Un festejo espontáneo

Miles de platenses en Plaza Moreno para celebrar la histórica nevada

En una reacción espontánea, en la que la alegría se mezclaba con el asombro y la emoción, miles de platenses se lanzaron ayer a la calle para compartir el hecho histórico de que nevara sobre la Ciudad. En medio del feriado gris, que hasta las primeras horas de la tarde tenía a muchos cobijados en sus casas frente al televisor, el centro se colmó de familias que salieron a festejar el acontecimiento a bocinazos.

A media tarde, cuando la nevada alcanzaba su pico de intensidad, la Plaza Moreno se convirtió de pronto en el escenario espontáneo del festejo. Acaso atraída por quienes ya habían comenzado a reunirse allí o para registrar una postal atípica de la ciudad nevada, la gente fue concentrándose hasta conformar una multitud entre el Palacio Municipal y la Catedral.

Para muchos de los que se encontraban allí fue la primera vez en su vida que veían nieve. "¡Es como en las películas", se le oyó decir a un hombre mayor mientras recogía incrédulo los copos blancos que habían empezado a acumularse sobre los arbustos para enseñarle a su mujer.

Concientes de que se trataba de un acontecimiento histórico que quizás no volverían a ver, muchos no parecían cansarse de sacar fotos con sus celulares y cámaras. En un momento los flashes estallaban por toda la plaza como si una estrella del cine hubiera desembarcado de pronto.

Pero lejos, los más sorprendidos eran los chicos. Se podía ver a grupos de ellos revolcándose de alegría en el césped escarchado o abriendo la boca al cielo para atrapar los copos en la lengua. Otros corrían a recoger la nieve que se acumulaba sobre los parabrisas y techos de los coches para arrojársela unos a otros.

Pese al frío intenso y la ropa empapada, nadie parecía dispuesto a irse de la plaza. Por el contrario, mientras duró la luz del día fue llegando cada vez más gente. El clima de exaltación y alegría espontánea se había vuelto contagioso.

Se trataba de compartir la sorpresa, ya fuera con conocidos o extraños. "¡Vénganse para acá que esto es una fiesta!", gritaban algunos por el celulares a sus amigos sin poder contener la emoción. Había quienes se abrazan o saltaban al encontrarse, aún cuando quizás no hiciera más que horas desde que se habían visto por última vez.

Pero la emoción de ser testigos de un acontecimiento insólito parecía desatar además afinidades espontáneas. Muchos no podían aguantarse las ganas de comentar la experiencia con quien fuera que tuvieran al lado. Personas que nunca antes se habían visto terminaron ayer de pronto compartiendo entre ellas su fascinación.

Pasadas las seis, cuando ya no quedaba luz y las farolas de la plaza Moreno comenzaron a encenderse, una multitud seguía en el lugar sin dar crédito a un nevada que parecía volverse cada vez más intensa hasta cubrir de blanco el techo de pizarra de la torre de la Municipalidad y convertir sus jardines en una postal histórica.

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