Paños fríos para la bronca que agita al peronismo bonaerense

La habilitación de listas de adhesión generó malestar entre intendentes, preocupados por las consecuencias electorales

Operadores del kirchnerismo y habituales voceros de la Casa Rosada empezaron a trabajar ayer muy temprano. Para el mediodía ya habían hablado por teléfono con decenas de intendentes bonaerenses que pueden dividirse en dos categorías: los más preocupados y molestos por la decisión del oficialismo de utilizar listas colectoras en los niveles municipales, y los que tienen algún nivel de influencia sobre los más enojados.

Es que el malestar que habían acumulado los intendentes en los últimos días explotó ayer, con la oficialización de la habilitación de las listas "de adhesión", aunque muchos de ellos ya habían sido notificados personalmente con anterioridad. Por caso, los intendentes del sur del Conurbano escucharon, en una reunión con la Presidenta, Carlos Zannini, Julio De Vido y Florencio Randazzo, la confirmación de que habrá colectoras y que se dispondrán "analizando municipio por municipio".

En ese marco, fueron pocos los que hablaron públicamente. Uno de ellos fue el intendente de Lobos, Gustavo Sobrero, quien se mostró resignado ante la oficialización de las listas "de adhesión" pero lanzó una clara advertencia sobre las consecuencias que podría traer en sus distritos. "Sin los Concejos Deliberantes acompañando, se hace muy difícil gobernar", dijo.

"Nosotros en principio aceptamos esta propuesta porque consideramos que todo aquel que quiera apoyar el proyecto pueda hacerlo. Lo que sí es evidente es que el acto eleccionario puede llamar a la confusión y eso puede atentar a la gobernabilidad de los intendentes", agregó Sobrero.

Otra de las voces que deslizaron críticas fue la del intendente de General Villegas, Gilberto Alegre, que integra el grupo de jefes comunales críticos junto a Sergio Massa, entre otros, y que ayer subrayó que hubiera preferido que las las diferencias se diriman en internas "para legitimar las candidaturas".

Desde ese mismo espacio, Luis Acuña, de Hurlingham, expuso su malestar y apuntó concretamente contra Martín Sabbatella. "No vemos por qué tendríamos que tener colectoras cuando sus candidatos piensan tan distinto a nosotros, además de diferencias de origen, procedencia y estilos de gestión", disparó.

Pero muchos no se inhibieron de que su bronca traspasara las paredes de sus despachos. En voz baja, no ocultaron su preocupación por la posibilidad de que la habilitación o no de "colectoras" en sus distritos se convierta en una suerte de elemento de presión por parte de la Casa Rosada para que abran espacios en las listas de concejales a representantes de sectores kirchneristas puros, de organizaciones sociales y de la juventud.

Esos jefes comunales imaginan un escenario en el que, para evitar que un armado opositor pueda presentarse a competir en sus comunas con una boleta encabezada por Cristina Fernández de Kirchner, deban aceptar que sus boletas se pueblen de dirigentes afines a la Rosada con quienes están enfrentados políticamente en su "pago chico".

Las eventuales consecuencias del nivel de inquietud y de malestar, con todo, son todavía imprevisibles. Anoche en la cúpula del oficialismo no se animaban a diagnosticar si los paños fríos habían alcanzado para bajar la temperatura en los municipios gobernados por el PJ.

La promesa que lea hacían los operadores ayer a los intendentes es que no habrá un tsunami de colectoras y que estas se habilitarán con un criterio "muy selectivo" a partir de dos razones: la mala imagen y la baja intención de votos de algunos jefes comunales y los que no resultan "confiables" para el kirchnerismo.

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