Los Patronelli: están hermanados por la victoria

La extraordinaria aventura del Dakar llegó a su fin. En una escenografía impiadosa, con la arena y el sol como aliados para hacer cada etapa más difícil e inaccesible, los héroes que alcanzaron la meta en la Plaza de Armas de Lima seguían ayer sin poder rescatar los adjetivos justos para calificar los desafíos que propuso cada uno de los 14 capítulos de la prueba más loca y peligrosa del mundo.

Después de dos semanas de competencia, plagada de secuencias espectaculares, con una entrega absoluta e inclaudicable de cada uno de sus actores, los elogios y la admiración volvieron a girar en torno a dos hermanos que siguen escribiendo una historia cargada de hazañas y victorias. Los Patronelli lo volvieron a hacer posible sobre sus cuatriciclos trepando como si nada, a toda velocidad, las dunas más peligrosas y navegando con maestría los paisajes más intrincados.

CUADRO DE HONOR

En el cuadro de honor de esta cuarta edición del Dakar en tierra sudamericana también merece un lugar destacado el mendocino Lucio Alvarez que, en silencio, a medida que la carrera se fue metiendo en zonas más peligrosas avanzó hasta terminar involucrándose entre los mejores en la difícil categoría automóviles. Tampoco será fácil olvidar la espectacularidad de Robby Gordon arriba y abajo del auto, el andar sereno y contundente de Stephane Peterhansel y los recursos de Cyril Despres para dominar los terrenos más impiadosos sobre las dos ruedas.

Esos nombres y miles de episodio fueron conformando los capítulos salientes de una competencia inigualable. Pero lo de los dos chicos de Las Flores resulta atrapante por la magnitud y la contundencia observada en una prueba no apta para improvisados. Por un lado, resultan un caso atípico en el deporte motor criollo: no participan de ninguna otra competencia durante el año que no sea el Dakar y dedican sus horas a colaborar en la empresa familiar, dedicada a la venta de acoplados en la ciudad que los vio nacer.

Por otro, están doce meses preparándose para esto y asombran a propios y extraños cuando observando las imágenes de una etapa en su campamento exclaman a dúo: "¡Qué increíble!, todo esto hicimos en un cuatriciclo... Una locura, una barbaridad".

REPITIO

Alejandro volvió ahora a coronarse campeón aventajando en la clasificación a su hermano, pero el protagonismo de ambos se remonta a ediciones anteriores del desafío más difícil del mundo. Marcos fue segundo en la prueba disputada en 2009 y venció un año después. Alejandro se quedó con el escalón más alto del podio en 2011 y ahora repitió.

A ambos estas estadísticas poco le interesan: si vence uno de ellos es como si el triunfo fuera de los dos. "Si gana Ale, yo también gano, porque en definitiva el que vence es el equipo. Nosotros somos los Patronelli y corremos para conseguir la victoria del grupo", gritaba ayer a los cuatro vientos Marcos, en Pisco, antes de lanzarse a cubrir los 29 kilómetros finales de carrera.

"Tiran juntos" -como califican los amantes de los fierros a dos pilotos que viajan pegados en carrera-, y hasta se consultan en el medio de la etapa cuando existen dudas en torno a alguna marcación de la hoja de ruta. Sólo tuvieron un desencuentro en el desierto de Copiapó, que dejó a Marcos muy lejos de la punta. Después marcharon casi de la mano uniendo sin mayores sobresaltos los casi nueve mil kilómetros que separaron Mar del Plata de Lima. Así fueron edificando esta nueva hazaña, sin dejar ninguna duda acerca de la supremacía que tienen respecto del resto, aún sobre aquellos que intentaron superarlos en esta edición de la carrera utilizando una cilindrada superior en sus cuatri.

EXITOSOS

En definitiva, hermanos exitosos que volvieron a llenar de asombro al mundo tuerca en una prueba que se va metiendo cada vez más en la consideración popular. Salvando las distancias, el deporte motor nos tiene acostumbrado a binomios llenos de gloria; los Gálvez, Dante y Torcuato Emiliozzi y más para acá los Suárez y los Aventín.

Pasó el Dakar. Con toda su cuota de dramatismo y espectacularidad. Para nosotros quedaron las extraordinarias tareas de los Patronelli, de Alvarez y, en definitiva, de todos los que "dieron la vuelta". También los elogios de la empresa ASO (Amaury Sport Organisation), organizadora y responsable del Dakar que hace algunas horas admitieron que la mayor convocatoria de público en la historia de la prueba ha sido en la Argentina. Y eso no es poco.