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Información General |HISTORIAS DE VIDA

Mujeres en "cosas de hombres"

Son muchas las que se animan a manejar taxis, jugar al fútbol o trabajar en un taller mecánicoPor FACUNDO BAÑEZ

Mujeres en "cosas de hombres"

Anabela Azar está a punto de recibirse en técnica en automotores y sueña con tener su propio taller mecánico

18 de Abril de 2010 | 00:00
Cuando enviudó, hace ya tres años, María de los Angeles Suárez recurrió al Sindicato de Conductores de Taxis de La Plata para que le dijeran qué manejando Clic para ampliarhacer con el taxi que manejaba su marido. "Quería venderlo y necesitaba asesoramiento -recuerda-, pero lo único que me dijeron fue que lo manejara yo. Pensé que me estaban cargando. ¿Taxista yo?, les dije. Y la respuesta fue cortita: '¿por qué no?'". Hoy, a los 64 años, María es una de las casi veinte conductoras de taxi que dan vueltas por la Ciudad. Y una de las tantas, además, que ocupan un lugar generalmente reservado al sexo opuesto. "Por ser taxista no pierdo lo femenino -dice ella-. Cuando trabajo me gusta estar bien arreglada y que los pasajeros se sientan cómodos. Puedo estar pero nunca dejo de ser coqueta".

Su caso es ejemplo de una tendencia que multiplica historias: cada vez más mujeres hacen cosas de hombres. Ocupan sus lugares y asumen roles tal vez impensados algunos años atrás. Desde señoras que deciden agarrar un taxi para ganarse la vida hasta jóvenes que buscan trabajar arreglando autos o chicas que, aunque sigan siendo minoría, mantienen intacto el sueño de triunfar en el mundo del fútbol. Son ellas, aunque estén en los lugares que culturalmente se les destinaba a ellos.

Clic para ampliarClic para ampliar"No se necesita ser varonil para manejar un taxi", resume María con absoluta naturalidad. Con cuatro hijos y un nieto de 4 años, ella sabe que, por temor o prejuicio, todavía son pocas las que se animan a trabajar con el volante. "Ojalá en un futuro seamos muchas más -se entusiasma-. Es una profesión hermosa y la mujer le puede dar un toque distinto. Yo se lo doy: me gusta que mi trabajo sea algo más que un simple viaje; pretendo que sea un paseo y que el pasajero pueda hablar y pasarla bien. En mi taxi hablamos de todo: deporte, el tiempo, política. Cualquier tema puede ser interesante. Y siempre con educación y una sonrisa. Las mujeres tienen que animarse. Hay que romper con ese mito de que un taxi es para los hombres. Mentira. Un taxi es para cualquiera que ame ser taxista, tenga el sexo que tenga".

Historias como la de María hay miles. Cada vez más. Mujeres viudas o separadas que deben atender las cuestiones de la casa y además salir a trabajar para poder mantenerse. El crecimiento de las mujeres que son jefas de hogar representa en nuestro país un verdadero fenómeno, tanto que no ha cesado en los últimos treinta años: en 1980 eran el 19% del total de las jefaturas. En 2001 ya eran el 27,7% de ellas y para este año ya superan el 30%.

BIEN FIERRERA

Clic para ampliarClic para ampliarAnabela Azar tiene 17 años y este año va a cumplir uno de sus grandes sueños de la infancia: recibirse en la Escuela Tecnológica Albert Thomas de técnica en automotores. "Siempre soñé con ser mecánica -cuenta-. Lo veía a mi papá trabajando en el taller y lo único que quería era arreglar motores y andar con las manos engrasadas. Me encanta. Algunas amigas no lo pueden entender y yo les digo siempre lo mismo: ¿a vos te gusta el dulce de leche? Bueno, a mí me gusta la grasa de los autos y el olor de los motores".

Ya a los 6 años Anabela iba y venía por el taller mecánico de su padre buscando en qué poder ayudar. Alcanzaba llaves y tenazas ni bien se lo pedían y se quedaba con los ojos abiertos y embelesados ante los capotes levantados y las piezas que se debían reparar. Ahora, casi diez años después, el amor por los fierros sigue tan intenso como la primera vez y a su sueño de ser mecánica le agrega incluso uno más. "Quiero tener mi taller propio", se ilusiona, aunque aclara rápido y sin que nadie se lo pregunte: "Pero ojo que no va a ser un típico taller de hombre, con todo sucio y las herramientas desordenadas. No. Mi taller va a ser ordenado y limpio. Va a tener un toque femenino..."

Hace tres años, cuando empezó la carrera, era la única mujer del grupo y todos la miraban como un bicho raro. "Ahora hay más chicas y los varones ya se acostumbraron -dice Anabela-. A veces alguno que otro te hace un chiste, pero siempre con buena onda".

