Una cárcel exclusiva para presos evangélicos en Olmos

Es una experiencia piloto inédita en el mundo, donde detenidos, celadores y autoridades profesan el mismo culto

"Apoderate, apoderate/apoderate de todo mi ser", canta un espontáneo coro masculino, por momentos desafinado, pero no por eso menos eufórico ni menos enérgico. Son más de cuarenta y mientras cantan, con los ojos cerrados, se acompañan con aplausos rítmicos que ganan en intensidad. Todos tienen entre 20 y 23 años y cada tarde celebran su culto en un lugar muy particular: la Unidad 25 "Cristo la Unica Esperanza" -donde están alojados- primera cárcel evangélica del mundo, que está ubicada en Olmos. Una unidad penitenciaria recientemente creada donde tanto los presos como los celadores y las autoridades del penal profesan el culto evangélico.
La historia del particular penal comenzó a escribirse en el mes de junio. Fue entonces cuando los primeros detenidos, alojados en los pabellones evangélicos de la Unidad Número 1 de Olmos, fueron trasladados a los edificios de la Unidad 25 (antes ocupada por presos valetudinarios hoy alojados en Gorina y desocupada desde hace dos años).
"Esos presos pusieron en condiciones con su propio trabajo el edificio para convertirlo en la primera cárcel evangélica, donde la rutina gira en torno al culto, existe un régimen de autodisciplina y se vive con un índice de conflictividad más bajo que en un penal común", dice Daniel Tejeda, Prefecto Mayor, director del penal y también devoto evangélico.
La experiencia piloto se enmarca en lo dispuesto por la resolución 1.162 dictada por el Ministerio de Seguridad en agosto de este año que autoriza al Servicio Penitenciario a crear unidades que reúnan a internos que profesan la misma religión en penales exclusivos. La misma resolución posibilitó que se creara la Unidad 14 de General Alvear, que actualmente aloja en ese partido a 29 presos que profesan la religión católica.
La decisión se enmarca en el explosivo crecimiento del número de pabellones de presos religiosos registrado en los últimos años, todos ellos creados para favorecer el ejercicio de los cultos en ámbitos más propicios, apartados del clima más conflictivo de los pabellones comunes.
Se estima que en la actualidad son 4.500 los presos que se alojan en pabellones evangélicos en las 35 unidades carcelarias del Servicio Penitenciario Provincial. Claro que muchos de ellos no lo hacen con fines exclusivamente espirituales, según admiten los propios líderes del culto: el acercamiento inicial se relaciona, frecuentemente, con la búsqueda de una vida más tranquila tras las rejas.

HISTORIAS DE FE TRAS LAS REJAS
En ese penal cumplen sus condenas presos como Marcelo Rojo (35), alguna vez considerado un detenido conflictivo y hoy transformado en el líder espiritual de los 90 convictos alojados en la Unidad 25.
Una tarea que no resulta sencilla: "el guía espiritual es el que recibe a los internos con crisis de fe, pero también con problemas más prácticos, como el alejamiento de una novia que ya no los visita, la llegada de una condena más dura que la esperada y otras cuestiones igualmente difíciles de soportar en la cárcel", dice Rojo.
La vida en el penal se basa en la autodisciplina. Aunque en los alrededores hay murallas y guardia armada, las celdas no se cierran con candado y la comida se la preparan los propios internos, asesorados por un voluntario evangélico que les da clases de cocina, explican las autoridades del penal.
La actividad matutina está basada en talleres de oficios dictados por devotos evangélicos voluntarios y las horas de la tarde se dedican al culto. En ese marco, comparando con una cárcel común, los presos ganan en tranquilidad, según ellos mismos afirman.
"Acá uno puede orar y cantar mucho más tranquilo, pero también se gana tranquilidad para otras cuestiones, como dormir o bañarse", dice Rojo, quien relata que se convirtió a la religión evangélica hace seis años, cuando un motín lo puso en una situación límite que le hizo reflexionar sobre el sentido de su vida tras las rejas.
¿Cómo se elige a los participantes de la experiencia piloto?: "La admisión de los presos que van a vivir en el penal se hace en base a conducta y dedicación al culto", explica Tejeda, y agrega "se priorizó a los internos que vienen de la Unidad 1 de Olmos, donde comenzó a gestarse a principios de los '80 el movimiento evangélico carcelario de la región".
Pero a la unidad 25 no sólo van los que están presos, afirman las autoridades. Cada sábado se acercan hasta allí devotos de otras congregaciones a compartir con los detenidos la celebración del culto. Y hasta ex presidiarios que una vez en la calle eligen mantener sus lazos con la congregación carcelaria.
Es que la situación de los ex presidiarios que vuelven a la sociedad es también una preocupación de la congregación. "Si saben que estuviste preso nadie te da trabajo", dice Aníbal Moreno, un ex convicto evangélico al referirse a las dificultades que encuentra un liberado para la reinserción social. Es en el marco de esas dificultades que los devotos nucleados en el Ministerio de Enseñanza Carcelario Cristo La Unica Esperanza inaugurarán un hogar de tránsito para liberados en el Partido de Magdalena, donde esperan que se alojen inicialmente 24 ex convictos que no logran encontrar trabajo, para dedicarse allí a tareas rurales.

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