo usa la herramienta del cambio de serie y diseño del papel moneda. Hay una división de aguas clara entre la ocupación de los políticos y la preocupación de la gente. Los políticos, ocupados en el diseño del billete; los argentinos, preocupados por su poder de compra. Mientras hace 22 años el segundo billete de menor denominación de 5 pesos, que tenía la figura de San Martín, valía 5 dólares, hoy el billete de mayor denominación de $1.000 -que tendrá la figura de San Martín- comenzará valiendo U$S3,70. Es decir que el billete de mayor denominación tendrá menos valor real que el segundo billete de menor denominación de hace 22 años”, detalló Di Pace.

Este recorrido histórico, lleva nuevamente al presente, en donde al billete de $1.000, el de mayor denominación en circulación, se emitió en noviembre del 2017. Entonces tenía el valor equivalente a U$S51,87, ahora, con una serie renovada, su capacidad de compra se redujo a poco más de U$S3 en los segmentos financieros y a poco más de U$S, para el cupo mensual de compra de U$S200 para ahorro.

En el mismo sentido, un informe de la Bolsa de Comercio de Córdoba precisó que el billete de mayor denominación de la Argentina hoy alcanza para comprar apenas U$S4, dos menús de cadenas de comida rápida u 8 botellas pequeñas de gaseosa. En la región, los billetes de mayor denominación pueden comprar U$S50, equivalentes a 80 botellas de gaseosa u once menús de cadenas de comida rápida.

Los $1.000 en la Argentina equivalen a menos de la mitad del poder de compra en dólares que el billete de mayor denominación tiene Paraguay, país que se encuentra segundo en el ranking, cuyo papel moneda más alto compra unos U$S15. En Venezuela, equivale a U$S18; en Chile, U$S22; en Colombia, U$S23; en Brasil, U$S38 y en México, Uruguay y Perú superan los U$S50, registró el informe de la Bolsa cordobesa.

PRECIOS REPRIMIDOS

La moneda local viene perdiendo valor día a día debido a una inflación ya estacionada sobre el 60% anual. Pero la dinámica de erosión del peso no se desarrolló por completo, pues se inició un proceso de atraso cambiario, con un dólar mayorista que evoluciona por debajo de la inflación, y un control de capitales que agranda la brecha con los dólares paralelos por encima del 100%, que reflejan el valor real que está dispuesto a convalidar el mercado.

Además, los pasivos remunerados del Banco Central se expanden a una tasa de 50% en 2022, por encima de la inflación. Son más de $7 billones que la entidad absorbe a través de la colocación de Letras de Liquidez (Leliq), Pases pasivos y Nobac (Notas del Banco Central) absorbidos por el BCRA que consisten una “promesa de pago” o, llanamente, liquidez futura que tendrá consecuencias inflacionarias “extra”, según el consenso de los economistas de las consultoras. Desde este punto de vista, el devaluado peso todavía está “caro”.

“Si bien la ministra de Economía de Argentina ha hecho algunos ruidos alentadores acerca de apegarse al acuerdo actual del FMI, todavía no se reconoce que el tipo de cambio debe debilitarse para restaurar la estabilidad macroeconómica”, estimó Capital Economics.

Un informe de la Fundación Libertad y Progreso detectó que de los últimos cinco gobiernos el de Alberto Fernández es el que generó más inflación acumulada, del orden del 166% en 30 meses desde el inicio de la gestión.

“Entre devaluar, desdoblar y reprimir, lo más probable es que el Gobierno opte por esto último, para evitar los costos sociales y políticos de una devaluación, y porque desdoblar tiene otras desventajas, como convalidar un dólar financiero que sirve como referencia para la formación de precios, al margen que actualmente ya hay un desdoblamiento de facto que no resuelve ningún problema. El gran inconveniente de reprimir más al mercado de cambios es que tiene sus costos en términos de brecha, y a la larga produce similar inflación y pérdida de actividad que la devaluación que se quiere evitar”, evaluó Roberto Geretto, analista de Fundcorp.

 

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