El Secreto de sus Ojos de Juan José Campanella
| 25 de Agosto de 2009 | 00:00

Cosas parecidas se rescatan después de haber visto una película de Campanella. Personalmente, salgo del cine pensando que no fueron muy buenas, pero que tienen escenas logradas, entretenidas, hasta magníficas. O sea, una película despareja. Después de pasado un tiempo, me preguntan si me han gustado y, por lo general, contesto que sí.
Calculo que esto sucede porque a medida que pasa el tiempo uno va olvidando. Olvida los momentos flojos, las arritmias, los desentonos. Si la película queda exactamente a mitad de camino, uno genera un filtro con buenas intenciones que deja pasar los buenos momentos. Diálogos, situaciones cómicas y escenas de sincera emoción se mantienen en el recuerdo. Pero al analizar bien el momento de la visión, uno se va dando cuenta (recordando y acordando) que no la pasó del todo bien.
Con El secreto de sus ojos pasa algo parecido. La película carece de ritmo al principio. No se sabe si es una comedia simple o un policial oscuro. Los chistes que tan bien usa Campanella empiezan a flaquear escuchando a Darín haciendo un catálogo de “boludos” que más tiene que ver con una cadena de correo electrónico. Hasta que nos acomodamos bien, y aprendemos de qué nos podemos reír, se llega a la mitad. Allí sí existe uno de los típicos momentos altos del último cine de Campanella: el monologo de la pasión de Francella, más el corte, más el plano secuencia y la persecución del sospechoso. Luego de eso tenemos un film chicle con 4 finales innecesarios contados a puro diálogo y flashbacks.
Entonces cabría preguntarse… dónde está la película? ¿En la sala de cine, el momento-proceso en que la vemos, donde podemos evaluar más vívidamente su cadencia, o en su apreciación posterior, la mirada entre las nieblas del tiempo, pero ya no presas de la vertiginosidad de la puesta en cuerpo? Si pensamos que las dos situaciones influyen fatídicamente, seguramente, en las películas que no sólo pretendan ser una montaña rusa, tenga que ver con algo intermedio, un diálogo entre lo que la película es y lo que podría ser.
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