Kusturica propone un optimista canto a la vida

Luka es un serbio que quiere cumplir un sueño: construir un ferrocarril a través de los hermosos paisajes de su tierra. Así comienza "La vida es un milagro", del director Emir Kusturica, película basada en hechos reales y que se desarrolla en torno de este ferrocarril.

El filme cuenta como este hombre abandona la ciudad y regresa a un pueblo remoto de Bosnia con su esposa Jadranka, cantante de ópera, y su hijo, Milos, de 18 años. Ella está mal por el aislamiento y el joven sueña con convertirse en futbolista profesional.

Pero Luka no le presta atención a las señales del inminente conflicto. Estalla la guerra y Milos es llamado al servicio por lo que, Jadranka, más deprimida que nunca, se emborracha en la fiesta de despedida de Milos. Al día siguiente se dirige a Belgrado con su nuevo amante quien le promete revivir su carrera. Luka se queda solo, desafiando las bombas y el caos. El espera el regreso de su esposa y su hijo, pero Jadranka quiere el divorcio y su hijo es capturado por el enemigo.

Kusturica ("Tiempo de gitanos", "Sueño de Arizona", "Underground", "Gato negro, gato blanco", entre las principales películas que filmó) sostiene que como realizador sigue interesado en la familia como centro mítico del drama humano. En esta ocasión "la política envuelve todo el conflicto emocional entre la guerra y el amor". El director en lugar de centrar su objetivo en los culpables de la guerra que sufrió su tierra o en sus secuelas, compone así un optimista canto a la vida resaltando los sentimientos de las personas.

En su opinión, el lenguaje del amor rompe todas las barreras y sigue siendo un elemento necesario en sus obras. "El cine necesita ser más grande que la vida", argumenta.

En este filme, el director arroja una mirada diferente sobre los Balcanes, una región que sólo es noticia por los persistentes conflictos. La falta de una verdadera comprensión sobre lo que son sus gentes queda de manifiesto con algunas escenas de la película en la que una corresponsal de una televisión extranjera relata "su" versión de los hechos.

La música, nuevamente, vuelve a adquirir el rango de protagonista. Kusturica una vez más hace coincidir su talento como director con el de músico. Y junto a su banda "No Smoking Orchestra", despliega su particular mezcla de música folclórica de los Balcanes, sonoridades gitanas, algo de cabaret posmoderno a lo Tom Waits y una buena dosis de punk rock, todo regado con su particular (y tragicómico) sentido del humor.

Las noticias locales nunca fueron tan importantes
SUSCRIBITE