Patoruzú: una historieta legendaria sobre valentía y heroísmo
Edición Impresa | 18 de Mayo de 2025 | 04:44

Antes de Mafalda, antes de Inodoro Pereyra, incluso antes de El Eternauta, hubo un personaje que rompió moldes y alcanzó una popularidad masiva en todo el país: Patoruzú. Un cacique tehuelche millonario, ingenuo y de fuerza descomunal, que enfrentaba al mal con nobleza, rectitud y puñetazos. Su historia es también la historia del auge de la historieta argentina: desde los años 30 hasta mediados de los 60, cuando llegó a vender más de 300.000 ejemplares por semana.
El creador de Patoruzú fue Dante Quinterno, un joven dibujante nacido en Buenos Aires en 1909, que con apenas 19 años ya publicaba en medios como “Crítica”, “El Mundo” y “La Razón”. En 1928, Quinterno dio vida a Curugua-Curiguagüigua, un personaje caricaturesco que parodiaba al “indio noble” y que pronto fue rebautizado como Patoruzú, un nombre más amable y memorable para el lector urbano.
El personaje rápidamente capturó la atención del público. Alto, fortachón, de hablar rural y modales impecables, Patoruzú encarnaba una mezcla curiosa: era un estereotipo del “buen salvaje” con acento patagónico, pero también una figura moral en contraste con la avivada porteña. Su contraparte, el eterno Isidoro Cañones —un bon vivant irresponsable, charlatán y algo ventajero— era el complemento perfecto para que Patoruzú brillara con su generosidad, su honestidad y sus valores sólidos.
En 1936, Quinterno fundó su propia editorial y lanzó la revista “Patoruzú”, la primera publicación semanal de historietas argentina de gran tirada. Fue un suceso inmediato. La historieta mezclaba humor, acción y crítica social, y estaba ambientada tanto en paisajes rurales de la Patagonia como en la Ciudad de Buenos Aires. Patoruzú enfrentaba villanos, mafiosos, ladrones y corruptos, siempre con una lógica ética muy clara: hacer el bien, proteger al débil, castigar al tramposo.
Durante las décadas del 40 y 50, la revista se convirtió en un fenómeno editorial sin precedentes. Su lenguaje, lleno de expresiones inventadas y modismos locales, pasó al habla popular. En sus páginas también aparecieron otros personajes memorables, como Upa (el hermanito de Patoruzú), el brujo Ñancul y, más tarde, Patoruzito, una versión infantil que también tuvo revista propia y serie animada.
La popularidad de Patoruzú coincidió con un momento de fuerte identidad nacional en la Argentina: el personaje representaba valores criollos idealizados, una especie de gaucho evolucionado que no había sido corrompido por la modernidad. Pero al mismo tiempo, su forma de vida contrastaba con las tensiones sociales y políticas de la época. Algunos críticos vieron en él una figura conservadora, moralista, incluso paternalista; otros lo defendieron como un ejemplo ético frente al cinismo urbano.
Dante Quinterno supo mantenerse como un empresario celoso de su creación. No permitió adaptaciones teatrales ni cinematográficas durante décadas, y manejó con precisión tanto la edición como la distribución de sus revistas. En 1942 dirigió el cortometraje animado “Upa en apuros”, considerado el primer dibujo animado en color del cine argentino, que ganó premios internacionales. Aunque la revista dejó de publicarse en los años 70, el legado de Patoruzú persiste. Hoy, su figura sigue despertando nostalgia, admiración y debate. Su imagen fue reeditada en colecciones especiales, y sus aventuras circulan tanto en librerías como en ferias de usados. Es, sin dudas, una pieza central del patrimonio gráfico argentino.
Editorial: Ovni
Páginas: 88
Precio: $14.000
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