“El campo en mí”: el pasado nunca muere, ni siquiera es pasado
Edición Impresa | 29 de Mayo de 2024 | 03:02

Cuenta Tamara Mesri que “desde mis comienzos como artista” sentía “la necesidad” de contar la historia de su abuela, sobreviviente del Holocausto. “Más que una necesidad: una responsabilidad”, cuenta la coreógrafa, fotógrafa y cineasta. Pero la responsabilidad le pesaba: contar esa historia le llevó más de una década de prueba y error, que culminó en el documental “El campo en mí”, que se proyectará entre mañana y el domingo, a las 18, en el Cine Eco Select del Centro Cultural Malvinas.
Un documental que Mesri siente fue conjurado por su abuela, “una voz presente que en algunos momentos se escuchaba más fuerte que en otros, pero nunca se callaba”. Por eso, la idea “daba vueltas en mi cabeza. La historia de mi abuela Luba me ha marcado y su presencia se siente a cada instante”.
Así fue transitando distintos caminos hasta “El campo en mí”, donde cuatro generaciones de mujeres judías ríen para ahuyentar los fantasmas del antisemitismo: Luba y Tamara, abuela y nieta, son las protagonistas de un recorrido que salpica de humor la profunda tristeza de una historia trágica, mientras se pregunta cómo el pasado y el linaje nos marcan, qué hacemos con nuestra historia.
“Una búsqueda personal, íntima”, la define. “Un intento de transmitir a mis hijas y a su generación las vivencias de una persona cercana y presente en nuestro recuerdo como lo fue mi abuela. Para que el holocausto no sea una página más en los libros de historia y algo de ese linaje continúe en ellas también, aunque queramos perdonar, aunque queramos olvidar. Que sea algo palpable y tangible”.
Artista multidisciplinar formada por fuera de la academia, Mesri comenzó a querer contar la historia de su abuela en 2008. “Empecé a filmarla a ella, con la hipótesis de que la forma de ser de mi abuela, brusca, violenta, tenía que ver con sus experiencias”, relata.La madre de Mesri murió joven, por lo que Luba ocupó ese rol, y, cuenta la cineasta, “me identifico mucho con ella en la forma de ser y de hacer”, con ese espíritu “avasallante”, pero “violento por momentos”.
“Pero entrevistando amigos, expertos, entendí que la guerra había intensificado su forma de ser, pero que esa forma de ser tenía que ver con ella”, explica. Truncada su hipótesis, el proyecto documental quedó en un cajón, aunque, dice, empapó sus trabajos en el teatro de una oscuridad.
Luba murió en 2013. Y cada tanto, la idea regresaba. Hasta que en 2019 “empecé a pensar en armar el proyecto para escena, con imágenes, entrevistas, una puesta multimedia. Pero llegó la pandemia”. Chau escenarios. Entonces, Mesri empezó “a experimentar con el Adobe Premiere. Y vi que avanzaba, aunque yo no estudié cine, así que empecé un curso por Zoom y a darle forma al documental, más que nada con material de archivo”.
En el curso, la impulsaron a escapar del documental tradicional y narrar en primera persona. “Me fui metiendo más yo, y el documental fue mutando de algo más tradicional a algo más relacionado a mi experiencia, que no tuviera tanto que ver con eso que cualquiera que esté interesado puede averiguar buscando un poco”, explica.
Con la primera persona, fue apareciendo la idea de legado, de cuatro generaciones unidas, atravesadas por una experiencia, un pasado en común. Conectadas. Mesri, que al principio pensaba que nadie podía interesarse en su historia personal, entendió que lo personal es político y que quien pinta su aldea pinta el mundo.
“El campo en mí” se estrena mañana en La Plata y cines porteños, además de Cine.Ar, en un momento donde los discursos negacionistas vuelven a cobrar fuerza. Al respecto, cierra la cineasta: “Es una sensación rara. Pero me parece importante, porque es como pasó con el feminismo: parecía que ya está, que no había que discutir más, pero sigue haciendo falta”.
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