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Jorge Colina
eleconomista.com.ar
La historia es más o menos así. A la salida de los confinamientos por Covid en el mundo, allá por comienzos del 2021, la inflación en Estados Unidos era 1,5% anual. Pero en junio del 2021 ya estaba en 5,4% y en diciembre del 2021 en 7% anual. Para los estándares internacionales, esto es una escalada inflacionaria.
En este proceso no hubo ninguna suba de la tasa de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed). En todo el 2021 se mantuvo en el orden del 0,25%. De todas formas, a finales del 2021 había muchas discusiones sobre si no era hora de subir la tasa.
Así fue como en marzo de 2022 se subió a la tasa de Fed a 0,5%. Pero la inflación siguió su curso y en el mismo marzo se colocó en 8,5% y en junio 2022 ya era de 9%.
Aquí entonces la Fed empezó a subir la tasa fuerte: 1,75% en junio; 2,5% en julio; 3,5% en setiembre; 4,0% en noviembre; 4,5% en diciembre del 2022 y la última fue ahora en febrero 2023 que la subió a 4,5%.
La inflación empezó a ceder desde el 9% de junio 2022 al 6% en febrero del 2023.
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Claro, pero resulta que en el sistema bancario, había uno (Silicon Valley Bank) que no hacía nada fuera de la ley. Hacía lo que la teoría bancaria dice que tiene que hacer un banco: tomar depósitos de la gente que, en general, son a corto plazo y prestarlos a largo plazo.
Como las inversiones a largo plazo tienen más tasa de interés que a corto, la diferencia es la ganancia de los bancos.
Los precios de los activos financieros a largo plazo son muy sensibles a los movimientos de tasas de interés de la FED. Cuando la tasa de interés de la FED sube, los precios de los activos de largo plazo bajan y más bajan mientras más largo el plazo del activo.
Parece que los del Silicon Valley Bank eran tipos muy arriesgados porque tenían activos muy largos. Además, como viven en un país que desde el 2008, salvo contadas excepciones (2018 y 2019 que estuvo al 2%), la tasa de interés de la Fed fue del “cero coma algo” no vieron el riesgo.
Cuando la Fed se puso a subir la tasa para salir a cazar y bajar la inflación (generada en buena parte por la propia Fed, justificada por la pandemia, pero generada por ella al fin), los activos del Silicon Valley Bank se depreciaron quedando por debajo del valor de sus pasivos de corto plazo.
En el Silicon Valley Bank había muchos depositantes inversores y emprendedores de start-ups digitales de Silicon Valley. O sea, tipos muy listos e informados. Cuando vieron lo que le sucedía al Silicon Valley Bank empezaron a vaciar sus abultadas cuentas bancarias y esto es una corrida, lo que puso en riesgo -por un rato, nomás- todo el sistema bancario.
Ya intervinieron las autoridades de supervisión bancaria, dieron las garantías del caso y la corrida pasó. La pregunta que todos se hacen ahora es:
¿La Fed seguirá subiendo la tasa de interés con lo que acaba de pasar?
Todavía no se sabe. Pero si no hubiera habido inflación, esto no ocurría.
La lección es que cuando se quiere bajar la inflación siempre aparece la basura debajo de la alfombra.
Viviendo a la Argentina
Aquí se vive una aparente paradoja. El Estado Nacional está fundido. Pero los Estados provinciales tienen superávit. Es más, le prestan al Estado Nacional y encima se desendeudan. Alicia en el País de las Maravillas.
Bueno, no es tan así. Hay que ver cómo lograron las provincias el superávit.
En el año 2017 las provincias estaban comprometidas. De las 24 provincias argentinas, 15 tenían déficits. Había situaciones diferentes, pero sumados los resultados financieros el consolidado daba un déficit de 0,5% del PIB.
En el 2018 se acelera la inflación. Tomando el período 2017 - 2022 surge que la inflación total fue de 600% y los ingresos públicos provinciales crecieron 620%, pero los gastos totales crecieron “sólo” 550%. Dentro de los gastos totales, el gasto en personal -que representa más de la mitad del gasto provincial- creció 500%.
Las provincias usaron la inflación para hacer superávit fiscal. Tanto es así que, si se hace un ejercicio de simulación aumentando los salarios públicos al mismo ritmo que la inflación, se esfuma el superávit fiscal de las provincias. La estrategia es clara: superávit fiscal con licuación de gastos, especialmente, de los salarios públicos.
Si el próximo Gobierno baja la inflación (como lo hizo la Fed), va a aparecer debajo de la alfombra que las provincias se van a volver deficitarias (como el Silicon Valley Bank). Se van producir las mismas crisis fiscales provinciales de la década de los ‘90 cuando la inflación bajó a cero.
Esto no es futurología. Es historia ya vivida.
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