Clic para ampliarSu historia también es la punta de un iceberg que crece en silencio y ofrece, en la superficie, una serie de datos que confirman el fenómeno: un informe reciente de la Jefatura de Gabinete de la provincia de Buenos Aires reveló que el 30% de todo el alumnado en las escuelas técnicas son mujeres. Son unas 44.800 chicas, del total de casi 164 mil alumnos de las escuelas técnicas bonaerenses. Representan tres mujeres cada diez varones, una proporción impensada hace apenas diez años atrás.

Anabela sabe que forma parte de ese grupo cada vez más numeroso de chicas que deciden estudiar carreras históricamente relacionadas con los hombres. Y se lo toma del modo más natural posible: "Un taller mecánico es el lugar donde me siento feliz -sintetiza con dulzura y tono alegre-. Por ahí hay gente a la que le parezca raro ver a una mujer arreglando autos. Es entendible. Hasta mi mamá quería que estudiara otra cosa. Me decía siempre lo mismo: `esas son cosas de hombres'. Pero bueno, ella también lo pudo entender. Sabe que es lo que me gusta y me respeta. Hasta me dijo que se siente orgullosa de mí".

El fenómeno de las mujeres que estudian en escuelas técnicas y siguen así carreras ligadas desde siempre a los varones se expande y muestra sus preferencias: en el ranking de las especialidades que más eligen las chicas figuran informática, maestro mayor de obras e instalaciones electromecánicas. "Somos cada vez más -cuenta Anabela-. Hace poco la convencí a una amiga para que se metiera a estudiar conmigo y ya está súper enganchada. Antes me sentía un poco más sola, pero ahora noto que la cosa va cambiando".

PASION POR LA REDONDA

Lo mismo que decía en un principio la madre de Anabela es lo que dijo en otro momento y otro lugar la madre de Yésica Arrien, una berissense de 29 años que desde chica soñaba con jugar al fútbol. "A mi vieja no le gustaba nada que fuera futbolista -recuerda-, pero fue cambiando cuando vio que me lo tomaba en serio. El fútbol es parte de mi vida. Me apasiona. Pateo la pelota desde que tengo 8 años y ya tengo decidido que el día que deje de jugar voy a ser directora técnica".

Clic para ampliarHincha de Estudiantes, Yésica juega en el Pincha pero pasó por varios equipos antes de lograr ponerse la querida roja y blanca: Estrella de Berisso, Saladero y hasta Gimnasia, donde jugó un tiempo pese a que los colores del corazón le decían otra cosa. "Lo hice porque quería jugar a la pelota y en Estudiantes no tenía lugar -recuerda-. Por suerte duró poco y ahora estoy donde quiero".

Zaguera central y autodefinida como "una estratega del juego", Yésica entrena cuatro veces por semana y tuvo en 2003 un premio a tanto esfuerzo: fue convocada a la selección nacional para jugar los Panamericanos de Santo Domingo. Pero su techo subió aún más: en 2008 integró el plantel argentino que viajó a los juegos olímpicos de Beijing. "Fue un sueño cumplido -recuerda-. A jugar de manera oficial empecé a los 15 y mis amigos siempre me apoyaron. Por ahí antes te miraban raro, pero eso ya no pasa. A lo mejor a los más chiquitos todavía les cuesta entender que una mujer juegue al fútbol, pero los más grandes ya se acostumbraron y muchos hasta juegan un picadito con nosotras".

Sin saberlo, Yésica coincide desde otro lugar con algo que decía María arriba de su taxi: "no hay que ser varonil para patear una pelota -opina-. Una puede seguir siendo muy femenina y jugar al fútbol. Es más, creo que a la hora de jugar la mujer tiene que respetar cosas que el varón no respeta. A mí no me gusta insultar ni escupir adentro de una cancha. Queda feo. Se puede meter y correr con todo pero siempre cuidando no hacer groserías".

Si bien se practica desde hace varios años, el fútbol femenino en nuestro país empezó a tomar auge a principios de los noventa, cuando la AFA organizó su primer torneo. A nivel Selección, Argentina está lejos de la potencia sudamericana, Brasil, pero por encima de las demás naciones. La estimación de la FIFA es que 120.000.000 de mujeres juegan al fútbol en todo el planeta.

"Como buena futbolera me encanta ir a la cancha y analizar el juego -cuenta Yésica con una sonrisa-. Yo pienso que el fútbol no es sólo para los habilidosos, sino también para los inteligentes. Me apasiona analizar jugadas y pensar estrategias para vencer al rival".

Con un profesorado en Educación Física que quedó trunco pero con el apoyo de una familia compuesta por sus padres y dos hermanos, a Yésica no le preocupa los prejuicios que pueden dar vueltas alrededor de una cancha cuando se calza los cortos. "No me interesa lo que piensen los demás -dice-. Me interesa que mi familia esté conmigo. Después, los prejuicios son cosas que siempre van a estar. No hay que darles bola. Una tiene que seguir haciendo lo que ama. Eso es lo que importa: ser fiel a lo que uno siente. Lo demás es puro cuento".

Fotos: Gonzalo Mainoldi

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