El diseñador que encandiló a celebridades del mundo

"Mantuve siempre una relación carnal con La Plata, una ciudad en la que aprendí a tener una vinculación parecida a la que después tuve con otras grandes ciudades del mundo. Porque en la infancia me fue incorporado para siempre el aspecto más ambicioso de esta ciudad, que fue difundir cultura y conocimiento no sólo para nuestro país sino para toda América latina. La que viví era una ciudad interamericana, en cuya Universidad estudió Eduardo Frei, luego primer presidente demócrata cristiano de Chile. O de la que surgieron los egresados venezolanos que después fundaron la Universidad de Venezuela... Esta ciudad es la que llevo dentro".

Célebre en Europa, creador de joyas de autor, niño mimado de la más selecta tribu global, diseñador consagrado, el platense Marcial Berro tuvo y tiene como clientes de su imaginativa bijouterie a Andy Warhol, Lena Horne, Giorgio Santangelo, a marcas de la calidad de Hermes y Cloe, a los decoradores Jaques Grange, Francois Catroux, a su amiga Catherine Deneuve, a Andre Putman, Leslie Caron, Isabelle Adjani, Jeanne Moreau, Jessica Lange, Jacqueline Delubac o Carolina de Mónaco.

El ministro de Cultura y Comunicación de Francia, Frederic Miterrand, acaba de otorgarle la distinción de "Chevalier en el Orden de Artes y Letras", una de las cuatro premiaciones ministeriales más importantes que otorga la República francesa y que se le entregará formalmente este 26 de abril en la embajada de Francia en Buenos Aires. La distinción honra a las personas que se distinguieron por sus creaciones en el dominio artístico y literario y por la contribución que aportaron al brillo de la cultura en Francia y en el mundo, según explican los fundamentos de la resolución.

Cuando era muy joven hizo periodismo en la revista Primera Plana y teatro en el Instituto Di Tella, con Rodríguez Arias y Roberto Villanueva. En los 70 viajó a París para presentar obras teatrales y allí fue contratado, como diseñador, por Ives de Saint Laurent, para empezar a conquistar una clientela privada compuesta de coleccionistas, galeristas y artistas. La revista Vogue lo calificó como "el diseñador de joyas más dotado de su generación".

El Centro Pompidou organizó su exposición "Milán, Barcelona, Dusseldorf, París, capitales del diseño". Su "balde de plata" fue elegido para esa exposición como objeto del mes. Luego sería invitado por tres años consecutivos para diseñar las ediciones de la Asociación de Amigos del Museo de Arte Moderno del Pompidou. Las obras de Berro ya figuran en la Historia del Diseño Francés, de Francois Mattei.

Su bijouterie-fantasía nutrió las colecciones de Ives de Saint Laurent, Tan Giudicelli, Karl Lagerfeld y Jean Claude de Luca en París, ciudad que eligió para residir hace más de 30 años. Pero vivió y trabajó también en los Estados Unidos, donde conoció a Salvador y Gala Dalí. Varias veces se alejó de Francia, en busca de los talleres que lo pusieran en contacto con otras culturas y con la más selecta artesanía. Llegó a Grecia, a Marruecos, a la India y a Tailandia. Hizo trabajos con alfareros, ebanistas, cristaleros, herreros, porcelaneros, orfebres. "Constantemente traté de acercarme lo más posible a mis deseos", dijo.

En 2007, agrega, "tuve la felicidad de presentar mis trabajos por primera vez en mi tierra. Fue en el Museo Nacional de Arte Decorativo. ¡Hacía años que quería hacerlo! Era la única manera de volver que concebía. No quise tampoco que la exhibición estuviera compuesta de trabajos realizados en Francia, solamente. Deseaba mezclar los objetos con alfarería y platería pensada y realizada con artesanos argentinos. Así fue como encontré el Instituto de Cerámica de Avellaneda, un centro maravilloso que me ayudó a realizar varios proyectos".

Oro, plata, hierro, madera, porcelana, vidrio, cuero, todo material puede ser convertido por un diseño de Berro en pieza única. La fórmula no pasa por la inspiración: "por el trabajo, sólo por el trabajo llego al centro de la idea".

¿A qué referencias y valores alude cuando dice que en La Plata aprendió a relacionarse con el resto del mundo?

"Seguramente que hablo de los edificios y monumentos, del eclecticismo cultural, de la mezcla de estilos. Hablo también del cine club de avanzada que tuvimos, del teatro, del ballet, de las orquestas, de la ópera".

¿En qué se fundamentó su vocación por el arte y la cultura?

"Para mí fue definitivo el taller para niños que tenía Moneo Sanz, quien fue el fundador de la escuela de cine en La Plata. Allí venía con sus títeres, a contar cuentos, Javier Villafañe. Moneo Sanz había hecho títeres en España con Federico García Lorca, era el prócer de los titiriteros y él nos hacía ver films de Melies, de Chaplin, de Búster Keaton, de los hermanos Lumiere".

