De soldado en Malvinas a padre y entrenador exitoso en Wimbledon

Aunque para Sergio Giorgi la Guerra de Malvinas terminó hace 30 años, es inevitable que el doloroso conflicto haya vuelto a su memoria. Y mucho más presente estará mañana, cuando su hija, la bella Camila, enfrente a la polaca Agnieszka Radwanska (número 3 del mundo) por los octavos de final de Wimbledon, el Grand Slam que se juega, precisamente, en tierras británicas.

Giorgi nació en La Plata y combatió en las Islas. Perteneció a la X Brigada Mecanizada Teniente General Nicolás Levalle, un cuerpo del ejército creado en La Pampa, pero que funcionó en nuestra ciudad entre 1979 y 1992 (en diagonal 80 y 116, detrás del hipódromo). Allí, en Malvinas, hizo base en el cuartel de los Royal Marines, en las afueras de Puerto Argentino.

A los 19 años se fue a Italia para estudiar medicina. Se casó con Claudia, también nacida en La Plata. Fruto de ese matrimonio nacieron, primero, Antonela (murió el año pasado en un accidente automovilístico) y Leandro (22). El 31 de diciembre de 1991, cuando se terminaba el año, en la ciudad de Macerata, nació Camila. Y dos años después llegó su cuarto hijo, Amadeus.

Otra curiosidad de su vida es que jamás jugó al tenis y aun así es el entrenador de su hija. "Ni siquiera sé agarrar una raqueta", confesó horas atrás en Londres. Y de inmediato la buena de Camila, que además de deslumbrar con su tenis ya sacó chapa de bonita (algunos se atrevieron a compararla con María Sharapova), lo defendió: "Ni siquiera llegando a top ten voy a cambiarlo".

Camila es italiana, pero por ascendencia podría representar a la Argentina en la Fed Cup. "No sé, ni lo pensé", dijo ella en un perfecto castellano, pero mirando de reojo a su padre, que le prohibió tener un representante.

LA GUERRA

"Vamos de vacaciones, no va a pasar nada". Eso les dijo Sergio a sus padres cuando le llegó la notificación. Pero ahora, 30 años después, sabe que tuvo mucha suerte de volver entero. "Vi morir compañeros, aunque evité mirar sus cuerpos. Al menos cuatro veces estuve muy cerca de morir", dijo durante la semana con los periodistas acreditados en Inglaterra.

Pero para Sergio el conflicto de Malvinas se acabó en junio de 1982. Volvió a La Plata, pasó semanas enteras con su familia y al año siguiente recibió una beca para estudiar medicina en Roma. No lo dudó. Se tomó el primer avión y nunca más volvió.

"Muchos chicos se quedaron en ese tiempo. Para mí fue apenas un periodo de mi vida. No lo tomé como un drama. Mis hijos, a veces, me preguntan cómo era la Guerra, pero no es algo en lo que yo piense", resumió este hombre canoso de pelo largo, de 49 años y una vida curtida.

Así Giorgi le escapa a los recuerdos de la Guerra, aunque hasta hace seis meses cobraba la pensión. "Respeto a todos los ex combatientes, incluso los admiro, pero yo ya di vuelta la página", definió años atrás cuando su hija comenzó a dar los primeros pasos en el circuito y la prensa se enteraba de su pasado. "En la vida me pasaron cosas peores que Malvinas, como la muerte de mi hija mayor", tiró.

En el CECIM La Plata no tienen recuerdo suyo. "Nunca perteneció al grupo. Igual, le deseo lo mejor", aportó Norberto Alonso. En idéntica sintonía declaró Guillermo Bianchi, uno de los tantos platenses que combatió en Malvinas y que perteneció a la X Brigada Mecanizada. "El estuvo desde el primer día hasta el último. Pero cuando volvimos dejamos de verlo. Sé que hace un par de años estuvo de visita, pero no se contactó con nosotros", sintetizó.

IMPARABLE

Camila pisó fuerte en el césped inglés. En primera ronda derrotó a su compatriota Flavia Pennetta. Y nada volvió a ser lo mismo para ella a partir de ese triunfo. Los flashes, las notas y su historia empezaron a repetirse.Y decididamente se instalaron el viernes, cuando dejó en el camino a la rusa Nadia Petrova para meterse, por primera vez en su historia, en la segunda semana de un Grand Slam. No será sencillo seguir alimentando este sueño que se hizo realidad. La espera la número tres del mundo. Pero poco importa. Ella ya hizo un torneo inolvidable y su papá, el platense que decidió probar suerte en Italia, le contó al mundo su historia en la Guerra.