¿Nenes transexuales?: el debate detrás del caso de Lulú

A pocos días de comenzados los trámites para que modifiquen la partida de nacimiento de Lulú, la nena trans de seis años que pidió a través de su mamá una reasignación de identidad al Ejecutivo provincial, el caso genera debate, multiplica opiniones y se presenta como el primero en el mundo en el que, sin mediar un fallo judicial, el beneficiado es alguien tan pequeño. ¿Puede una criatura de apenas 6 años afrontar una decisión de este tipo? ¿De qué modo se la debe acompañar? ¿Qué dicen, en definitiva, quienes estudian y trabajan con la hasta ahora llamada disforia de género?

Para César Cigliutti, presidente de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA), la organización que acompañó a la familia de Lulú amparándose en la Ley de Identidad de Género y todos los tratados de niñez, como la Convención sobre los Derechos del Niño, “los órganos sexuales no siempre se corresponden con la identidad de género. Entonces no hay que hablar de cambio de sexo: se trata de que se reconozca la identidad de género que ya tiene la nena y nada más”.

“Por ahora no es necesario ningún tipo de tratamiento medico o quirúrgico, sino simplemente un acompañamiento de los profesionales”

Con todo, no son pocos los especialistas que se sorprenden por la edad de quien realiza el pedido. César Fidalgo, de hecho, el médico platense especializado en cirugías de reasignación de sexo, comenta que el caso le llamó la atención “por la edad de la nena trans. Nuestra experiencia en general es con personas mayores de edad, las cuales es cierto que en su mayoría hacen referencia a que se sintieron distintos desde muy temprana edad, a los tres o cuatro años”.

En este caso puntual, según Fidalgo, “va a ser necesario un acompañamiento de la nena y de la familia por un equipo multidisciplinario, y a partir de ahí ver cómo se desarrolla la situación. Por ahora no es necesario ningún tipo de tratamiento medico o quirúrgico, sino simplemente un acompañamiento de los profesionales”.

Fidalgo habla con conocimiento de causa. Cuando en 1997 concretó la primera operación de cambio de sexo realizada en el país -la cual se llevó a cabo en el hospital Gutiérrez de nuestra ciudad-, el caso fue toda una curiosidad. Aquella vez se trató de un hombre que salió del quirófano convertido en mujer. Sin embargo, con el paso de los años, esas intervenciones se fueron incrementando y, hasta la semana pasada, el equipo de Fidalgo había logrado con éxito cerca de 90 intervenciones de reasignación genital, incluyendo las de hombre a mujer y las de mujer a hombre, convirtiendo al hospital platense en el máximo centro de referencia del país en este tipo de cirugías. “Al sancionarse la Ley de Identidad de Género -apunta Fidalgo- el Gutiérrez comenzó a recibir una avalancha de pedidos y actualmente tenemos una lista de cirugías programadas a 184 personas”.

LA DECISION

La decisión tomada por el ejecutivo provincial, hay que decir, está alineada con los principios rectores de la ley de identidad de género 26.743 de 2012, que autoriza expresamente en su artículo 5 el trámite de cambio de identidad. “A los 18 meses, cuando empezó a hablar, me decía: ‘Yo nena, yo princesa’”, cuenta su madre

“Tanto desde el punto de vista del derecho internacional de los derechos humanos, como de las normas internas, todo niño, niña y adolescente goza de la protección de su derecho a elegir su identidad sexual, teniendo en cuenta la comprensión de las situaciones que lo afectan como así también su interés superior”, explica el defensor del Pueblo provincial, Carlos Bonicatto.

Según su mirada, “se da una coincidencia entre el principio de autonomía con el de responsabilidad parental, ya que (en el caso de Lulú) la familia escuchó el reclamo de la menor en cuanto a su elección de género, brindándole apoyo y contención”.

Alfredo Grande, el psiquiatra que atiende a la pequeña, expresó por su parte que la cultura busca reprimir “la identidad por deseo”, y explicó que si bien Luana “nació con genitales masculinos, no sé si nació varón” y en ese marco destacó que “hay tres tipos de identidades que, cuando van todas juntas, no pasa nada. La identidad por mandato biológico que estaría determinada por los genitales; por mandato cultural que es cómo ser varón y cómo ser mujer y la identidad por deseo”.

Sobre esto, Grande remarcó que “generalmente esta cultura represora nunca le da importancia a la identidad por deseo”, y reafirmó que el deseo “se va expresando con el tiempo. En el caso de Luana comenzó a evidenciarse cuando empezó a hablar y claramente decía: yo princesa, yo nena. Lulú siempre se manifestó y lo importante es que hubo una madre que la supo escuchar”.

LA HISTORIA

La madre a la que hace referencia el psiquiatra, es bueno recordar, se llama Gabriela y tuvo mellizos hace seis años. Dos varones. Pero uno de ellos, según su relato, siempre se sintió y actuó como si fuera una nena. Y por eso el año pasado pidió que le cambien el sexo en su documento de identidad pero se lo negaron. “El pedido se realizó una sola vez -aclara Marcelo Suntheim, de la CHA-, y luego de la negativa no pensamos que íbamos a tener una respuesta positiva tan rápida. La verdad es que está resolución nos alegró y sorprendió a todos”.

La sorpresa, según Suntheim, vino luego de que el Gobierno Nacional, a través de la Secretaría Nacional de Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf), sacara un dictamen en apoyo al reclamo de la madre, argumentando que negarle el cambio de documento afectaba los derechos de Lulú. Luego de eso, el Registro Provincial de las Personas de la Provincia decidió, sin fallo judicial mediante y tras haberle rechazado el cambio de DNI en diciembre de 2012, aceptar lo que decidía Nación y entregarle a la criatura un nuevo DNI con identidad de mujer.

La historia de esta nena trans se hizo pública hace unos meses, cuando su madre contó que si bien nació con genitales masculinos, desde muy chiquita manifestó su elección de género: “A los 18 meses, cuando empezó a hablar, me decía: ‘Yo nena, yo princesa’. Quería tener el cabello largo y para simularlo se ponía trapos en la cabeza, pedía que le compraran muñecas. Me pedía mis polleras, mi ropa y se las quería poner. Pensé que era un juego. Hasta que vi un documental de National Geographics de una nena transgénero de Estados Unidos. Era la historia de mi hijo. Ahí entendí que era una nena trans, que su identidad era la de una nena”.

El documental al que hace referencia la madre es uno de los tantos que en este último tiempo abordan la todavía llamada disforia de género, una contradicción existente entre el sexo biológico y el psicológico. “El termino se refiere a una entidad medica en donde el paciente tiene genitales que no coinciden con su sexo psicológico -explica Fidalgo-. Es un termino discutido y cuestionado porque patologiza al cuadro, y todo hace indicar que las nuevas tendencias apuntan a que esta terminología caiga en desuso”.

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