De Rosalía a Milo J: cinco álbumes indispensables del año
Edición Impresa | 28 de Diciembre de 2025 | 02:47
"LUX", Rosalía
El disco más comentado de 2025 es el nuevo trabajo de Rosalía, que ofreció un álbum al mainstream musical que no era ni insípido ni esperado. A riesgo de aplanar su extravagancia: su cuarto álbum de estudio, “Lux”, es un abrazo vanguardista y poco convencional de su formación clásica. Pero es mucho más que eso. A través de innumerables movimientos operísticos —así como 13 idiomas diferentes, un milagro fonético realizado por la cantante catalana— “Lux” es una colección ambiciosa de canciones sobre la divinidad destinadas a desafiar a su audiencia a una escucha activa. Es refrescante y arduo, un recordatorio atemporal de que las reglas están hechas para romperse.
"DOGA", Juan Molina
Que grande sos, Juana Molina. La inclasificable artista regresa a las bateas con “DOGA”, donde expande sus búsquedas con sintetizadores, juegos de palabras y paisajes sonoros que evocan naturaleza. No hay en las canciones ni en la poesía de Molina principio, nudo y desenlace: su disco es un disco en un sentido antiguo, un paisaje en el que sumergirse, una continuidad de sintetizadores que suenan como mantras y mantras que se cantan como estribillos. Minimalista y a la vez hipnótico, el álbum se apoya en loops, guitarras filosas y una voz que funciona más como textura que como relato. Las canciones avanzan como pequeños rituales, con climas repetitivos que se transforman de forma casi imperceptible. DOGA suena austero, crudo y experimental, pero también profundamente orgánico: un trabajo que exige escucha atenta y confirma a Molina como una artista que sigue explorando, sin concesiones, los límites de la canción.
"DEBÍ TIRAR MÁS FOTOS"
Bad Bunny
“Debí tirar más fotos” de Bad Bunny no es solo un álbum, sino un reinicio cultural. En su residencia en San Juan, era evidente, mientras Benito alternaba entre dos escenarios. Uno, una escena rural con árboles de plátano y un gran árbol de flamboyán para los movimientos folclóricos. El otro, una casita tradicional para el bloque de reggaetón y perreo —donde ocurre la pari de marquesina, o fiesta de casa. Es la representación perfecta de la celebración del álbum de Puerto Rico y su experta fusión de sus estilos musicales pasados y presentes. Para muchos, “Debí tirar más fotos” es una revolución comprometida con el vinilo, una superestrella global mirando hacia su tierra natal para ver el futuro. Maneja sus habilidades de reggaetón y urbana —e incorpora salsa, bomba, plena, música jíbara— para encontrar placeres intergeneracionales.
"EGO DEATH AT BACHELORETTE PARTY"
Hayley Williams
Este año, todo se trata de Hayley Williams. La feroz líder de Paramone ha tomado su propio camino antes —la exploración interior de “Petals for Armor” de 2020 y “Flowers for Vases / Descansos” de 2021— pero nada se acerca a “Ego Death at a Bachelorette Party”, su mayor obra en solitario hasta la fecha. Es un triunfo en sinceridad contado a través de medios variados: alternativa de los ‘90 (“Brotherly Hate”), rock indie de radio universitaria (“Mirtazapine”) y trip-hop-pop (“Ice In My OJ”). Suena a libertad para una intérprete que durante mucho tiempo ha estado sujeta a las expectativas públicas.
"LA VIDA ERA MÁS CORTA"
Milo J
Muchos son los artistas jóvenes que irrumpen la escena, pero sobre el ruido de la novedad planea la voz etérea y sincera de Milo J, rapero devenido folclorista moderno que confirma su giro latinoamericano en su último disco y a la vez trasciende la idea de un crossover vulgar. Una producción donde colabora con Jaime Roos y Silvio Rodríguez, y se da el gusto de contrapuntear con Mercedes Sosa (desde el archivo). Milo J es bonaerense pero de raíz santiagueña y firma una producción que es al a vez testimonio e himno, evitando los ademanes del freestyle pero llevando como bandera su libertad e impulso de justicia y retrato.
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