El Patón Basile, con la rebeldía a flor de piel

Gonzalo El Patón Basile es un pesado en serio. No sólo por su físico, por su garganta con arena, o por su aspecto intimidante lleno de tatuajes, sino por su historia. No es casual que su padrino sea justamente el sindicalista del gremio de los camioneros, Hugo Moyano y su hijo Pablo, y lo sigan bandadas de pesados como él con bombos y platillos, como una mini barrabrava. El próximo 17 de noviembre, combatirá en la sede del club Independiente de Avellaneda por el título sudamericano de los pesados contra César Acevedo. Visitó la redacción de DIARIO POPULAR, y como todo grandote, tiene su costado bonachón y noble, que hace de cualquier charla un compendio de anécdotas.

-¿Ante todo, por qué el apodo de Patón?

-Ja ja... Porque calzo 49. Siempre tuve el pie grande y me dijeron así.

-¿Y los tatuajes?

-Ja ja... Por rebelde que soy nomás. Siempre me gustaron, me los fui haciendo de chico, y si te fijás, tengo el bien y el mal. Tengo tanto al demonio, como a Dios. Tengo tatuado todo el cuerpo -N. de la R: hasta la oreja- y ahora me voy a hacer otro más. Y tengo a la CGT.

-¿Y esa rebeldía de dónde viene?

-No sé, nací así. Soy el mayor de cinco hermanos, pero tengo una familia bien. Humilde, pero bien. Mis viejos no son separados, no son borrachos, yo tampoco, mi viejo no le pega a mi vieja, pero yo salí rebelde desde chico, desde que iba al jardín de infantes. Las madres la buscaban a mi vieja cuando había reunión para quejárseles de mí. Me peleaba a cada rato, y así cobraba también, porque si bien siempre fui alto y flaco, me agarraba con uno de 6° siendo yo de 3°. A los de mi edad les daba, pero con los grandes a veces cobraba de lo lindo. Igual las palizas más duras me las dio mi vieja. Cada cinturonazo, cada palazos, ja ja...

REBELDE SIN CAUSA

-¿Hiciste primaria y secundaria?

-No, primaria solo. Y era buen alumno, ojo. Prolijo, meticuloso. El más prolijo de la familia, creo. Pero bueno, en la secundaria me echaron en 1° año. Me echaron dos veces: una por no estudiar, y la otra por mala conducta. Y listo. Cuando mi viejo vio eso me dijo chau, a laburar. Y laburé.

-¿De qué?

De todo. Pero también me duraba poco, porque me peleaba siempre. De verdulero -y me peleaba con el verdulero-, de albañil -y me peleaba con los albañiles-. Y así todo. Hacía changas, de carpintero, jardinero, haciendo pozos. Y luego a eso de los 14 años entré a un gimnasio de boxeo, gracias al padre de uno de los chicos que jugaba al fútbol donde mi viejo era el técnico. Yo también jugaba, aunque en otra categoría. Mal. Y no me gustaba; pero como me agarraba siempre a piñas, al tipo éste le llamó la atención. Se dio que un día nos invitó a comer, y me empezó a mostrar fotos viejas, cosas de boxeo, del Luna Park. El tipo había sido boxeador: Edmundo Pacheco. Me entusiasmó, me empezó a enseñar algo en su casa todos los días, a tirar golpes, barrerlos, y como veía que yo tenía condiciones, que iba siempre -él me decía a las 14 y yo a las 13:50 estaba ahí-, y lo hacía en serio, como él no era técnico me llevó a lo de los Sclarandi, en Lomas de Zamora. Yo soy de Lomas -aunque nací en un hospital de Lanús- y ahora vivo en Monte Grande. Con Sclarandi hice mi campaña amateur, y hasta estuve en la Selección Nacional con Raúl y Héctor Morales, y Carlos Tello. Pero cuando tenía que ir a los Panamericanos de Mar del Plata me fui, ja ja... Rebeldía. Después dejé el boxeo por más de 5 años.

-¿Por?

-Había empezado a trabajar como recolector de basura -que fue lo que cambió mi vida- por toda la zona sur, y a ganar un sueldo. Me hacía las 300 cuadras del recorrido todos los días. Ahí me peleaba, pero con colectiveros o comerciantes, ja ja... Me empecé a meter en el sindicalismo, que siempre me gustó, a ir a las marchas, y ahora tengo la camiseta del Sindicato de los Camioneros puesta, y ninguna otra más.

-¿La barra esa que te sigue es de ahí?

-Claro. La de los bombos, ésa que no le gusta a Príncipi, ja ja... Los muchachos me siguen, y son muchos. Calculá que el gremio camionero abarca todo lo que trabaja sobre ruedas.

EL GUARDAESPALDAS

-Vos tuviste una historia con Moyano, ¿no? Viviste una situación.

-De qué.

-En una revuelta saltaste por él. Lo defendiste. Fue algo pesado, dicen.

-Ja ja... No vas a poner eso, ja ja... Sí. Fue una revuelta, nos mataron a palos. Eran, ponele, 5000 contra 1000. Después hubo otras, cosas que salieron hasta por TV. Yo me juego por ellos, por Hugo y por Pablo -el hijo-, porque me dieron todo lo que tengo. Fui un día a buscar un sponsor, y me dieron trabajo y apoyo. Y por eso hoy me dedico exclusivamente al boxeo.

-En alguna hasta dicen que había armas.

-Ja ja... Mirá, la peor fue cuando me dieron una puñalada, hace 3 años, pero por cuestiones de polleras, nada que ver con esto. Ahí sí que casi me muero. Me tuvieron que abrir todo para operarme, y me salvé de que no me cortaran esa vena que es mortal de casualidad. Uno de cada 10 casos se salvan así.

-¿Cómo fue que volviste a boxear después de que te retiraste?

-Porque yo era un tipo sano, y de repente empecé a tomar, no mucho, pero a tomar cerveza, a fumar, a drogarme, y un día me vi y me dije no, este no soy yo, tengo que volver a boxear, que es lo único que me puede sacar de esto y hacer que vuelva a cuidarme. Ahí fue que dí con un pupilo de Oscar Trotta, con quien estoy ahora. Y hace un mes estoy haciendo la parte física con Omar Patiño, el fisicoculturista, que te mata. La idea es ganarle a Acevedo el 17, ir por el argentino contra El Carnicero Díaz, y saltar al terreno internacional, porque me quiero reivindicar de la derrota que tuve. Estoy en la mejor edad para un pesado. Y cuando me retire, siempre le digo a Pablo y Hugo Moyano que quiero ser su guardaespaldas, que para mí es un orgullo.