Usted ejerció y sigue ejerciendo el periodismo.

"Sí, estuve en Primera Plana en la época de Casasbellas, de Tomás Eloy Martínez, de Osiris Troiani, de Aída Bortnik. En esa época me hice amigo del escritor Manuel Puig, una de las personas más divertidas que conocí en la vida. Después nos encontraríamos en Nueva York. Como periodista hice reportajes a las hermanas Pons, que recién empezaban, a Libertad Leblanc. Estuve dos años y viví la clausura militar de Primera Plana y los primeros inconvenientes serios que atravesó el Instituto Di Tella".

Cuando se fue a Nueva York conoció, entre otros, a Salvador Dalí.

"Sí, Nueva York era una ciudad extraordinaria en la que pasaba todo. Me fui a fines de los 60 y tuve encuentros formidables. Uno de ellos con Marta Minujín, con quien nos hicimos íntimos amigos. Y a Dalí lo encontré en el hall de un hotel. A los cinco minutos estábamos hablando en el bar y me mostró una pieza que estaba haciendo, una joya, que era de oro y parecía un jabón. Creo que allí me interesé en el diseño de joyas".

¿Por qué motivos la mujer usa más joyas que el varón?

"El motivo es político. El despojo del atuendo masculino empieza con la Revolución Francesa, que es la que impone principios de igualdad, fraternidad y libertad. Entonces, tanto en Francia como en Inglaterra -tan apegados siempre al atavío- se registra un cambio de look, una mutación de estilo. La mayor parte de los varones se despoja para siempre de todo signo que pueda ser clasificado como monárquico, contrario al nuevo concepto social. Desaparecen en la indumentaria de los hombres los broches, las alhajas, los collares, los botones dorados de los chalecos, los brillos de los bordados. La moda masculina borra todo vestigio de monarquismo".

Pero la moda femenina no...

"Así es, la moda femenina no. La mujer no estaba tan comprometida entonces por esa evolución política y es ella la que mantiene los atavíos".

Su clientela es mayormente femenina entonces...

"Sí, pero con esta importante salvedad: diseño y dibujo para mujeres que ganan su vida, que pagan con las ganancias que obtuvieron en su profesión y que quieren adornarse celebrando esa independencia que han alcanzado. En cambio, no deseo como clientas a las favoritas. Me interesan las mujeres con proyectos, las que trabajan. Mis heroínas son ellas. Intento acercarme solo a ellas".

Aprovechando que la conoce y es su amiga...¿podría decir si Catherine Deneuve es tan bella como aparece en las pantallas?

"¡Es más..! Es mucho más linda que en la fotografía o en las pantallas del cine. Ocurre que no aparece -en sus imágenes- una luz muy brillante, que es la de su inteligencia. Hay algo que debería agregar: Deneuve creció como figura cuando el cine europeo decreció y esto habla también en su favor. Y además le digo que todas las decisiones que fue tomando como actriz demuestran que tiene un conocimiento del cine muy profundo".

¿Cómo es su trabajo? ¿Usted talla o son otros artesanos los que lo hacen?

"Soy lo que se conoce como diseñador-conceptor. Dibujo y decido a qué taller llevaré la obra. Dibujo inclusive pensando en la específica habilidad que encontraré en el taller al que elijo. Y nunca he abandonado a un taller. Pero asisto, es decir estoy presente, en cada etapa de la ejecución".

¿Hay buena artesanía en la Argentina?

"Hay muy buena artesanía. Hay talleres extraordinarios. Está la Academia de Cerámica de Avellaneda, de muy buen nivel. Y hay muy buenos ebanistas también. En Francia logré conectarme y trabajar con la excelencia de cada artesanía, la porcelana de Limoges, la cristalería de Baccarat, la artesanía de Marsella".

¿Tiene nuevos proyectos en estudio?

"Claro que sí. Ahora me muero de ganas por hacer una exposición con la gente del Norte, con alfareros de allá. Como artista nunca estoy conforme, siempre con dudas. Cuando uno está entregado a una actividad, todo es crisis".

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Su abuelo, Luis María Berro, fue dos veces intendente de La Plata en la década del 30, y fundador del Jardín de la Paz, sembrado entonces en los jardines que rodeaban al viejo Teatro Argentino. "Siempre sentí que en mi casa que se hablaba de la fundación de la ciudad, como de algo que se había vivido de cerca. Sentí que ellos encarnaban la ambición del proyecto fundador". Ahora, después de tanto mundo, Marcial Berro vive en un enciclopédico departamento en San Telmo, poblado de objetos artísticos, de libros, cuadros y otros testimonios demostrativos de que sigue viviendo, como en su infancia platense, rodeado del fervor de la cultura y del conocimiento.