Cada vez más mujeres renuncian al bronceado: la piel blanca gana terreno
| 17 de Diciembre de 2016 | 02:08

“Debo ser la persona más blanca del verano”, lanzó Guillermina Valdés en la red social Instagram la temporada pasada. Una foto en la que efectivamente se la veía sin bronceado acompañaba la frase. Y no es que le estuvieran faltando horas de playa a la mujer de Marcelo Tinelli. Simplemente decidió no tomar sol.
Como ella, muchas mujeres renunciaron a la piel bronceada y no muestran reparos al mostrarse blancas en pleno verano. Es una nueva máxima de belleza que va tomando fuerza entre las menores de 40.
Aunque la renuncia al bronceado todavía no es masiva, ya no sorprende que mujeres regresen pálidas de sus vacaciones en la playa. De hecho, los sombreros de ala ancha -que resurgieron en los últimos años- contribuyen en este sentido.
También en las revistas ahora se ven algunas publicidades en las que las modelos no presentan signos de haber sido alcanzadas por los rayos de sol. Acaso sea otro de los factores que alienta a las chicas a mostrarse tal como están, sin recurrir a autobronceantes o a camas solares para disimular la palidez.
La tendencia, que apunta a desterrar el hábito de pasar varias horas del verano tomando sol, crece de la mano de otras que se centran en la valoración y en la búsqueda de una “belleza natural”, que también fueron adquiriendo fuerza en los últimos años.
“Hay dos causas que explican el fenómeno: la primera es que después de años de campañas finalmente se logró generar más consciencia sobre los efectos nocivos del sol y, también, por estética”
Pareciera que los cánones estéticos van mutando y ahora la redondeces, las pecas, las ‘lolas pocket’ (chicas) e incluso las canas son cada vez más aceptadas. Dentro de esta corriente también se van agregando las pieles blancas, que además de ser vistas como atractivas, funcionan como prueba irrefutable de conductas saludables, que, por otra parte, supone un estilo de vida que también vive su auge.
revalorización de los tonos pálidos
“Antes las mujeres nos matábamos al sol, ahora las chicas ya no están tomando tanto como se acostumbraba en otras épocas. Creo que hay dos causas que explican el fenómeno: la primera es que después de años de campañas finalmente se logró generar más consciencia sobre los efectos nocivos del sol y también, y es la segunda causa, por estética”, dice Estela Cúneo, dermatóloga del Hospital Italiano.
Con respecto a los motivos estéticos, la especialista explica que con el paso de los años se fue vinculando cada vez más el sol al envejecimiento cutáneo. Y dice que las mujeres de ahora tienden a cuidarse más que en otras épocas en las que se acostumbraba a tomar sol al mediodía y sin ningún protector.
“Ahora empiezan con tratamientos estéticos desde las primeras marcas de expresión. Hay bastante interés en retrasar lo más posible el envejecimiento cutáneo. Saben que al exponerse al sol se pierden los esfuerzos para mantener la piel joven”, afirma Cúneo.
Por otro lado, en la sociedad se instaló con fuerza la relación entre los rayos UV y el cáncer de piel. Si bien desde hace muchos años se sabe de este vínculo, en la actualidad se lo toma con mayor seriedad.
Si en los ‘80 o ‘90 las mujeres se exponían al sol con aceites o preparaciones caseras que prometían acelerar la toma de color, ahora la mayoría de las que se exponen recurren a bronceadores con protección solar.
Además de la intención de proteger a la piel del cáncer y del envejecimiento, también nuevas apreciaciones estéticas explican la incipiente tendencia, ya que, por lo general, éstas mujeres tampoco recurren a autobronceantes para tomar color.
También las camas solares se están dejando de usar, que -por lo demás- sí envejecen y son totalmente desaconsejadas por los dermatólogos.
La moda del bronceado
El bronceado no siempre estuvo de moda. Durante muchísimos años las mujeres desearon y dedicaron esfuerzo en lograr una piel lo más blanca posible. El tono blanquecino era un símbolo de distinción entre las clases altas.
De hecho, el término “sangre azul”, que popularmente se utilizó para señalar a los miembros de la aristocracia y de las familias reales, viene del color de la piel: el color pálido deja transparentar las venas azules.
Como contra cara a lo que ocurría en las clases altas (que se resguardaban del sol) las personas de clase baja solían mantener una piel bronceada durante todo el año como consecuencia de trabajar a la intemperie.
A principios del siglo XX se comenzaron a difundir los beneficios terapéuticos del sol: muchos médicos recetaban ‘baños de sol’ a sus pacientes para combatir enfermedades como la anemia, el fortalecimiento óseo y la depresión, entre otras.
“Tomar algo de sol y con los recaudos necesarios hace bien. Sirve para fijar el calcio y fortalecer los huesos. Es un antidepresivo natural. De hecho, en los países nórdicos que tienen pocas horas de sol por día hay un alto índice de suicidios por depresión”, señala Cúneo.
Pero en los comienzos de siglo XX las virtudes del sol que se empezaron a difundir no fueron suficientes para convencer a la alta sociedad de exponerse a los rayos. Se dice que fue Cocó Chanel, en los años ‘20, quien impuso la moda del bronceado.
Cocó volvió a París con la piel tostada por el sol después de haber pasado unos días navegando por el Mediterráneo, en el yate del duque de Westminster.
En aquel momento era una de las personas que marcaba tendencia y su bronceado fue imitado por sus seguidoras. El dorado de la piel pasó a simbolizar riqueza, salud, juventud y estatus social. Comenzó a asociarse al dinero y a los viajes.
En 1927 el perfumista Jean Patou creó la primera loción bronceadora, que abría la posibilidad de lograr un bronceado rápido, aun antes de que llegase el verano.
Después de años y años buscando el mejor bronceado, parece que el blanco vuelve a recuperar su encanto.
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