Los pibes lo llevaron al triunfo

Por MARTÍN CABRERA
COMENTARIO

A veces los mejores refuerzos no están en otros clubes, en el exterior o en las carpetas de los representantes. A veces, ocurre muy seguido en Estudiantes, están en las propias divisiones juveniles. Esto quedó en evidencia ayer en la cancha de Quilmes, donde el equipo consiguió un aliviador triunfo 1-0 sobre Atlético Tucumán, de la mano de tres chicos que arrancaron el año en Reserva... o más abajo.

El gol lo marcó Juan Bautista Cejas a los 42 minutos del segundo tiempo, cuando el empate parecía estar sellado. En el medio raspó y fue un punto alto Iván Gómez, aquel pibe que había quedado marcado por una mala recepción en el primer partido del año ante Vélez y que luego del mismo “desapareció” de la escena. Y por la izquierda dejó una gratísima imagen Carlo Lattanzio, delantero picante y atrevido modelo ‘97, la gran figura de la tarde en su primer partido oficial en dos años.

Entonces, cuando el equipo gana y deja una imagen más valiosa que en sus últimos partidos es cuando llega la pregunta que tanto se escuchó este semestre y no tuvo una respuesta concreta: ¿Para qué tantos refuerzos a mediados de año si al final son los pibes los que terminan salvando la ropa?

Promediando el primer tiempo Trucco invalidó mal un gol a Mariano Pavone

Estudiantes fue un poco más que su rival. No mostró un juego convincente ni tampoco hubiese sido una terrible injusticia si el partido terminaba en empate. Pero tuvo mayor ambición y aun con falencias en los metros finales, fue el único que saltó al campo de juego con la intención de quedarse con los tres puntos.

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En el primer tiempo encontró en el sector izquierdo, con el juvenil Carlo Lattanzio, la llave del partido. Por allí rompió la sólida defensa tucumana, desbordando una y cinco veces, pero sin culminar las jugadas por esa falencia colectiva que lo viene aquejando en lo que va del semestre.

En esos primeros 45 minutos el Pincha estuvo cerca a los 2 minutos con un remate desde afuera de Facundo Sánchez, a los 17 cuando Mariano Pavone no puede resolver dentro del área tras habilitación de Lattanzio y a los 19 con otro remate desde afuera, pero esta vez de Israel Damonte.

El equipo de Lucas Bernardi jugó mayor tiempo en campo rival pero aun así sufrió dos veces: dos errores propios casi los paga con un gol en contra. Primero se equivocó Mariano Andújar en una salida desde el fondo, dejó la pelota corta y Rodrigo Aliendro hizo paralizar los corazones albirrojos. También cruzaron los dedos en la platea cuando un pelotazo cruzado a las espaldas de Gastón Campi dejó solo con Andújar a Guillermo Acosta, quien remató por arriba del travesaño.

En el segundo tiempo Estudiantes siguió buscando el arco rival, con Lattanzio por izquierda, con Lucas Rodríguez como una especie de enganche y con Pavone luchando todas las pelotas. Asumió el compromiso y tomó riesgos, aunque la visita, con mayor potencial que los últimos equipos a los que había enfrentado, no se animó a aprovecharlos.

A los 28 minutos el Tanque Pavone reventó el poste izquierdo de Alejandro Sánchez, oportunidad que pareció la última del partido, porque luego ni siquiera los cambios que introdujo el técnico le dieron otro empuje al equipo.

Pero el destino se guardó una carta. Sobre el final, como más se disfruta, y con un pibe de la casa como protagonista. La luchó Pavone por la izquierda, la pelota quedó sin dueño en la puerta del área grande y entonces Juan Bautista Cejas, que hacía 10 minutos había ingresado con poco suceso, le metió tremendo derechazo para -rebote en un defensor mediante- colarse por arriba de un arquero que había se mostrado seguro en toda la tarde, al menos las pocas veces que fue llamado.

Con ese gol Estudiantes ganó el partido. Con ese gol consiguió unas semanas de paz. Y con ese gol dejó en evidencia que al equipo le estaba faltando sangre joven para correr, meter y patear al arco. Con un esquema que no parece rígido, los juveniles le dieron otra impronta. Punto positivo para, a partir de allí, seguir construyendo.

Un párrafo aparte para Ricardo Zielinski, un gran técnico que hizo de este Atlético Tucumán un rival incómodo para cualquiera. Sino que lo diga Rosario Central, al que eliminó de la Copa Argentina en semifinales casi sin patear al arco. Ayer vino a Quilmes con el mismo libreto y tal vez el mismo que lleve adelante en la final ante River. Pero no le dio éxito y, como hace un año cuando dirigía a Racing, el Ruso se quedó con las manos vacías sobre el final. Aquella vez había sido gracias a un cabezazo de Javier Toledo; ahora con un remate desde afuera del Tuta Cejas. A veces, ser tan avaro no tiene premio, como tampoco traer una montaña de refuerzos cuando tenés jugadores como para dar pelea.