Ribonetto: Se hizo de grande y fue todo un campeón

La particular historia del caudillo de Lanus, que no hizo inferiores

Por LUCIANO BOTTESI

Con la misma cadencia que apenas un puñado de años atrás, Walter Ribonetto pasea en bicicleta por su pueblo, Corral de Bustos. Aunque la postal sea la misma, las cosas cambiaron, porque quien pedalea ahora es un jugador profesional que entró en la historia de Lanús después de darle el primer campeonato de su historia.

A los 27, en una edad en que muchos piensan en una transferencia que corone económicamente su carrera, Tino aceptaba el desafío de viajar a Buenos Aires para probarse en Lanús y, en una de esas, convertirse en profesional. Hoy, a los 33 consiguió algo que no todos los jugadores logran y está a punto de irse a terminar su carrera a México, donde ya jugó, para coronar un currículum impensado.

Antes de llegar a esta instancia, despuntaba el vicio de la pelota en el pueblo y tuvo la chance de probarse en Brown de Arrecifes a los 22 años, pero declinó el ofrecimiento porque su padre había fallecido y no estaba de ánimo. Después, cuando bordeaba los 25, viajó a Buenos Aires para mostrarse en San Lorenzo, con el profe Castelli como técnico. Pasó la prueba, pero como no había hecho inferiores lo mandaron a la filial para ponerse a punto y recién después firmar como profesional. Cuando se enteró cuanto cobraría, pegó la vuelta a Córdoba, porque en la fábrica donde trabajaba, tenía mejor sueldo.

Ribonetto, sabía lo que era trabajar para ganar un dinero a fin de mes y a su edad no podía ganar menos que en un trabajo convencional, porque Tino hasta llegó a trabajar como costurero en el modesto taller de su mamá. De todos modos, seguía jugando como amateur en la liga local hasta que un día le avisaron que Carlos Aimar, entonces técnico del Grana, lo buscaba para "decirle algo".

"Al principio -recuerda- no entendía nada, pero ubiqué su teléfono y llamé. Ahí me preguntó si quería hacer una prueba en Lanús. Jugaba para Chañar Ladeado y la final era con el clásico: Chañarense. Como quedaba el la segunda final para definir el campeonato no me dejaron viajar a Buenos Aires y hasta el Cai les pidió permiso, pero no me dejaron. Ganamos la otra final y me vine".

-Y finalmente firmaste contrato a los 27, un sapo de otro pozo en un ambiente tan cerrado como el del fútbol...

-La adaptación fue todo un tema. Hice una pretemporada y fui titular en un amistoso. Después llegó el debut en el campeonato, ante Argentinos y en Corral de Bustos todos escucharon el partido por radio.

-Podés tener otro paso en un club de afuera, ya tenés esa experiencia, y además fuiste campeón con Lanús ¿hasta dónde te imaginabas esto?

-No me lo imaginaba. Uno siempre tuvo el sueño de ser futbolista, pero la verdad es que no me lo imaginaba... así que mucho menos todo lo que vino después. Recién ahora estoy cayendo con lo del campeonato que ganamos.

-¿Te sentís un privilegiado?

-Por supuesto. Pero partamos de la base que el futbolista de por sí es un privilegiado, porque le pagan por hacer lo que le gusta y trabaja dos horas por día.

-¿Qué pensaste cuando metiste el gol en Rosario, ante Central? Era un partido chivo...

-Psst... ¡Qué partido! No sé que pensé, pero la emoción que sentí fue distinta a todas. Para mí, ganar un campeonato tal vez sea algo distinto a otro jugador más joven, con una carrera más convencional. Pero ser campeón con Lanús para todos nosotros es algo especial. Fue la primera vez en el club, es muy difícil expresarlo en palabras.

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