Dieta mediterránea: comer bien, sano y variado como premisa
Edición Impresa | 23 de Marzo de 2025 | 05:39

La dieta mediterránea no es solo un patrón alimentario, sino una forma de vida que ha sido ampliamente recomendada por profesionales de la salud en todo el mundo. Con una base de alimentos frescos y naturales, como frutas, verduras, legumbres, frutos secos, pescados y aceite de oliva, este modelo de alimentación ha demostrado ser beneficioso en diversos aspectos de la salud.
Los nutricionistas destacan que la dieta mediterránea es una de las más equilibradas y sostenibles, ya que prioriza el consumo de grasas saludables y evita el exceso de productos ultraprocesados. “Este tipo de alimentación favorece el control del peso y reduce los niveles de colesterol malo, gracias a la presencia de grasas monoinsaturadas provenientes del aceite de oliva y los frutos secos”, explican. Además, subrayan que el alto contenido de fibra contribuye a una mejor digestión y previene enfermedades intestinales.
Los médicos clínicos advierten que en sociedades donde predominan dietas ricas en azúcares y harinas refinadas, las enfermedades metabólicas, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión, están en constante aumento. “Un cambio de hábitos hacia la dieta mediterránea puede significar una reducción en la incidencia de estas patologías, dado que favorece la regulación de los niveles de glucosa en sangre y ayuda a mantener la presión arterial en valores saludables”, afirman. Además, destacan que el consumo moderado de vino tinto, una característica de esta dieta, puede aportar antioxidantes beneficiosos para el sistema cardiovascular.
Este cambio de hábitos es una apuesta por una vida equilibrada y saludable
Los dietistas recomiendan adoptar la dieta mediterránea no solo por sus beneficios nutricionales, sino también por el impacto positivo en la calidad de vida. “Las comidas suelen ser momentos de encuentro social y familiar, lo que contribuye al bienestar emocional. Además, el hecho de priorizar alimentos frescos y locales también tiene un impacto ambiental positivo”, sostienen. Aseguran que es un modelo accesible y flexible, que permite adaptarse a distintos gustos y necesidades sin perder sus propiedades saludables.
El interés por esta dieta ha crecido en los últimos años, impulsado por estudios que respaldan su efectividad en la prevención de enfermedades neurodegenerativas, como el Alzheimer. Los especialistas en salud aseguran que los antioxidantes presentes en el aceite de oliva, el pescado y las frutas tienen un efecto protector sobre el cerebro. “En un contexto donde el envejecimiento de la población es un desafío sanitario, la adopción de este modelo de alimentación puede contribuir a mantener la salud cognitiva por más tiempo”, explican.
A pesar de sus beneficios, los expertos advierten que la dieta mediterránea enfrenta desafíos en su aplicación cotidiana. “El ritmo de vida actual muchas veces dificulta la preparación de comidas caseras y promueve el consumo de productos industriales. Sin embargo, incorporar pequeños cambios, como reemplazar las grasas saturadas por aceite de oliva o aumentar el consumo de frutas y verduras, puede hacer una diferencia significativa”, aconsejan.
En definitiva, la dieta mediterránea se consolida como un modelo de alimentación saludable, avalado por la comunidad científica y respaldado por la experiencia de generaciones que han encontrado en ella un aliado para la longevidad y el bienestar. Su adopción no solo es una decisión inteligente desde el punto de vista nutricional, sino también una apuesta por una vida más equilibrada y saludable.
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