“El Señor de los Anillos”: vuelve al cine mientras los estudios se pelean por la saga

Los superhéroes fueron los primeros en mostrar el síntoma: si no era un gran espectáculo, el público masivo no estaba demasiado dispuesto a dejar la comodidad del hogar para ver cine. Las plataformas y la pandemia solo fortalecieron ese éxodo de la audiencia de salas. Y en un momento hasta el cine de superhéroes perdió su atracción. Como una curita, una idea: cada vez más cines proyectan clásicos del cine de Hollywood, películas que, por un puñado de días, un evento imperdible y que se va rápido, regresan a las salas impulsadas por la nostalgia.

El retorno de la trilogía original de “El Señor de los Anillos” a los cines, que tendrá lugar este jueves, es parte de este fenómeno, pero también reflejo del “revival” que la franquicia de Tolkien está protagonizando. Un retorno que comenzó cuando el grupo Amazon llegó a un acuerdo para desarrollar producciones en torno al mundo de Tolkien: las franquicias, su atractivo retro, el poder masivo de su marca, son hoy los grandes activos de las principales productoras de contenido, y como Disney hizo con Marvel, Lucasfilms y Pixar, Amazon comienza a hacer, pagando millones por franquicias como la saga de Tierra Media y James Bond, reciente adquisición del conglomerado de Jeff Bezos.

Las películas dirigidas por Peter Jackson y estrenadas entre los veranos de 2001 y 2003 vuelven ahora a la gran pantalla aprovechando el empuje que viene teniendo la franquicia de los Anillos, pero no solo bajo el ala de Amazon, que produce “Los Anillos del Poder”, la serie más cara de la historia. Además se acaba de estrenar la película animada, “La guerra de los Rohirrim”, y el propio Peter Jackson filma una nueva película de la saga, protagonizada por el Gollum de Andy Serkis: ambas son parte de un proyecto de de Warner Bros. Discovery, otro conglomerado mediático que selló un contrato para producir contenido sobre el mundo de Tierra Media.

La película de Gollum es además una de varias que tiene planeadas Warner, que bajo su subsidiaria New Line Cinema estuvo a cargo de la trilogía original de Jackson y también de la trilogía de “El Hobbit”. Diez años después de concluir su relación con la saga a través de esa trilogía, Jackson volverá a la Tierra Media con la película de Gollum que tiene fecha de estreno para 2026.

Los dos estudios se disputan, entonces, a la franquicia, y los herederos de Tolkien disfrutan… aunque no tanto. De hecho, hasta hace poco se peleaban por el futuro de la propiedad intelectual, lo que frenó varios proyectos en torno al mundo de Tierra Media. Hasta que Simon, nieto de Tolkien, regresó a la “mesa chica” de las decisiones familiares y decidió modernizar el rumbo de la franquicia. Así, la familia consiguió primero vender los derechos para una serie televisiva a Amazon, por 250 millones de dólares, y ahora selló un nuevo contrato con Warner Bros. Nadie esperaba, cuando se producía la primera película de “El Señor de los Anillos”, este éxito.

De hecho, durante mucho tiempo la saga de Tolkien se consideró inadaptable, por inabarcable. Fue el controvertido Harvey Weinstein, por entonces el productor más influyente de la industria, quien le llevó la idea al neocelandés Peter Jackson, aunque en un principio iba a tratarse de una producción fantástica inspirada pero ajena a la obra de Tolkien. El cariño que Jackson sentía hacia el mundo de la Tierra Media hizo que tuviera la sensación de estar robando demasiados elementos de él, por lo que finalmente habló con el productor para adentrarse de lleno en este universo de hobbits, elfos, enanos, anillos mágicos y épicas batallas fantásticas.

Pero llevar El Señor de los Anillos a la gran pantalla requería primero de un elemento clave: los derechos. En aquel momento estos pertenecían al productor Saul Zaentz, quien en 1978 había realizado una fallida adaptación animada, peleado con Weinstein tras la experiencia de “El paciente inglés”.

Weinstein negociaba, mientras Jackson escribía los guiones. Necesitarían, estimaba, 150 millones de dólares para producir la primera. Weinstein solo ofrecía 75. Era un dineral, para la época y para un género que por entonces no era considerado masivo, la fantasía medieval. Entonces, alguien filtró entonces los guiones, buscando que aparecieran nuevos estudios, y fue ahí cuando New Line Cinema entró en el juego, permitiendo incluso que Jackson amplíe sus guiones hacia una visión más ambiciosa de la adaptación.

Pero habría nuevos problemas: Weinstein había gastado dinero en el proceso de preproducción y además tenía los derechos: no iba a correrse. A New Line Cinema no le quedó más remedio que pagar su parte a Weinstein, quien siguió apareciendo en los créditos como productor ejecutivo. El resto es historia.