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Alejandro Castañeda
Alejandro Castañeda
La filtración de los videos de la primera ministra de Finlandia en fiestas nocturnas generó gran revuelo. Ella es Sanna Marin, con 36 años bien llevados. En la imagen se la ve bailantera, complacida y gustosa. Su salida nocturna fue criticada y celebrada. Para aquietar las aguas, Sanna esta semana se hizo un test antidrogas. El video replantea una vieja pregunta: ¿Tienen derecho los gobernantes a enfiestarse lejos del protocolo y las audiencias?
El ministro Boris Johnson cayó por concurrir y armar saraos bullangueros en plena cuarentena. Y el presidente Alberto Fernández también la pasó mal cuando se lo vio en la fiesta de cumple de su esposa Fabiola, en Olivos, mientras el país observaba, sin torta ni regalos, un encierro absoluto. Los que mandan no quieren dejar de festejar. Tienen razones de sobra para hacerlo. Y la primera ministra de Finlandia agendó “noche divertida” y se mandó. No dejó a nadie encerrado, es cierto. Y puede apelar a la vieja coartada de Alberto, que dijo no estar en funciones oficiales a la hora de los brindis. “Solo hice cosas legales”, afirmó, algo que en boca de un gobernante suena dudoso. Participó en una “fiesta, bastante salvaje”, según sus propias palabras. Lejos de disculparse, Sanna Marin, defendió su derecho a divertirse, como lo hizo en repetidas ocasiones. “No tengo nada que ocultar”, dijo la joven mandataria. Y aclaró: “No consumí ninguna droga”, luego de que la prensa sugiriera que en el video se escuchaba a alguien decir “una línea de harina”.
Sus palabras no lograron evitar la indignación de sus opositores ni frenar un enardecido debate en torno a la actitud de la líder finesa, que se vio apuntalado esta semana por la filtración de un segundo video, que la mostró en un boliche en Helsinki bailando con un conocido cantante, en funciones íntimas y no oficiales.
Un video la mostró en un boliche en Helsinki bailando con un conocido cantante, en funciones íntimas y no oficiales
La primera ministra dejó que el cuerpo disfrute y que el alma ministerial se tome franco una noche
Siempre se espera ejemplaridad de parte de los representantes públicos. La pedagogía dirigida a honrar el cargo comienza con el comportamiento propio. Y en este capítulo es fundamental que las apariencias no los desmientan. Porque no es la primera vez que el espíritu festivo de Sanna la mete en problemas. En diciembre de 2021 se vio obligada a disculparse cuando fue a una discoteca de Helsinki tras entrar en contacto con su ministro de Asuntos Exteriores, que había dado positivo de Covid. Dijo que no vio un mensaje de texto que le aconsejaba evitar concurrir porque se lo habían enviado a su teléfono del gobierno, que había dejado en su casa. ¿Dejó en casa el teléfono oficial? Esto es más raro que la fiesta salvaje. Los críticos afirmaron que el hecho habla de una “falta de juicio” y de una potencial violación de la seguridad nacional. Más tarde, Marin dijo que “lamentaba mucho” el error, pero nada dijo sobre su decisión de irse solita y no llevar el celu oficial. No sería una fiesta “salvaje”, pero era demasiado secreta, dicen los finlandeses mal pensados.
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Muchos la admiran. Su estilo personal también atrae. El periódico alemán Bild describió esta semana a Marin como la política “más cool del mundo”, una mujer “relajada, moderna y segura de sí misma”, al comentar su aparición en el festival Flow de Helsinki con un vestido brillante de segunda mano. Y los medios exaltan su figura, su gracia y su atractivo, subrayando, como dice la escritora Catherine Hakim, que el concepto de “capital erótico” es un activo valioso para todo político en carrera.
La pandemia y su distanciamiento ha generado una nueva avaricia de la proximidad. Un cuerpo recluido no es un cuerpo, dicen. El encierro que hemos vivido ha borrado los contornos y nuestro cuerpo necesita medirse con los otros. Las caricias también vacunan. Sanna ha encontrado en las fiestas la mejor forma de revivir el contacto estrecho con el otro, dejando que el cuerpo disfrute y que el alma ministerial se tome franco una noche.
¿Está bien o está mal? Las respuestas de aquí pueden responder las preguntas de allí. Son sólo “sensaciones” como dijo la vocera Gabriela Cerruti sobre el mal humor nacional. O “percepciones”, como definió Tomasini a la grave la inflación.
Y aquí, lo “salvaje” abunda: no en las fiestas, sino la calle.
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