Platenses que cumplieron el sueño de tener museo propio

El coleccionismo es una actividad con una gran cantidad de adeptos en la Región, una afición privada que en algunos casos impulsó la creación de valiosos museos que se abren al público para exponer los más variados objetos con los que se puede recrear un segmento de la historia local. El tango y el automovilismo son dos de las grandes pasiones que encuentran un lugar testimonial en La Plata; en ese contexto, se destacan el Museo del Tango Platense, surgido en la década de los '70 por la iniciativa de un grupo de personas que hacía un programa de radio y el Museo del Automóvil, un proyecto de los hermanos Rau que se concretó en el edificio de lo que fue una de las primeras iglesias de la Región.

Antes de convertirse en el Museo del Auto, el salón ubicado en calle 1 entre 34 y 35, fue un sueño que se gestó en la infancia de los hermanos Jorge y Cecilio Rau. Por eso al llegar al edificio no es extraño toparse con el cartel que dice "La diferencia entre un hombre y un niño está en el tamaño de sus juguetes" y, más allá de los lazos de sangre, la vida también los unió en la pasión por el coleccionismo, los autos y los elementos vinculados a su historia.

El Ford T 1927 fue el primero de una larga lista de tesoros que conforman la colección. Después los hermanos siguieron en la búsqueda de objetos, accesorios y surtidores de combustible -hay unos 32-, elementos por los que Cecilio sentía una verdadera atracción. "Trabajamos durante 22 años para abrir el museo, pero lamentablemente mi hermano falleció un tiempo antes de inaugurarlo. Todo lo que conforma este espacio fue buscado minuciosamente", aseguró Jorge.

Para darse cuenta de eso, alcanza con levantar la mirada y ver la artística puerta que perteneció al teatro Odeón de capital federal o apreciar el art nouveau de la que se encuentra frente a la boletería, adquirida antes de que se demoliera el reconocido restaurante El Tropezón, famoso por el puchero de gallina que inspiró la letra del popular tango.

CINE ROCA

"El edificio mismo fue construido en el año 1875, era una capilla. Acá hay lajas del Teatro Argentino, vitrinas que pertenecieron a El Siglo y butacas que fueron del cine Roca", contó el coleccionista.

Cada lugar del inmueble parece la página de un libro en el que por ejemplo con sólo observar las perillas de luz de porcelana se puede leer que antes había que girarlas para que encendieran los focos; o percatarse antes de entrar a los baños que en algún momento los sanitarios ingleses fueron floreados y sin tapas.

Es que todo se ambientó para que lucieran esos automóviles "únicos" como el Messerschmitt alemán de 1959, el Fiat Topolino italiano de 1939 o los Fords "T", importados de Estados Unidos, modelos 1915, 1924 y 1925, entre otros; el Monoposto fabricado en Argentina en 1942; el Overland de 1917 y un Tractor Fordson, EE UU 1921.

También se puede hacer un alto en "El Gran Premio", un bar temático en el que se descubren botellas de Bidú, Bolita o Sidral , mientras desde un ronco fonógrafo se escuchan temas de Carlos Gardel. "Tenemos la cafetera del bar Sportman de Berisso, funciona, pero es lenta, también anda la radio rusa a Kerosene" apuntó Rau.

Una colección completa de almanaques de Alpargatas, una máquina a manija que fabricaba helados, un curioso calentador de bolsillo y hasta los pomos de carnaval con agua perfumada, que todavía recuerdan los abuelos, están ahí, al alcance de la mano. Cada pieza invita a detenerse, a escuchar historias como las de la moto plegadiza construida en 1939 que perteneció a un paracaidista de la Segunda Guerra.

"Las piezas de este museo las fuimos comprando de a poco, eran otras épocas, ahora tal vez uno de los carteles enlozados que hay en las paredes cueste 4 mil dólares, pero para nosotros tiene un valor que no es el económico; por eso los fines de semana nos gusta abrirlo al público, compartirlo con los visitantes y quisiéramos que algún día lo conozca el intendente Pablo Bruera, para que vea la riqueza patrimonial de este lugar", aseguró Rau.

NOSTALGIA DE BANDONEON

En el Museo del Tango Platense -calle 15 Nº 1579- se exhiben fotografías de conjuntos y locales donde la música ciudadana encontró su escenario privilegiado. También se observan instrumentos musicales y todo tipo de aparatos reproductores del sonido.

La ropa de los músicos con sus objetos personales sirven para recrear otro tiempo. Unas 500 fotografías de orquestas locales, el smoking del tanguero Guido Lasserre o el bandoneón de Tulio Bartolini, ubican al espectador en una época en la que la música del dos por cuatro se hacía sentir fuerte en la Ciudad.

Juan Pedro Cendoya, presidente del Museo, remarcó que todas las actividades son gratuitas y que entre los valiosos elementos que se atesoran también hay una biblioteca de lunfardo y elementos del cine y del teatro vinculados al tango.

La nostalgia de muchos tangueros encuentra entre esas paredes un lugar para descubrir en las cuidados estantes y vitrinas, objetos históricos reunidos en una misma sala.

Lo que arrancó con unos pocos objetos se transformó en una valiosa colección que se reunió a lo largo de casi cuatro décadas. También hay una variada cantidad de afiches donde se anuncian orquestas de otros tiempos.

Hay 5 mil discos, con obras clásicas y fundacionales, 2.500 partituras de tangos, valses y milongas de todos los tiempos. Entre los aparatos reproductores de sonido se encuentran piezas únicas, como un legítimo fonógrafo Edison, un gramófono y una clásica vitrola.

Entre los objetos que utilizaron las grandes figuras del tango platense, hay un piano, la guitarra de 9 cuerdas de José Capella, la flauta de Rafael Lavecchia, el fuelle de Oscar Bozarelli, el bandoneón de Angel Colombo -el primer bandoneonista de La Plata-.