Cuando seas viejo
Edición Impresa | 21 de Diciembre de 2025 | 04:48
Sara Canestri
Dicen que las reuniones navideñas, cuando está presente la familia completa, es un buen momento para aclarar temas relacionados con la herencia. No comparto la idea, me parece de pésimo gusto casi lindando con el humor negro.
Lo que sí pienso es que la Navidad nos convoca a analizar las relaciones fraternas, pasando de esa manera de lo material -que seria la herencia-, a lo entrañable, que es la familia. Percibo a mi alrededor y más allá, frecuentes destratos de hijos de mediana edad con sus padres obviamente mayores. Como me incluyo entre los destratados, sólo por la edad, les digo a esos que podrían ser mis hijos que nadie nos enseñó a ser padres; sólo nos guiaron los consejos de los mayores y con amor y sentido común fuimos formando la familia.
Pero con el paso de los años nos quieren silenciar, porque no pensamos como ellos, no vemos las cosas con la misma óptica, somos inútiles tecnológicamente y necesitamos ayuda, tenemos limitaciones físicas a las cuales no nos acostumbramos y nos producen un incontrolable malestar.
En la vida, con nuestros hijos y cada cual a su manera, hicimos lo que pudimos, lo que sentimos y lo que creímos que era mejor; si nos equivocamos, hagan como “hacen muchas veces las personas que se quieren, se indultan y punto” (Fernández Díaz dixit).
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